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Llano de Brujas volvió a cumplir ayer con la ancestral celebración de la Suelta de Almas en Pena. Un pasacalles con casi dos siglos de historia que la Asociación de Carnaval de la pedanía murciana recuperó el pasado año para hacer un guiño a la particularidad de esta manifestación popular que tiene un marcado aire tenebroso, a pesar de estar enmarcada en la fiesta pagana salareña.
Unas treinta personas cumplieron con la tradición, convirtiéndose al atardecer en ánimas que deambularon por las calles de la localidad asustando a quienes se encontraron durante el recorrido que hicieron desde la plaza de San Pedro hasta el cementerio Nuestra Señora de las Lágrimas.
Vestidos con sábanas viejas, estos fantasmas con grilletes en los tobillos y alumbrados por candiles, fueron acompañados por un grupo de tambores que hicieron sonar marchas tétricas, aportando un punto tenebroso. Una curiosa costumbre que, según destacó el presidente del Carnaval de Llano de Brujas, José Antonio Amaya, «surgió para asustar a los niños, con el objetivo de que se fueran pronto a dormir para que los mayores pudieran disfrutar de los antiguos bailes de máscaras que se celebraban en el Casino de Murcia y en los caseríos de la huerta» en la víspera del Martes de Carnaval. A lo que Amaya añadió que son «espíritus perdidos que buscan el camino para llegar al cielo y por eso se dirigen hacia el cementerio, donde dejan las velas».
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