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El Carnaval cambió la lluvia por el frío y el viento. Las comparsas no se libraron este domingo de luchar contra los elementos. El desfile aplazado por la lluvia recorrió las calles más céntricas desde la Alameda hasta el muelle de Alfonso XII con un tiempo que se tornó por la tarde poco apacible y que, sin embargo, no fue óbice para que los cartageneros se echaran igualmente a la calle para llenar bares y terrazas.
Con las bulliciosas calles como telón de fondo, muchas familias se acercaron al cortejo para escuchar la música y disfrutar de un espectáculo de brillo y color sin parangón. Cuarenta grupos, algunos menos que el pasado año, demostraron que el ritmo y la buena onda la llevan en la sangre. Así, se desgañitaron a gusto con los temazos más socorridos y marchosos del repertorio de música latina.
El pasacalles se puso en marcha con un cuarto de hora de retraso y sin prisas por parte de sus participantes. La escolta policial no pisó la plaza del Palacio Consistorial hasta una hora después de arrancar el desfile en la Alameda.
A la cabeza estuvieron como es costumbre los grupos infantiles. Dentro de las mismas la primera fue la más novel de todas ellas Kachauñack y sus 80 participantes vinculados a un grupo scout desfilaban por primera vez. Así se abrió todo un despliegue donde los más peques compartieron con el público sendas fantasías donde no faltaron los motivos vegetales, el ave fénix o los atardeceres en las salinas de San Pedro del Pinatar. También otras inspiraciones más figurativas como 'La bella y la bestia' y otras grandes producciones de Disney
También disfrutaron en su carroza los carnavaleros que este año dan vida a Don Carnal y Doña Cuaresma, en sus versiones adulta e infantil: Nacho Pérez y Azahara Martínez, así como Ginés Piñero y Carmen Moreno, respectivamente.
Entre las bailarinas había las que, con la ventolera y el contoneo, tenían que saltarse la 'coreo' para sujetarse las plumas de la cabeza. Las exiguas indumentarias propias de la fiesta más carnal dejaban entrever por otra parte como la baja sensación térmica dejaba helado y con la piel de gallina a más de algún friolero comparsista. «Pobreticos. Con el buen tiempo que hacía esta mañana, que hasta ha hecho sol», se lamentaba una mujer, que observaba la carroza de la Reina Infantil, Paula Mellado, de la comparsa Limón y Sal, a su paso por Puertas de Murcia.
El punto más integrador e inclusivo lo puso las comparsas de la Fundación SOI y la de la ONCE, que el año pasado tuvo la ocasión de salir por primera vez en el pasacalles.
De la juventud, el desfile dio un salto a la veteranía. Las comparsas mayores llegaron desde todos los puntos cardinales del municipio como Los Belones, La Aljorra, El Albujón, Santa Ana o Molinos Marfagones.
Entre los grupos adultos, no faltaron las comparsas con los 'outfits' más sofisticadas. Los de Aradia abrieron camino con un estilismo inspirado en la corte de Luis XIV. La comparsa se retrotajo al siglo XVII e hizo todo un despliegue de lujo versallesco con ostentosas lámparas de cristal, zancudos y ricas plumas de pavo real, avestruz, gallos y faisanes.
A la cita no faltaron aquellas agrupaciones que no quisieron pasar desapercibidas con su tono satírico y de lo más mordaz. Fue el caso de la Real e Ilustre. Procedentes de Vista Alegre y fieles a su estilo crítico cultivado desde sus orígenes hace 40 años en la Transición, parodiaron esta vez la visita a España del expresidente norteamericano Ronald Reagan.
En el tramo final participó con su grupo la reina del carnaval, Zaira Gutiérrez, de la comparsa Salgueiro. Y como remate a la noche cuatro comparsas foráneas desfilaron tras quedarse también como el resto sin su día. Esta primera invitación a agrupaciones de otros carnavales aglutinó a grupos procedentes de Sangonera la Verde, Mula y La Unión.
Una vez finalizado el recorrido, la fiesta continuó en la carpa instalada en el puerto. La Federación entregó sus tradicionales premios, donde los asistentes pudieron degustar hasta altas horas las tradicionales tetillas de Doña Cuaresma y pelotas de Don Carnal. La quema de Don Carnal y el castillo de fuegos artificiales pusieron final exprés a las fiestas declaradas de Interés Turístico Regional aunque, contra pronóstico, tuviera que hacerse cuatro días después del Miércoles de Ceniza.
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