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Empieza la final sacando Novak Djokovic, con una aparatosa rodillera en su pierna derecha. Y el primer juego es una batalla increíble, de casi un cuarto hora de duración. Golpes ganadores de Carlos Alcaraz, desatado desde el primer intercambio, y un rival que se defiende con uñas y dientes. Es un torbellino de 21 años con la fuerza de un huracán sobre la pista central del All England Club. Es –también–una leyenda de 37 años intentando sobrevivir a una fuerza de la naturaleza. Es, por supuesto, un primer juego excelso, en el que el murciano perdona cinco veces la vida al serbio. Pero a la sexta llega la vencida y sube el 1-0 al marcador. El primer golpe lo ha dado Carlitos. Y parece que solo será una anécdota. Simplemente, una pequeña victoria moral para comenzar. Ese inicio hace sospechar que la final será maratoniana, como la de 2023.
Pero no es así. Alcaraz pone la directa, empieza a bordar el tenis y desespera al campeón serbio. Recital en el primer set (6-2). Recital en el segundo (6-2). Se rebela Djokovic, el mejor tenista de todos los tiempos. Sus siete títulos en Wimbledon lo avalan. Solo Roger Federer hizo cosas más salvajes que él en Wimbledon. Sabe que un nuevo campeón ha llegado. Un monstruo llamado Carlos Alcaraz vino a verlo hace un año. Y ahora vuelve. Es sublime el juego de Carlitos, que fluye sobre la hierba londinense como nunca antes lo había hecho un tenista español en la catedral del tenis mundial.
Los nervios aparecen al final, cuando toca abrochar el triunfo. Aunque no lo parezca, puesto que Carlitos ha ganado las cuatro finales de Grand Slam que ha disputado y se mueve por el circuito con el aplomo de un veterano, el chico tiene 21 años y es lógico que en algún momento le puedan temblar las piernas. Desperdicia tres bolas de partido y le da un salvavidas al que se sube Djokovic para forzar un desempate en el tercer set que ni en el mejor de sus sueños podía imaginar cuando se vio 6-2, 6-2, 5-4 y 40-0 abajo. Rema y rema y rema el serbio para llegar al 'tie-break' e ilusionarse con una remontada que parece imposible.
No habrá remontada. En el desempate no falla Alcaraz. Tras una dejada sideral, de esas que solo están al alcance de los elegidos, el 'tie-break' queda decantado a su favor. Esta vez no se equivoca. Ya no hay nervios. Y remata la faena. «Yo ya he hecho mi trabajo. Ya veremos si la selección española hace el suyo», suelta divertido en su discurso. La gente le aplaude. La final ha sido rapidísima. Nadie lo esperaba. En los últimos puntos aparece el sol, por fin. Se apunta a la fiesta tras dos semanas en las que la lluvia ha sido habitual. En la final no cayó agua y se jugó con el techo abierto, pero las nubes solo se abrieron cuando Carlitos iba a terminar su trabajo.
Ovación cerrada para Alcaraz cuando consuma su hazaña. También para Djokovic, que tiene sus cosas pero es de los jugadores que mejor se comporta en la derrota. Sabe perder y se muestra muy cariñoso con el vencedor. Carlitos se sube al palco donde están los suyos, donde no cabe un alfiler, y de camino lo para John McEnroe, comentarista de la televisión estadounidense. Le da la mano y le deja seguir. Un montón de abrazos le esperan. Antes pasa por delante del palco de Djokovic, donde todos le felicitan de manera cortés. Le aplaude la esposa del serbio, Jelena Ristic.
«Estoy orgulloso de la manera en que hemos gestionado este gran momento. Tenía muchos nervios al principio, pero he estado muy calmado y he tenido las ideas muy claras. No ha sido uno de mis mejores partidos, pero sí que ha sido un buen partido por mi parte. Los dos primeros sets por parte de Djokovic no han sido buenos. No ha jugado al nivel que suele tener él y yo he aprovechado esos errores suyos para ganar los dos sets y ganar confianza y tranquilidad», contó sobre el partido Carlitos Alcaraz en la entrevista posterior al partido que concedió a Álex Corretja para Movistar.
Son cuatro Grand Slams, pero Alcaraz no lanza las campanas al vuelo. No entra en comparaciones con Federer, Nadal y Djokovic, a pesar de que haya ganado tanto con solo 21 años. «Hay que normalizar esto y seguir dándole naturalidad a las cosas que nos pasan. Ojalá pueda seguir viniendo aquí los próximos 15 años y pueda construir la carrera que yo siempre he soñado», dijo.
En Wimbledon manda la tradición. Y la tradición manda que la Princesa de Gales es quien entrega la copa al campeón. Y eso hizo que Kate Middleton, patrona del All England Lawn Tennis and Croquet Club y gran aficionada al tenis, reapareciera ayer y fuera, junto a Alcaraz, la gran protagonista del domingo en Wimbledon. Acudió con su hija, la princesa Charlotte, que es muy fan de Alcaraz, y con su hermana, Pippa Middleton. La Princesa de Gales, muy aplaudida por el público, mostró su buen aspecto, lo que evidencia que cada día está mejor mientras lucha por recuperarse del cáncer que la ha mantenido alejada de la vida pública durante los últimos meses.
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