Una celebración con todo su equipo y un joven tenista tan feliz como agotado

Carlos Alcaraz cuenta con el grupo de trabajo más amplio en la historia del tenis. Nunca antes se vio a un equipo de profesionales tan numeroso velando por la carrera de un jugador. El pasado domingo en Nueva York estuvo acompañado en la final del US Open frente a Casper Ruud por 22 personas, varias de ellas llegadas desde Murcia para vivir un momento histórico en la carrera del joven deportista de El Palmar. Había amigos y familiares, además de sus siete escuderos en el día a día.

En el grupo había bastante gente joven. Y la felicidad era total. Obviamente, la fiesta se alargó hasta bien entrada la madrugada. En el vestuario de la Arthur Ashe, donde empezó la celebración, había más bebidas isotónicas que cervezas. Un par de ellas, como mucho. Luego, en la intimidad de una fiesta larga y reservada alguna copa de ginebra con limón se tomó el campeón del US Open. Su padre Carlos y su hermano mayor, Álvaro, estuvieron siempre cerca de él, al igual que su mánager, Albert Molina, que se ha encargado de ir grabando con su móvil todo lo ocurrido desde que Alcaraz levantó el trofeo de campeón del US Open delante de 24.000 entusiasmados espectadores.

El cansancio de Carlitos, que ya era palmario tras la paliza que se ha dado en los últimos días (casi 24 horas en pista ha acumulado a lo largo del torneo), fue evidente durante la jornada de ayer, cuando tuvo que cumplir con la apretada agenda del nuevo número 1 del mundo. Había dormido poco, pero su talante fue el mejor. Siempre con una sonrisa, el murciano se dio un paseo por Manhattan que no dejó indiferente a nadie.

Alcaraz cumplió así con una de las tradiciones más icónicas del US Open, la del posado del vencedor con el trofeo en Times Square, sin duda la plaza más conocida de la Gran Manzana. Es junto al Rockefeller Center y Central Park el lugar escogido habitualmente por la organización para el posado de los ganadores tanto en categoría masculina como femenina. De hecho, Iga Swiatek lució ayer la copa de campeona en el famoso 'Top of The Rock', un observatorio en lo alto del Comcast Building, un rascacielos estilo Art Déco construido en 1933 en el Rockefeller Center.

El prodigio de El Palmar, mientras, seguido por decenas de cámaras y fotógrafos, caminó por Times Square escoltado por varios guardaespaldas. Cuando terminó, se dirigió hacia la planta 37 de un rascacielos de cristal localizado en la intersección entre la Octava Avenida y la Calle 44. Allí le esperaba un reducido grupo de periodistas españoles con los que estuvo charlando durante un cuarto de hora. «Ya se nota un poco el cansancio», confesó al tomar asiento ante los informadores.

«Creo que si he conseguido ganar un Grand Slam y ser el número uno del mundo es por el trabajo que he venido haciendo junto con mi equipo durante mucho tiempo. Y no ha sido un camino de rosas, sino que hay que sufrir. Había que pasar momentos malos también para llegar a este... Y creo que no soy el elegido ni nadie ha dicho que yo voy a ser el mejor. Solamente me lo he trabajado», explicó un Alcaraz que esta temporada ha ganado más títulos que nadie (5) y ha cosechado más victorias que nadie (51).

«Sinceramente, yo diría que aún no soy consciente de lo que he hecho. Voy a seguir igual. Yo quiero seguir siendo el mismo chico de siempre, trabajando y peleando. He conseguido una meta muy rápido, pero ahora hay que ponerse nuevas metas. Ya estoy deseando ganar mi segundo Grand Slam. Poca gente ha podido ganar dos 'Majors' seguidos y ese es un reto bonito que me pongo», indicó Alcaraz, pensando ya en el Open de Australia del próximo mes de enero.

Antes, queda la Copa Davis, Basilea, París Bercy y la Copa de Maestros. El equipo de Alcaraz no ha tomado aún la decisión acerca de si jugará o no a partir de mañana en Valencia, donde Sergi Bruguera, capitán del equipo español, le espera con los brazos abiertos. Él sabe que la gente está deseando verle jugar en casa. Juan Carlos Ferrero, su técnico, es valenciano y no hay muchas oportunidades de competir en España a lo largo del año. Pero lo cierto es que Carlitos está fundido. Y competir esta semana en Valencia podría ser perjudicial para su físico.

«He mejorado muchísimo en dar siempre el 100%. He pegado un salto brutal en el tema del físico y mental. Y creo que eso ha sido determinante para que este premio haya llegado tan pronto. Quiero más», anuncia un jugador que está llamado a liderar el circuito en la próxima década.

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