![Carlos Alcaraz celebra un punto durante el partido ante Matteo Berrettini.](https://s1.ppllstatics.com/laverdad/www/multimedia/202110/29/media/cortadas/1442120557-kiYC-U150990904261DNE-1248x770@La%20Verdad.jpg)
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En pleno auge de la estadística avanzada, conviene recordar que algunos datos no significan nada. Carlos Alcaraz tiene 18 años y es el número 42 del mundo, pero este viernes bordó el tenis bajo el techo de la central de Viena con la maestría que solo atesoran los elegidos. Fue una exhibición (6-1, 6-7(2) y 7-6(5)) ante uno de los jugadores más agresivos del circuito, Matteo Berrettini, número 7 del ranking. El murciano le arrasó en el inicio, aguantó los cañonazos cuando el italiano reaccionó y cerró el partido en el tie-break del set definitivo con un juego sobresaliente tras 2 horas y 42 minutos. Ya está en semifinales, sus primeras en un ATP 500. «Es una de mis mejores actuaciones en el circuito hasta ahora», reconoció tras su segunda victoria contra un 'top 10'.
El primer set fue una muestra de dónde se sitúa el techo de Alcaraz. De que no lo tiene, más bien. Una puesta en escena apabullante y un recital de golpes: derechas mortíferas, ángulos cerradísimos, subidas veloces a la red, dejadas precisas y soluciones para todo. 5-0, veinte minutos. Berrettini, aturdido y con la mirada perdida, caminaba entre punto y punto por inercia, en contraste con la energía arrolladora de su joven adversario. En los peloteos era una bestia domada por la táctica inteligente de un principante con mente de veterano. El primer set se consumió en menos de media hora.
Hace un año, cuando Alcaraz se preparaba para dar el salto al circuito, la única fisura que se abría en su repertorio era el saque. No marcaba diferencias, los rivales le apretaban. Por eso, la contundencia que mostró con el servicio este viernes es uno de los botines que se llevó: 80% de primeros ganados y 6 aces. Incluso mandó algún segundo saque a la línea que hacía fruncir el ceño a un Berrettini pasmado. Digno del primer nivel.
De hecho, fue ese mismo golpe el que le dejó fuera de juego por completo al romano en el parcial inicial: apenas conectó la mitad de los primeros servicios y Alcaraz devoraba los segundos. Dijo Novak Djokovic hace unos meses que «Berrettini tiene un martillo en el brazo». No lo agarró hasta el segundo set, pero cuando empezó a golpear se abrió un partido nuevo. Alcaraz mantenía a la iniciativa, pero el italiano fue recuperando terreno, impulsado por su saque y desplazándose por la pista con más brío.
Pese a todo, no sufrió el murciano. El único momento delicado, un 3-4 y 0-30, lo despachó con firmeza. No quedaba otra salida que el 'tie-break', que se llevó el romano a base de martillazos. Alcaraz, tras recibir cuatro saques directos, expresó el primer gesto de impotencia. «Menos mal. Es que solo ha fallado dos», parecían decir los entrenadores del italiano, celebrando en su banquillo los primeros errores.
Berrettini, de explosión más tardía, no recibe el trato de tenistas como Medvedev, Tsitsipas o Zverev, que suelen copar los debates sobre el futuro número 1 de la nueva generación, pero está alcanzando su madurez. Tras el vendaval, consiguió rearmarse y competir a su mejor nivel. Y solo un candidato a unirse al selecto 'top 10' podía ser capaz de mantenerse en pie. Igual de meritorio que el primer set es cómo aguantó el tipo Alcaraz en el tercero, un intercambio de disparos, contra uno de los más potentes cañoneros de la actualidad.
La primera clave es que el pupilo de Ferrero no bajó el ritmo gracias a un juego de pies brillante, explosivo y ágil como el de un boxeador. Durante todo el partido se agarró a la pista y no dio un punto por perdido, para desesperación de Berrettini. También ahí ha progresado el murciano, que con solo 18 años aguanta varias horas ante atletas curtidos.
La otra clave: bola de 'break' a favor para el 4-1, peloteo largo, Alcaraz vuelve a imponerse y se lleva el dedo índice a la sien para levantar a la grada: cabeza. Esa mentalidad, cualidad que distingue a los buenos de los grandes, también le permitió seguir concentrado cuando cedió su saque en blanco con 4-2 y el set desembocó en otro 'tie-break'.
Tenía fresco Alcaraz el resbalón de la primera muerte súbita, pero el murciano pasó la prueba definitiva. No cedió ni un 'mini-break' y no dio opción a Berrettini, rendido al murciano, que se asegura al menos subir al puesto 35 de la ATP, su mejor clasificación. «Intenté jugar de forma agresiva durante todo el partido. En los momentos duros fue importante ser capaz de hacerlo», valoró después. El mazo murciano quebró el martillo romano.
El germano Alexander Zverev, de 24 años, está teniendo que trabajar muy duro para poder sacar adelante los partidos esta semana en el ATP 500 de Viena. El alemán, que venía de una dura batalla en octavos de final ante el australiano Alex De Miñaur, derrotó ayer al canadiense Felix Auger Aliassime por 6-4, 3-6 y 6-3 en los cuartos de final del torneo austriaco, tras dos horas y cuatro minutos de juego. De esta manera, sumó su triunfo 301 en el circuito y será el rival hoy de Carlos Alcaraz por un billete rumbo a la final (Vamos, 14.00 horas).
Zverev busca en Viena su quinto título de la campaña, tras los logrados en Acapulco, Madrid, los Juegos de Tokio y Cincinnati. Fue precisamente en Acapulco cuando 'Sascha', en primera ronda, se enfrentó por vez primera a Alcaraz. El alemán no dio entonces ninguna opción al joven tenista de El Palmar (6-3 y 6-1). El de este mediodía es el segundo duelo entre ambos.
Las cosas han cambiado. Derrotas como las sufridas ante Zverev en México, contra Rafael Nadal en Madrid y frente a Daniil Medvedev en Wimbledon fueron un punto de inflexión para saber qué había que mejorar. Lo reconoció ayer Alcaraz, tras su sensacional triunfo contra Berretini. «Esos partidos fueron nuevos para mí: los estadios grandes, los rivales, todo eso... Y los terminé jugando nervioso. Ahora estoy más tranquilo, creo en mi juego y en lo que puedo hacer y pienso con mayor claridad las cosas. «Trabajo con mi psicóloga hace un año y medio. Desde que empecé hice un cambio muy, muy bueno», explicó Alcaraz.
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