![Alcaraz recoge el testigo de Borg 50 años después](https://s1.ppllstatics.com/laverdad/www/multimedia/2024/06/09/191712703.jpg)
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Gira el cuello Björn Borg, buscando que el tibio sol de París caliente su rostro tras dos semanas de lluvia, frío y viento. 21 grados de temperatura en el Bois de Boulogne. A sus 68 años, en la primera fila del palco de la Philippe Chatrier, el sueco parece un afable jubilado más, preocupado sobre todo de lucir un bronceado ideal y algo ajeno a la batalla que desde el primer punto le ha planteado Carlos Alcaraz a Alexander Zverev en la gran final de Roland Garros. Pero Borg, seis veces campeón en París, es un mito del tenis. Ahora que todos empiezan a hablar ya en pasado del Big Three, retirado Federer, castigado Nadal y golpeado Djokovic, es obligatorio recordar que la historia de Borg es única. Él cambió la historia de este deporte y, una vez hecho su trabajo, decidió retirarse con solo 26 años. Ganó 11 grandes seguidos (5 Wimbledon y 6 Roland Garros) y dijo adiós. Lo nunca visto.
Borg mira a la pista y sabe que lo que está haciendo Carlos Alcaraz no lo había hecho nadie en las últimas cinco décadas. Desde que él levantó la Copa de los Mosqueteros en 1974, con 18 años, no había aparecido un campeón tan precoz. Medio siglo después, cuando la batalla de más de cuatro horas entre el joven murciano y el gigante teutón ha terminado, el sueco de pelo blanco que de joven lucía una icónica melena rubia entrega el título al zagal de El Palmar que ha llegado para colocar al tenis en una nueva dimensión.
De rey a rey. Una herencia que se explica sola. Alcaraz recoge el testigo de Borg porque acaban de cumplirse 50 años del primer Roland Garros del escandinavo. Pero no es casualidad que el torneo haya elegido a Borg para darle el trofeo a Alcaraz. El murciano, el tenista más joven de la historia en ganar tres Grand Slam en tres superficies distintas, se ha puesto a la altura de una leyenda como el sueco. Palabras mayores. «Desde que he sido un niño pequeño salía del colegio corriendo para ir a casa a ver este torneo y ahora lo tengo», destaca Carlitos tras un saludo afectuoso con Borg.
Antes de la ceremonia, la emoción desatada en el box de Carlitos, donde no cabe un alfiler. Los hijos de Juan Carlos Ferrero, de un lado para otro, se cuelgan del cuello de su padre, la mar de contentos. Entra Alcaraz como un elefante en una cacharrería y todos se funden en un abrazo donde se mezclan la euforia, la liberación y la gratitud. Están todos los miembros del 'universo Alcaraz'. Ferrero, Albert Molina, Juanjo López, Juanjo Moreno, Alberto Lledó y hasta Antonio Martínez Cascales, quien fuera entrenador de Ferrero y fundador de la academia de Villena donde se ha formado el tenista murciano.
Lo mejor queda reservado para el final. El ganador de tres Grand Slam y campeón más precoz de la historia del tenis asciende hasta la última fila del pequeño palco y se abraza a sus padres, Carlos Alcaraz González y Virginia Garfia, observado de cerca por su hermano mayor, Álvaro. Lágrimas de emoción en los cuatro. Tantos años esperando ese momento. Tantos kilómetros a sus espaldas. Tantos sacrificios hechos por un hijo que hoy, con 21 años, es un prodigio del tenis. En la alocución del campeón, hermosas palabras para sus padres. Intercambio de besos lanzados al aire de París, donde la tarde ya está bastante avanzada y a la sombra empieza a hacer fresco. Pero da igual. El triunfo de Alcaraz ha convertido la Chatrier en una caldera.
«Los últimos meses los hemos pasado mal con la lesión [en el antebrazo derecho], volviendo en Madrid y no me sentí bien. Las siguientes semanas con muchas dudas, viniendo aquí a París sin entrenar mucho... Así que estoy muy agradecido por la gente que tengo alrededor. Sé que cada uno me da su corazón para hacerme mejorar y crecer como jugador y persona. Os llamo equipo, pero sois una familia», explicó Carlitos tras levantar el trofeo.
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Pedro Rodríguez
Mientras tanto, en su pueblo, más de mil personas vibraron en la Avenida Pintor Pedro Cano delante de la pantalla gigante instalada por el Ayuntamiento. En primera fila, el alcalde de Murcia, José Ballesta; y la pedánea de El Palmar, Verónica Sánchez. 800 sillas y 800 abanicos para intentar paliar el calor. Cerca de allí, las instalaciones del Club de Campo de El Palmar se quedan pequeñas para acoger a tantos socios que se arremolinan delante del televisor. Allí están frescos. Con aire acondicionado se llevan mejor las más de cuatro horas que dura la final.
El murciano, que se tatuará una Torre Eiffel con la fecha del 9 de junio de 2024 en su tobillo izquierdo, consigue dar un salto importante en el ranking ATP al proclamarse campeón de Roland Garros ya que suma 1.280 puntos, cuya repercusión en la clasificación es muy importante. Adelanta a Djokovic y se queda a 945 puntos de Sinner en su lucha por recuperar el número 1 del mundo. El serbio, tercero en la lista, tiene 220 puntos menos que el pupilo de Juan Carlos Ferrero.
La rueda sigue girando. Carlitos volverá hoy a Murcia, donde descansará hasta el viernes. El fin de semana viajará a Londres, donde el lunes que viene arranca el torneo de Queen's. Allí se coronó hace un año antes de ganar en la hierba de Wimbledon. Ferrero se queda en casa y viajará con Samuel López.
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