![Rafa Nadal felicita a Carlos Alcaraz tras la victoria en el Madrid Open.](https://s1.ppllstatics.com/laverdad/www/multimedia/202205/06/media/cortadas/nadal-alcaraz-U150442541137O9H-U1708355876ZrD-1968x1216@La%20Verdad-LaVerdad.jpg)
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Carlos Alcaraz ya es un hombre. Con 19 años recién cumplidos ganó por primera vez a su ídolo, un Rafa Nadal que el día anterior admitió que las cosas han cambiado y que ahora mismo es el segundo mejor tenista español. Que ya no es el primero. Que hay otro mejor. Muchos podemos pensarlo, pero pocos se atreven a decirlo. El caso es que lo dijo Nadal. Suena fuerte. Muy fuerte. El mejor deportista español de todos los tiempos ya no es invencible. Ni siquiera en la tierra batida, su hábitat natural. Y lo admite. «Soy una persona sensata», alegó Nadal.
Él mismo reconocía ese «puntito» de superioridad actual de Alcaraz, por más que como zorro viejo que es ya estuviera jugando su partido contra el joven murciano la noche anterior, mientras Carlitos aún peleaba por un puesto en los cuartos de final contra el británico Cameron Norrie. Alcaraz se quitó la presión. «Yo soy el nuevo», alegó el pupilo de Juan Carlos Ferrero. Lo que pasa es que el chico de El Palmar ya está para todo. Heredero. Genio. Elegido... Ya saben. Todas esas cosas que dicen de Alcaraz y que son verdad. Todos esos vaticinios que nos hablaban del medio y largo plazo, pero que se han quedado caducos. Porque Carlitos es presente. Todo el presente es suyo.
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Le faltaba ganar a Nadal, que es algo así como cruzar el Rubicón. La primera vez que se enfrentó a él no hubo partido. El día que cumplió 18 años todavía era un niño y no tenía ninguna posibilidad de derribar al coloso balear. Fue en Madrid, como este viernes. Idéntico escenario, distinto contexto. Hace unas semanas en Indian Wells ya se comprobó que las cosas habían cambiado. Carlos estaba muy cerca de Rafa, quien en su denodado esfuerzo por contener las ansias del murciano se hizo daño en las costillas. Daño de verdad. Ganó el encuentro pero se vino del desierto de California con una lesión que le impidió estrenarse en la gira de tierra hasta esta semana en Madrid.
A la tercera iba la vencida. Ambos lo sabían. Nadal llegaba justo. Y Alcaraz, sobrado. Porque Carlos, tras coronarse en Barcelona, está crecido estos días en la Caja Mágica. No necesitó su mejor tenis para deshacerse de los peligrosos Basilashvili y Norrie. Es tan bueno que se regula. Tiene tantos golpes que incluso acierta cuando se desordena.
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Ante Nadal, aunque se torció el tobillo en un segundo set aciago, el murciano se repuso a tiempo y exhibió su mejor juego en la tercera manga para alcanzar las semifinales del Mutua Open Madrid (6-2, 1-6 y 6-3). Nadal, todavía lejos de su mejor versión sobre tierra, no terminó de adaptarse a la altura de Madrid y solo dominó en el segundo parcial, cuando Carlos se hizo daño y se fue mentalmente del partido.
Parecía que Alcaraz estaba muerto y que no se levantaría de la lona. Sobrevoló por la Caja Mágica el fantasma de la retirada, pensando en lo que está por venir: Roma y, sobre todo, París. Pero no había esguince. El murciano se recuperó en la tercera manga, mostrándose de nuevo entonado y ágil, posiblemente ya sin dolor en este tobillo derecho que se había doblado al inicio del segundo acto en una mala caída.
El número 9 del mundo (que este lunes será el 7) volvió a encadenar muchos golpes ganadores y Nadal empezó a cometer los mismos errores del primer set. Y ya no hubo dudas. Alcaraz, en su tarde soñada, recuperó la receta de su abuelo en una tercera manga para la historia: corazón, cabeza y cojones, las tres 'C', que le sirvieron para cerrar una victoria que jamás olvidará y citarse con el serbio Novak Djokovic en las semifinales. Otro duelo que marcará época.
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