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En los últimos tiempos mucho se está debatiendo acerca del papel de las Universidades y otros organismos en la Transferencia del Conocimiento, es decir, en ... la transmisión de los resultados obtenidos en sus centros y del impacto que genera la ciencia en la economía y la sociedad. Sin embargo, poca gente conoce en qué consiste exactamente este término que tan de moda se ha puesto y tampoco el papel que actualmente está desarrollando en nuestras vidas debido a la situación creada por la Covid-19. En el artículo de hoy intentaré arrojar luz sobre ambas cuestiones, definiendo para ello el concepto moderno de Transferencia del Conocimiento, aclarando cuáles son las diferencias con el concepto clásico y mostrando su importancia en la batalla que estamos librando contra el SARS-CoV-2.
Cuando se pregunta a la ciudadanía cuáles son las misiones de la Universidad, la mayoría de las personas responden: «Investigación y docencia». Sin embargo, el artículo 39 de la Ley Orgánica 6/2001 de Universidades de 21 de diciembre define la Transferencia del Conocimiento como la tercera misión de la Universidad, si bien esta ley orgánica no fue capaz de definir o desarrollar en qué consiste o cómo medir la Transferencia, más allá de subrayar la importancia de la misma.
Tradicionalmente, cuando en los centros de investigación se citaba la palabra transferencia siempre nos venía a la cabeza el sector empresarial. Se asociaba al desarrollo de nuevos productos, de patentes, de spin-off, de licencias o de contratos con personas o entidades públicas y privadas para la realización de trabajos de carácter científico, técnico o artístico.
Sin embargo, desde hace poco tiempo la Transferencia del Conocimiento se dirige también a otros dos sectores: los gobiernos y la sociedad. Pues bien, en toda la historia de la humanidad no conozco un caso más importante de Transferencia del Conocimiento basada en estos tres pilares (empresas, gobiernos y sociedad) como el que estamos viviendo debido a la COVID-19.
• Respecto a la Transferencia del Conocimiento al sector empresarial y su importancia en la pandemia, la colaboración público/privada está permitiendo desarrollar en tiempo récord vacunas y fármacos. También está detrás de la fabricación de mascarillas efectivas, de productos higiénicos, de respiradores... Pero jamás olvidemos que la clave del éxito de esta transferencia al sector empresarial reside en la investigación básica realizada en cientos de laboratorios de todo el mundo durante muchos años. Ya lo dijo Santiago Ramón y Cajal: «Cultivemos la ciencia por sí misma, sin considerar por el momento las aplicaciones. Estas llegan siempre, a veces tardan años, a veces, siglos».
• Por otra parte, la Transferencia del Conocimiento a las diferentes administraciones y gobiernos está permitiendo a nuestros mandatarios tomar decisiones basadas en el conocimiento científico. Nunca la ciencia había intervenido tanto en la toma de decisiones políticas como en esta crisis mundial y esto debería ser, a partir de ahora, lo habitual. En esta toma de decisiones políticas se ha visto la importancia de la interdisciplinariedad de la ciencia. Hace pocos años, en un ejemplar que resultó ser premonitorio, la revista Nature proclamó en su portada que la interdisciplinariedad sería la herramienta que salvaría al mundo. No se equivocó. Gracias a la biología conocemos los posibles animales transmisores de la enfermedad, gracias a la medicina sabemos tratar patología asociadas a la infección por coronavirus, gracias a la química desarrollamos productos desinfectantes, gracias a la biotecnología fabricamos vacunas usando nuevas terapias, gracias a la ciencia de los materiales diseñamos filtros de protección... Pero no solo las ciencias experimentales o de la salud están ayudando. Todas las disciplinas científicas, clásicas y modernas, pertenecientes a diferentes áreas de conocimiento (donde también incluyo a las ciencias sociales, jurídicas o las humanidades entre otras) están poniendo su granito de arena.
• Finalmente, la Transferencia del Conocimiento a la sociedad, a través de la comunicación científica, está siendo crucial en esta batalla. Investigadores, periodistas, divulgadores, etc. cuentan diariamente a la ciudadanía los avances que se producen en la lucha contra el coronavirus y las medidas más apropiadas que hay que tomar para evitar el contagio. Pero la comunicación científica tiene otro objetivo importantísimo: la lucha contra las pseudociencias. Siempre hay personas que, incluso en las situaciones más dramáticas, intentan aprovecharse de los demás. Con la pandemia lo estamos viendo. No solo las 'noticias falsas' nos inundan sino que hay gente que, aprovechándose del miedo de la sociedad, intenta vendernos productos o terapias que no solo no son efectivas sino que incluso pueden ser muy peligrosas. Pues bien, «no conozco mejor herramienta que la divulgación científica para hacernos personas más libres, entendiendo la libertad como la toma de decisiones basada en el conocimiento y en el espíritu crítico y no en mitos, fraudes o falsas creencias. Y esas personas libres, formadas, preparadas y difícilmente manipulables serán capaz de elegir de entre sus miembros a representantes que llevan a la sociedad en general, y a la ciencia en particular, al sitio que se merece».
¿Y existe algún modelo para evaluar la Transferencia del Conocimiento al sector empresarial, a los gobiernos y a la sociedad que realizan los investigadores? Sí. En el año 2018 la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación creó el Sexenio de Transferencia, un sistema que establece unos indicadores para conceder a los investigadores tramos de Transferencia del Conocimiento e Innovación por periodos de 6 años. Aunque es cierto que el modelo de Sexenio de Transferencia publicado en 2018 es francamente mejorable debido principalmente a razones de transparencia y homogeneidad en los criterios de evaluación, pienso que fue un acierto que viera la luz. Al igual que ha pasado con otras iniciativas similares, si se hubiera esperado más tiempo en publicar el Sexenio de Transferencia es muy posible que jamás hubiese salido adelante este ambicioso y necesario proyecto. Ahora toca mejorarlo significativamente.
Estimados lectores de LA VERDAD, la Transferencia del Conocimiento, en su concepto más moderno, no solo ha llegado para quedarse sino que es un pilar básico para construir la sociedad del futuro. No le pongamos vallas al campo.
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