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Hace unos días el Gobierno anunció que subirá el IVA de las bebidas azucaradas y edulcoradas en 2021 para favorecer un estilo de alimentación más ... saludable y combatir las preocupantes cifras de sobrepeso y obesidad de nuestro país. Cuando entre en vigor la medida el impuesto de los refrescos pasará del 10% al 21%, el mismo que se aplica ahora al tabaco o al alcohol. El anuncio ha generado polémica en muchos sectores que afirman que esta medida solo tiene un afán recaudatorio y no repercutirá positivamente sobre nuestra salud. En este artículo me limitaré a exponer las evidencias que hay al respecto basadas en medidas similares adoptadas en otros países.
En España hay más adultos con exceso de peso que con un peso normal. Los índices de obesidad infantil son también alarmantes. Una de las principales razones es la excesiva ingesta de azúcar y un porcentaje muy elevado de este nutriente procede de las bebidas azucaradas. Según muestra el estudio 'In take of water and different beverages in adults across 13 countries' casi la mitad de los adultos españoles supera las recomendaciones de ingesta de azúcares tan solo a partir de los líquidos que bebe. Atentos: una sola bebida energética puede alcanzar los 75 gramos de azúcar (el equivalente a quince sobrecillos), el triple de los 25 gramos que la OMS recomienda no superar en un solo día... y no olvidemos que estas bebidas energéticas las ingieren de forma habitual el 80% de los adolescentes de la UE y un 19% de los niños entre 3 y 10 años. Tremendo.
Ante esta situación la OMS animó a los gobiernos de todo el mundo a introducir una imposición del 20% sobre el precio final de venta de las bebidas azucaradas. También un grupo de expertos publicó un importante estudio en la prestigiosa revista científica 'The Lancet' en el que se recomienda gravar las bebidas o alimentos con alto contenido en azúcar debido a su alta incidencia en obesidad, enfermedades cardiovasculares, diabetes, hipertensión, caries, etc.
Pues bien, ya hay muchos estudios publicados en las mejores revistas del mundo que, teniendo en cuenta de forma conjunta criterios científicos, sociales y económicos, demuestran que estas medidas reducen significativamente el consumo de bebidas azucaradas y tienen un impacto positivo sobre la salud. A modo de ejemplo les diré que una revisión sistemática sobre el impacto de los impuestos sobre las compras, publicado en 2019 en 'Obesity Reviews', refleja cómo un aumento del 10% en el precio de las bebidas (que en realidad solo provoca que cuesten unos pocos céntimos más) suele dar lugar a reducciones de consumo que rondan ese mismo porcentaje.
Llega el momento de hacernos la siguiente pregunta. ¿Es suficiente esta medida para abordar el grave problema de obesidad que tenemos en nuestro país? Rotundamente no. Si lo que de verdad se pretende es mejorar nuestro estado nutricional, y no aumentar la recaudación, la medida anunciada por el gobierno debe formar parte de una estrategia global. Por ello urge tomar otras decisiones de forma simultánea. Veamos algunas de ellas.
¿Por qué la subida del IVA no afecta a todos los alimentos y bebidas con alto contenido en azúcares? No solamente las bebidas refrescantes son los únicos productos ricos en azúcares libres. Alimentos tan frecuentes en nuestra dieta como la repostería industrial, los cereales azucarados, los helados, el pan de molde, la mayonesa, las galletas o incluso el jamón de york contienen altas cantidades de azúcares.
Por otra parte, el azúcar no es el único nutriente insano que forma parte de nuestra dieta. Para ser consecuente con la subida del IVA en las bebidas azucaradas también habría que aumentar el precio a productos ricos en sal, grasas de mala calidad u otros nutrientes no recomendables.
Otros estudios recomiendan, además de subir el IVA a alimentos insanos, bajarlo a productos saludables como frutas, verduras, hortalizas, etc. Con ello se consigue un doble objetivo. Se estimula el consumo de productos sanos y se manda un mensaje a la población de que lo que se pretende no es recaudar más, sino beneficiar la salud pública. Un artículo publicado en la revista 'International Journal of Behavioral Nutrition and Physical Activity' muestra que la aceptación social de estas medidas aumenta significativamente si las ganancias derivadas de la subida de impuestos se usan para reinvertir en medidas que mejoren la salud de la población. Entre ellas destacan favorecer el ejercicio físico, crear más zonas de ocio al aire libre, etc.
Otra medida relacionada con el consumo de azúcar que debería adoptarse es revisar el sistema de etiquetado Nutriscore para alimentos procesados que se implantará definitivamente en las etiquetas españolas en 2021. Nutriscore tiene 5 niveles fijados por una letra (A, B, C, D, E) y un color (verde oscuro, verde claro, amarillo, naranja, rojo) con los que se caracteriza un alimento como más o menos saludable. El nivel más saludable es la A (verde oscuro) y el menos saludable el E (rojo). Este sistema de etiquetado tiene algunas ventajas respecto al etiquetado tradicional. Sin embargo, también presenta grandes lagunas. Una de ellas es que solo castiga severamente aquellos productos con cantidades desorbitadas de azúcar pero valora de forma positiva algunos productos que aportan bastante cantidad de este nutriente. Entenderán ustedes que no es coherente subir el prec io de los productos azucarados y luego etiquetarlos positivamente.
Estimados lectores de LA VERDAD, podría centrarme en otras medidas que deberían acompañar a la anunciada hace unos días por el Gobierno. Entre ellas se encuentran fomentar la educación nutricional, regular la publicidad infantil de productos azucarados, prohibir que espectáculos deportivos que siguen millones de adolescentes sean patrocinados por alimentos insanos o restringir el acceso de menores a las bebidas energéticas. Sin embargo, prefiero acabar este artículo con una petición personal. Por favor, a la hora de adoptar este tipo de decisiones (y también de enjuiciarlas) basémonos únicamente en lo que dicen las evidencias científicas, sanitarias y económicas. El conocimiento no entiende de ideologías ni de intereses personales. Nuestra salud tampoco.
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