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En casa tenemos una gata. Se llama 'Mía'. La encontramos abandonada hace dos años y, desde entonces, forma parte de nuestras vidas. Mejor dicho, es ... la reina de la casa. Pero existen muchas cosas relacionadas con nuestra gata que, durante mucho tiempo, no logramos entender. ¿Y por qué les cuento esto en una página dedicada a la divulgación científica? Porque los principales objetivos de la ciencia moderna son describir, explicar y predecir el comportamiento del mundo que nos rodea... y les puedo asegurar que las sensaciones placenteras que se sienten cuando logramos comprender, gracias a la ciencia, los acontecimientos que forman parte de nuestra vida cotidiana, son maravillosas.
A los pocos meses de llegar a casa 'Mía' contrajo el virus de la inmunodeficiencia felina, del que no habíamos oído hablar anteriormente. Luego nos enteramos de que se trata de un lentivirus de la familia Retroviridae causante del sida felino. Este virus afecta a un 11% de los gatos del mundo y no se puede transmitir a los seres humanos ni a otros animales. Afortunadamente, 'Mía' se recuperó.
Para celebrarlo le compramos Catnip, la famosa hierba para gatos. Tras mordisquearla se puso eufórica, posteriormente agresiva y terminó entrando en éxtasis viendo alucinaciones. Tardamos en saber la razón. Al morder la planta se libera la nepetalactona, una molécula perteneciente a la familia de los terpenos, utilizados industrialmente en la elaboración de aceites esenciales o compuestos farmacológicos. Al liberarse el terpeno interactúa con el epitelio olfativo de los gatos y estos empiezan a comportarse extrañamente. Eso sí, aunque sus efectos son evidentes queda mucho por investigar acerca del mecanismo concreto de actuación de este terpeno.
'Mía' es una gata tricolor. ¿Tiene algo que ver con su sexo? Sí. Como en el resto de mamíferos, los gatos tienen dos cromosomas sexuales: X e Y. La madre da el cromosoma X y el padre puede dar X o Y. Pues bien, si ven a un gato cuyo pelaje tiene tres colores distintos –gatos calicós–, pueden apostar que es hembra. En los gatos, el gen para el color naranja está ubicado en el cromosoma X y puede tener un alelo para el color negro. Por tanto, la única forma en que ambos alelos se den juntos y combinados con blanco es que haya dos cromosomas X, es decir, que sea una gata. Por lo general, los machos solo tienen un color además de blanco. Por ello aproximadamente solo uno de cada tres mil gatos tricolores es macho.
¿Y es cierto que la temperatura puede influir en el color de un gato? Sí. Los gatos tienen una enzima (una proteína que acelera reacciones químicas) llamada tirosinasa. Es la responsable de producir en última instancia melanina, el pigmento responsable de las manchas oscuras que aparecen en su piel. Pues bien, en el caso de los siameses esta enzima no se encuentra activa a la temperatura corporal que tienen estos gatos (37ºC). De ahí que el color predominante de su piel sea claro. Sin embargo, cuando baja la temperatura la proteína se activa y se desencadenan una serie de reacciones enzimáticas y químicas que dan lugar a la melanina, oscureciéndoles la piel. Por eso cuando hace calor el gato siamés presenta más superficie blanca y cuando hace más frío presenta más zonas de color oscuro.
Nuestra gata tiene un ojo totalmente marrón y otro completamente verde. La razón la encontramos en la heterocromía. Se trata de una anomalía que, aunque puede afectar a la piel o al cabello, lo más frecuente es que afecte al iris de los ojos. La heterocromía ocurre cuando una persona, o un individuo de otra especie animal, tiene demasiada (o muy poca) melanina en el cuerpo.
Los primeros días 'Mía' se escondía en una caja de cartón que hay en la habitación de mi hija. ¿Por qué a los gatos les gusta tanto hacer eso? Porque el estrés que sienten al estar en una casa por primera vez se reduce gracias a las endorfinas que se generan al rozar su piel las paredes de una caja.
Siempre nos ha llamado la atención que 'Mía' sea capaz de beber agua sin derramar ni una gota. La responsable de esa habilidad es una disciplina científica llamadafluidodinámica. Para beber agua los gatos emplean un sofisticado sistema basado en el equilibrio de dos fuerzas físicas, la gravedad y la inercia del fluido. Lo primero que hacen es curvar la lengua ligeramente hacia atrás en forma de 'J' mayúscula. Luego acercan solo la punta de la lengua al agua, sin sumergirla, y rápidamente la pliegan a toda velocidad arrastrando una buena cantidad de líquido hacia arriba. Al tocar la superficie líquida se forma una columna de agua que sube por inercia y, cuando tienen toda el agua dentro de la boca, cierran la mandíbula antes de que el agua se caiga por acción de la gravedad. Por el contrario los perros beben a «cucharadas» ya que ponen la lengua en forma de cuchara. Por ello se mojan hocico y labios al beber.
¿Y por qué los gatos se lamen el cuerpo? Porque tienen en la lengua una serie de espinas curvadas en la misma dirección llamadas papilas con las que se rascan la piel. Además, en la punta de esas papilas tienen unas cavidades huecas donde almacenan la saliva. Mediante técnicas de tomografía computarizada se ha observado como cada cavidad, que tiene forma de U, puede almacenar hasta 4.1 µL de saliva. Esa saliva la usa 'Mía' para lavarse y refrescarse. Lo tiene todo planeado.
Estimados lectores de LA VERDAD, espero que después de leer este artículo miren a sus animales no solo con cariño sino también con los ojos de la ciencia. Pero, sobre todo, espero haber sabido transmitirles el principal mensaje que se esconde tras este texto. La ciencia, la obra de arte colectiva más importante de la humanidad, no está únicamente detrás de los grandes observatorios, los nuevos fármacos o los dispositivos móviles. También forma parte de nuestra vida cotidiana, ayudándonos a comprenderla y a mejorarla. Es fascinante.
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