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El Real Casino de Murcia es un maravilloso laboratorio multidisciplinar. En su interior encontramos física en sus vidrieras y espejos, geometría en sus arcos y ... esculturas, química en sus cuadros y tapices, arquitectura en sus pilares... Pero lo que poca gente conoce es que en el exterior de este emblemático edificio se puede estudiar una de las disciplinas que más me apasiona, la paleontología, la ciencia que estudia los seres orgánicos que habitaron la Tierra en épocas pasadas y cuyos restos se encuentran fósiles. Les cuento.
En el zócalo de la fachada del Real Casino encontramos el famoso 'jaspe rojo' de Cehegín, una preciosa estructura nodular muy utilizada históricamente en edificios monumentales. Lo primero que debemos aclarar es que en realidad este material no es un jaspe. El verdadero jaspe es una roca sedimentaria que se utiliza para ornamentación o como gema. Sus colores rojos, violáceos, grises o negros, que a veces tornan a verdes, amarillos o pardos, e incluso en ocasiones combinados, le dan una belleza inusual. El jaspe procede de un fango de radiolarios silicificado desde el comienzo de la diagénesis, que es el conjunto de procesos deformación de una roca sedimentaria a partir de sedimentos. Por el contrario el mármol de Cehegín, según el paleontólogo Gregorio Romero Sánchez, no es sino piedra caliza carbonatada de color rojizo. Esto quiere decir que no tiene el sílice característico del jaspe, sino carbonato cálcico, típico de los mármoles.
¿Y qué tiene que ver esto con el residente más longevo de Murcia? Mucho. Debido a esta peculiar estructura y a otra sorprendente razón que les explicaré posteriormente, el mármol de Cehegín suele contener gran abundancia de restos fósiles que se han ido depositando durante miles de años. Pues bien, en la parte izquierda del zócalo de la fachada del Real Casino de Murcia, difícil de ver si no nos fijamos atentamente, existe una espiral de pequeño tamaño y color blanquecino.
Muchas personas piensan que dicha espiral ha sido pintada. Otras creen que es un defecto del mármol. Pero la realidad es que estamos ante elresidente más viejo que actualmente tiene la ciudad de Murcia. Se trata de un ammonoideo (más conocido como amonite), un molusco cefalópodo que existió en los mares desde el Devónico Medio (hace unos 400 millones de años) hasta finales del Cretácico (hace 66 millones de años) y que decidió venir a Murcia a comienzos del pasado siglo XX cuando se erigió el Real Casino.
Los amonites poseían una concha fina de aragonito y una ornamentación muy marcada, constituida por costillas bien definidas. Más difícil es saber cómo era su cuerpo blando, que no ha quedado fosilizado. Se supone que eran parecidos a la de algunos moluscos como los nautilos (un suborden de cefalópodos) con una corona de tentáculos en la cabeza que asoman por la abertura de la concha.
Una de las características más peculiares de la concha de nuestro habitante más antiguo es su forma de espiral que está asociada a la matemática serie de Fibonacci, una sucesión infinita de números naturales:0, 1, 1, 2, 3, 5, 8, 13, 21, 34, 55, 89, 144, 233, 377, 610, 987, 1597... La serie de Fibonacci tiene numerosas aplicaciones en ciencias de la computación, matemáticas y teoría de juegos. También aparece en configuraciones biológicas como, por ejemplo, en las ramas de los árboles, en la disposición de algunas hojas, en las flores de girasoles, en las inflorescencias del brécol romanesco, etc.
Mucha gente confunde la famosa serie de Fibonacci con la no menos célebre razón áurea Φ... Sin embargo, y aunque visualmente parezcan similares, la espiral de Fibonacci y la espiral áurea no son iguales. La espiral áurea es una espiral logarítmica asociada a las propiedades geométricas del rectángulo dorado, es decir, la razón de crecimiento es Φ... Aparece representada en diversas figuras de la naturaleza, así como en el arte. Por otra parte la espiral de Fibonacci es una aproximación de la espiral áurea generada al dibujar arcos circulares que conectan las esquinas opuestas de cuadrados cuyos lados responden a la sucesión de Fibonacci.
Una vez identificado y analizado el habitante más viejo de la ciudad en la fachada del Real Casino de Murcia, llega el momento de hacernos la gran pregunta: ¿Cómo es posible que un molusco marino fuese a parar a una roca de Cehegín, un municipio de la Región de Murcia situado en la Comarca del Noroeste y al que el mar le queda bastante lejos?
Hace unos 250 millones de años, durante el Mesozoico, cuando todavía existía un supercontinente conocido como Pangea (toda la tierra emergida estaba unida), había un enorme mar tropical al que los científicos llaman Tetis. Las condiciones resguardadas, cálidas y poco profundas de este mar lo convirtieron en un hervidero de vida en el que habitaban desde monstruosos reptiles marinos a coloridos arrecifes de todo tipo.
Los fondos de Tetis se encuentran hoy en las cumbres de los Alpes, los Pirineos, del Cáucaso y del Himalaya... y también en las sierras del sur de España. Nuestro Mar Mediterráneo son restos de este antiguo mar. ¿Esto que implica? Que hubo un tiempo en el que por encima de la Región de Murcia habían varios metros de agua cálida y salada.
La tectónica de placas «elevó» los suelos marinos hasta convertirlos en montes y llanuras. Muchos de los habitantes marinos quedaron atrapados y fosilizados por la geología y, millones de años después, expuestos al aire libre. Ahí tienen la repuesta a la presencia de nuestro querido amonite en el mármol de Cehegín, una ciudad que hubo una época en la que estuvo sumergida bajo el mar.
Estimados lectores de LA VERDAD, si quieren conocer más acerca de nuestro habitante más antiguo cojan su móvil, diríjanse al Real Casino de Murcia y busquen un tótem que hay en la puerta donde se lee la palabra MURCIENCIA. Allí encontrarán un código de barras... y hasta ahí puedo leer.
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