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Muchos de los artículos publicados en esta sección los he destinado a desmontar algunas de las 'trampas legales' utilizadas en las etiquetas de alimentos. Los ... suelo acabar reclamando un nuevo sistema de etiquetado basado en el respeto al consumidor y no en las medias verdades. Pues bien, el nuevo sistema ha llegado. Se llama Nutri-Score y parece ser que será implantado próximamente. ¿Estoy contento? No. Es una oportunidad perdida.
Según la actual normativa europea en las etiquetas de productos alimenticios puede aparecer, además de la información obligatoria (lista de ingredientes, información nutricional, etc.), un sistema de «etiquetado frontal de alimentos» o FOPL (del inglés Front-Of-Pack-Labelling).
Uno de estos sistemas es el famoso Nutri-Score, un FOPL vigente en Francia desde 2017 y en Bélgica desde 2019 de forma voluntaria. Se trata de un sistema de clasificación de cinco letras y colores, en el que la A (de color verde oscuro) es la mejor opción nutricional y la E (de color roja) la peor, pasando por la B, C y D. A cada alimento se le puntúa a través de un algoritmo que valora los aportes nutricionales positivos (contenido en frutas y verduras, fibras, proteínas, frutos secos y aceites de oliva, colza y nuez) y los negativos (energía, grasas saturadas, azúcares y sal).
Su principal objetivo es informar a los consumidores del valor nutricional del producto con solo echar un vistazo a la etiqueta. La idea original era que gracias a Nutri-Score se pudieran comparar alimentos de diferentes familias (leches/galletas), alimentos de la misma familia (leches desnatadas/enteras) y alimentos de diferentes marcas (leches enteras de distintas empresas). Otro objetivo de este FOPL era que la industria alimentaria mejore la composición nutricional de sus productos. Se espera que las empresas cuyos alimentos sean mal valorados los reformulen para obtener una mejor puntuación en la escala Nutri-Score. A nadie le gusta salir mal en la foto.
¿Tiene aspectos positivos este nuevo sistema de etiquetado frontal de alimentos? Sí. Acierta en los extremos de la escala. Los alimentos clasificados como A por Nutri-Score suelen ser son buenos (ensaladas listas para su consumo) y loscalificados como E son malos (bebidas energéticas). Para llegar a esa conclusión tampoco hacía falta este FOPL.
Los primeros problemas relacionados con Nutri-Score llegaron al comprobar que algunos refrescos 'zero' (que es no es que sean las peores pero tampoco son las bebidas más recomendables) eran muy bien valorados con una B, mientras que alimentos como el aceite de oliva obtenían una triste D por su contenido energético.
Ante la oleada de criticas, los defensores del Nutri-Score aclararon que esta herramienta no debe utilizarse para distinguir productos sanos de insanos. Tampoco para comparar alimentos de categorías diferentes. Solo es útil para distinguir entre el valor relativo de productos de la misma categoría (por ejemplo para establecer cuál de las diferentes marcas de galletas es mejor... lo que no significa que una galleta sea recomendable). Todo esto va a confundir muchísimo más al consumidor. Lo ideal sería un etiquetado que, de forma intuitiva y sin sembrar dudas, indicara si un alimento es recomendable o no. Y punto.
El sistema chileno de etiquetado, basado en sellos claros de advertencia en productos insanos, y que no permite publicidad de alimentos poco saludables dirigidos a la población infantil, es un buen ejemplo. Prohíbe y educa al mismo tiempo.
Los responsables del Nutri-Score también dieron marcha atrás respecto al aceite de oliva y lo incluyeron, junto al de nuez y al de colza, en la categoría de los alimentos a valorar positivamente.
Otro fallo del Nutri-Score lo encontramos en que permite que alimentos insanos (como algunos cereales para desayunar), calificados inicialmente con una letra D por contener una alta cantidad de azúcar, pasen a obtener una maravillosa B por el simple hecho de añadirle una pequeña cantidad de fibra para modificar el algoritmo. El producto en su conjunto sigue siendo igual de insano. Este error se llama nutricionismo, y se basa en valorar a un producto por sus ingredientes individuales y no por el global del alimento.
Algo que me tiene perplejo es la buena calificación (B) que se le da a algunos productos congelados, como es el caso de algunas bolsas de patatas o de churros listos para freír. ¿Nadie ha caído en que las patatas o los churros deben ser fritos antes de consumirlos con lo que su famosa B cambiaría?
El Nutri-Score tampoco considera correctamente el grado de procesamiento de los alimentos, ni la calidad de la proteína de los mismos, ni diferencia entre la cantidad y calidad de la grasa presente. Además, los estudios científicos existentes hasta ahora sobre la influencia del Nutri-Score en los hábitos de compra de los consumidores de otros países son poco esperanzadores.
Podría seguir poniendo ejemplos negativos de este nuevo sistema de etiquetado, pero en mis artículos me gusta proponer soluciones a los problemas que les presento. La solución que planteo para solucionar el caos del etiquetado, además de imitar el sistema chileno y en el supuesto caso de que de verdad se quiera resolver el problema, es bien sencilla.
El Reglamento europeo 1924/2006 que regula las declaraciones nutricionales y de propiedades saludables en los alimentos advierte en su artículo 4 que han de establecerse los «perfiles nutricionales específicos» que deberán respetarse para la utilización de declaraciones nutricionales y de propiedades saludables de los alimentos... y que estos perfiles deberían estar definidos a más tardar el 19 de enero de 2009. Pues bien, llevamos más de 12 años de retraso para concretar qué productos podrían llevar, y cuáles no, declaraciones de propiedades saludables y nutricionales. No hay que inventar nada nuevo. Solo cumplir un reglamento ya existente. Con ello se acabarían las grandilocuentes declaraciones nutricionales o de salud, aunque el producto en cuestión sea un refresco, aperitivo, galleta, cereales, etc. y vaya hasta las trancas de sal, azúcar o grasas nada saludables.
¿Y por qué en Europa no se ha dado ya ese paso e inventamos engorrosas alternativas como el Nutri-Score? Piensen...
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