Los criminales de las pateras

Este año ha estado marcado por el mayor desafío migratorio en España desde la crisis de los cayucos de 2006, y la Región de Murcia, como tantas veces, ha sido destino directo e indirecto de la oleada. Por un lado, más de 2.400 personas fueron rescatadas a bordo de pateras cuando trataban de llegar a nuestras costas. Por otro, varios cientos de migrantes han sido trasladados a Cartagena desde Canarias para ser atendidos en el campamento temporal que el Ministerio tuvo que habilitar para hacer frente a una avalancha que ha dejado en lo que va de año más 30.000 personas en el archipiélago.

La elección del antiguo hospital naval de la ciudad portuaria para el establecimiento de un campamento temporal, que ya se encuentra al 100% de su capacidad, con 600 personas, así como la posibilidad de que se estableciera allí un Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) -una idea ya desechada por el ministro Escrivá-, ha avivado protestas de colectivos vecinales y provocado quejas del Ayuntamiento. Se puede debatir si es un error, como defiende la alcaldesa Noelia Arroyo, derivar más inmigrantes a una ciudad que ya recibe un importante flujo migratorio, aunque a buen seguro el Ministerio ha ponderado multitud de factores para tomar la decisión. Lo que no tiene cabida es el racismo. Tampoco el oportunismo ante un reto tan complejo. Han sido especialmente lamentables las declaraciones de representantes políticos vinculando este drama con la criminalidad, gasolina para un incendio intencionado que ojalá que nunca prenda.