El giro a ninguna parte

Primero fue la desaparición de Ciudadanos y el debilitamiento de Podemos en los comicios regionales y locales del 28 de mayo. Las dos formaciones que emergieron como posibles alternativas al PP y el PSOE de las ruinas de la crisis económica y política de 2008 no supieron digerir el éxito obtenido en sus primeros años y que les permitió gobernar merced a acuerdos precisamente con los partidos que criticaban. Un único concejal conserva la formación naranja en la Región, mientras que Podemos, aunque mantuvo los dos diputados en la Asamblea, sufrió un importante retroceso en los ayuntamientos. El repliegue morado prosiguió en las elecciones generales del 23 de julio y todo parece indicar, a la vista de su ruptura con Sumar, que no ha terminado. Como consecuencia de ello, el PP y el PSOE recuperaron su papel como principales referencias políticas.

Pero más relevantes fueron los cambios operados en ambos partidos y que impregnarán sus políticas en los próximos años. El primero fue el giro a la derecha de los populares a causa de los pactos de gobierno que se vieron obligados a suscribir con Vox tanto en el Parlamento autónomo, a pesar de la clara victoria del PP que le dejó a dos escaños de la mayoría absoluta, como en municipios tan importantes como Cartagena y Lorca.

El segundo fue el giro a ninguna parte por el que se aventuró el PSOE a causa de las concesiones prometidas a los independentistas catalanes, entre ellas la polémica ley de amnistía, para que Pedro Sánchez pudiera seguir en el palacio de La Moncloa. La primera consecuencia ha sido la pérdida de apoyos de los socialistas entre la población, pero las más graves vendrán cuando regresen los prófugos de la Justicia y Cataluña empiece a disfrutar de privilegios a costa del resto de comunidades.