![La Región ha perdido el 40% de su suelo agrícola desde el año 2000](https://s1.ppllstatics.com/laverdad/www/multimedia/2025/01/28/198385629--1200x840.jpg)
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En 2022, último año del que se han publicado datos completos en la estadística agraria oficial de la Región de Murcia, la superficie de cultivo ocupaba poco más de 360.000 de los 1,31 millones de hectáreas sobre los que se extiende la Comunidad Autónoma. Es casi un 18% menos que solo cinco años antes, un 34% por debajo de la cifra registrada una década antes y hasta un 40% menos si lo comparamos con la del año 2000. En menos de quince años, por tanto, la región ha perdido paulatinamente casi 250.000 hectáreas de cultivos.
Un artículo de la revista científica especializada en geomorfología del suelo 'Catena', firmado por dos expertos del departamento de Geografía, Asunción Romero y Alfredo Pérez, junto a la investigadora del departamento de Química Agrícola, Geología y Edafología Purificación Marín, todos ellos de la Universidad de Murcia (UMU), analiza el fenómeno. Los especialistas repasan la situación en Europa para conocer su incidencia junto a las causas y las consecuencias que pueden derivarse, a lo largo de un trabajo en el que se centran en el estado de la Región de Murcia. Esta geografía se ha seleccionado como caso de estudio, «ya que ha sido identificada como un punto crítico de abandono de tierras agrícolas» en un continente en el que se estima que en torno al 30% de su superficie de cultivo (56 millones de hectáreas) está en riesgo, al menos moderado, de abandono. En casi la mitad de los países miembros de la Unión Europea (UE), ese porcentaje aumenta hasta el 50%.
Lo que convierte a este rincón del Sureste español en un área crítica es que en unos años ha experimentado disminuciones superiores al 30% en el uso de la tierra agrícola. Tras realizar un «análisis morfométricos de varios campos y estimaciones de pérdida de suelo en 57 áreas de tierra abandonadas» en la comunidad autónoma, y completar análisis físicos y químicos de suelos en 15 áreas seleccionadas, los autores evidencian varias circunstancias. «Los resultados –recoge el artículo– mostraron que las terrazas de cultivo abandonadas en suelos francos favorecen los procesos de conducción debido a sus superficies planas y a la formación de una red hidráulica. gradiente. Además, los suelos con una estructura deficiente, textura fina y bajo contenido de materia orgánica son vulnerables a los procesos de erosión».
Los investigadores también aluden a que «el aumento del porcentaje de sodio de intercambio, la conductividad eléctrica, la relación de absorción de sodio y el porcentaje de sodio soluble contribuyen a estos procesos». «Los resultados de este estudio –sintetizan– confirmaron los efectos perjudiciales de abandonar las tierras agrícolas». A lo largo de la investigación, continúan los autores, «descubrimos que múltiples factores contribuyentes condujeron a una severa erosión en tierras abandonadas en la Región de Murcia». Para enfrentar este mal, proponen, «se requiere una planificación y gestión eficientes del uso de la tierra, especialmente para el abandono de la tierra en cuencas de neógeno y cuaternario en regiones semiáridas» como las del Sureste de España, donde se ha centrado el estudio.
«Nuestro objetivo fue identificar el estado actual del abandono de tierras agrícolas en Europa, investigar sus principales causas y consecuencias y proponer soluciones de gestión basadas en proyecciones futuras», detallan los científicos en el texto, publicado el pasado junio. En él se apunta que «el abandono de tierras agrícolas ha recibido [y continúa haciéndolo] una atención cada vez mayor por parte de la comunidad científica y los tomadores de decisiones en los últimos años».
Uno de los tres aspectos recogidos como destacados en el artículo de Romero, Pérez y Marín, en forma de titular, alude a la existencia de «una necesidad crítica de planificación y gestión efectiva del uso de la tierra, particularmente en regiones semiáridas como Murcia».
En cuanto al futuro, la tendencia no parece que vaya a revertir: « Se prevé que las áreas abandonadas aumentarán sustancialmente en todo el mundo en el siglo XXI». En este marco, España se conforma, junto a Polonia, como el país miembro de la Unión Europea (UE) donde se prevé que se pierda mayor cantidad de tierras agrícolas, tanto en términos absolutos como relativos. Un tercio de toda la superficie agrícola que se estima que perderá la UE hasta 2030 será en estos dos países, y además España será el único de toda la Unión que perderá más de un millón de hectáreas en ese plazo.
El artículo recoge las impresiones de un reciente estudio del Centro Común de Investigación (JRC), que es una entidad encargada de asesorar a la Comisión Europea y los estados miembros, en el que se apunta «que la Región de Murcia tiene un alto potencial para la producción agrícola (con cultivos intensivos permanentemente), pero se enfrenta a severas amenazas ecológicas y sociales que contribuyen a la tierra altamente concentrada, el abandono de la tierra y el riesgo generalizado de una gestión de la tierra deficiente».
El artículo de la revista 'Catena' firmado por tres científicos de la UMU sobre la pérdida de suelo agrario recuerda que la Región de Murcia «es un ejemplo de un área mediterránea que depende en gran medida de las transferencias de recursos hídricos externos (ríos Tajo y Segura) para apoyar la producción agrícola a gran escala, así como el fuerte aumento de la demanda debido al turismo y la posterior construcción de infraestructura en la costa». En esta comunidad autónoma, «el compromiso actual con la agricultura competitiva basada en el riego (con agua de otra región) ha promovido la gestión intensiva de la tierra en las tierras bajas, mientras que la marginación y el abandono han aumentado en tierras secas».
Además, continúa el texto, «la Región de Murcia enfrenta un desafío particular al adaptar el soporte de la PAC [Política Agrícola Común] a los tipos de agricultura altamente variables en el área».
Los autores inciden en que «el abandono de la tierra está influenciado por varios factores socioeconómicos, políticos y ambientales que cambian en el tiempo y el espacio y tienen graves repercusiones sociales y ambientales». Como ejemplo, los autores señalan cómo «la inmigración a nuevas áreas puede ampliar las oportunidades económicas para una población rural, mientras que la mala gestión de la tierra puede conducir a la erosión del suelo».
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