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Hace unos meses la Comisión Europea concedió la financiación del proyecto titulado 'Digitalización de un manejo eficiente de la fertirrigación para una agricultura sostenible', dentro ... de la convocatoria Life-Clima, que es una de las más competitivas que existen. Sin lugar a dudas podemos considerar a este proyecto como el más ambicioso en el ámbito de la digitalización en la agricultura. Está coordinado por la Universidad Politécnica de Cartagena, no sólo por las empresas que componen el consorcio, todas ellas de reconocido prestigio en el sector de la tecnología del agua, como Azud, FMC, Agbar, Aquatec y Cetaqua, sino también por el protagonismo que tienen en el proyecto las comunidades de regantes, como Campo de Cartagena, Pliego, Totana, Pulpí, Acequia Real del Júcar, Comunidad de Usuarios de Aguas Subterráneas Mancha Occidental II y la Federación Nacional de Comunidades de Regantes. El principal objetivo del proyecto es la implementación de una herramienta digital para monitorizar el manejo sostenible de la aplicación de agua y nutrientes, el desarrollo del cultivo y la sanidad vegetal mediante la extrapolación de indicadores del estado hídrico del suelo y la planta obtenidos en parcelas demostrativas a una mayor escala, como la superficie de comunidades de regantes, y a través de índices multiespectrales calculados a partir de datos obtenidos por drones y satélites.
En los últimos años, la digitalización, o al menos la denominada sensorización, ha desembarcado con más intensidad en nuestros cultivos de regadío. Su principal propósito es mitigar la incertidumbre que supone para el agricultor la falta de agua para el riego.
Sin embargo, esta invasión de sensores y de información no se está aprovechando en toda su magnitud, debido a diferentes causas, pero sobre todo a la falta de un adecuado acompañamiento al agricultor. No debemos olvidar que un 67% del tamaño medio de las explotaciones agrícolas en la Unión Europea es inferior a cinco hectáreas, y además la agricultura es un sector cada vez más envejecido. Tan solo un 10% de los agricultores tienen menos de 40 años, y un 91% no posee una formación especializada en tecnología. Por todo esto, la información procedente de los sensores debe traducirse a un lenguaje que los usuarios entiendan, y que realmente sea útil a la hora de la toma de decisiones sobre el riego. No se trata de instalar un sensor y desaparecer, sino de acompañar, explicar y aconsejar.
El principal reto de la agricultura del siglo XXI es alimentar a una población creciente, con cada vez menos recursos y de menor calidad y con una enorme incertidumbre por la disponibilidad de agua debido a un evidente cambio climático
Y hay que lograrlo siendo compatible con el medio ambiente y siendo, a su vez, transparente con la sociedad, porque el agricultor es el más interesado en incrementar la sostenibilidad de sus cultivos y demostrarlo. Por todo eso, aprovechemos la digitalización como gran aliado junto a la agronomía para lograr que se cumpla aquel clásico postulado de la física que decía «lo que se puede medir se puede optimizar».
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