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MANUEL MADRID
Sábado, 18 de marzo 2023, 08:07
Encantada de volver por estos fueros, y de establecer contactos con el alumnado de la Universidad de Murcia, otro contexto. «¡Viva el viaje también dentro ... de la universidad!», proclama la orientalista y teórica del viaje Patricia Almarcegui (Zaragoza, 1969), que ofrecerá la ponencia inaugural de los VI Encuentros con la Literatura en Murcia, organizados por la profesora Carmen Pujante, que arrancan el próximo lunes 20 de marzo, a las 18.30 horas, en el Hemiciclo de la Facultad de Letras de la UMU. Posteriormente participará en la mesa redonda 'Literatura itinerante: la mirada escrita', en la que, moderados por Consuelo Mengual, intervendrán también el escritor lorquino Antonio J. Ruiz Munuera, autor de 'Ojo de pez', 'La ira del insecto', 'La luz de Yosemite' y 'La Troupe', y la filósofa y profesora de Sociología de la UMU Cristina Guirao, autora de 'Crónicas a contrapelo'. Almarcegui, escritora y profesora de Literatura Comparada, se pregunta por qué escribir hoy un libro de viaje. Y lo hace después de entregar a los lectores los más originales volúmenes en español en narrativa viajera, y tras volcarse especialmente en visibilizar la mirada de las viajeras. En su riquísimo imaginario no faltan referentes del género como la británica Lady Montagu o la suiza Annemarie Schwarzenbach.
No sabemos hasta cuándo dura la vida. Fred Astaire podía dar la respuesta en una coreografía, y en frases a grabar en piedra como esta: «Quizás se avecinen problemas, pero mientras tengamos luz de luna y música, amor y romance, afrontemos las consecuencias y bailemos». Lo cierto es que Almarcegui, habituada desde la infancia a ese ejercicio intelectual que es la danza [fue bailarina del Balleto Di Roma], viene a Murcia también a bailar, si bailar es también viajar, y viajar no es más que vivir, y para vivir, además de bailar y viajar, necesita escribir. En este encuentro en Murcia hablará de las cosas que considera más importantes para representar en el viaje, a partir de tres libros muy concretos: 'Conocer Irán' (Fórcola, 2018), 'Una viajera por Asia Central' (Universidad de Barcelona, 2017) y 'Cuadernos perdidos de Japón' (Candaya, 2021). ¿Cómo se enfrentó a la escritura? ¿cómo surgieron esos proyectos?
«La crisis está modificando la mirada sobre los lugares»
«Quiero hablar en Murcia de lo importante que es para mí escuchar, que el texto resuene, que sea leído como si estuviera escuchándose. Escuchar, por supuesto, en el viaje, no solo mirar y contemplar. También es importante en mi escritura la imagen como elemento literario de expresión». A partir de 'Cuadernos perdidos de Japón', por ejemplo, a partir de su propio contenido y estructura –influida por la poética, sin duda, pero también por la estética de la «excepcional» literatura femenina del siglo VII al IX en Japón–, consigue que aparezca un país. Y no con una narración clásica, sino con otra manera de representar el viaje.
¿Cómo ha cambiado el viaje después de la pandemia? ¿Cómo habría que hablar del viaje en este mundo tan cambiante e imprevisible? Almarcegui está convencida de que hoy quien viaja piensa que en cualquier momento puede dejar de viajar. «Es así. Hay una mayor selección en los destinos. Y eso ha obligado a ver de otra manera nuestro espacio más próximo. Lo de lejos o cerca lo vemos ya de otra manera. Tanto es así que los viajes dentro del país se han ampliado. Estamos en un contexto de crisis absoluta, y no hablo de crisis climática, y la crisis está modificando nuestra mirada sobre los lugares y, por supuesto, sobre la escritura a partir de esos lugares. Crisis climática, crisis social... a partir de la guerra de Ucrania, el mundo también ha cambiado. Yo no he podido volver a San Petersburgo. ¡Irán!... no es solo un cambio político, sino un cambio motivado por una crisis social y económica brutal, incrementada además por la covid. A Irán, de pronto, no puedes viajar. Entonces, como escritora también hay que plantearnos cómo todos esos cambios constantes están modificando nuestra mirada».
«En Japón hay pobreza y desigualdad también»
Si el viaje es escribir sobre un sitio al que, quizás, solo vas a ir una sola vez en tu vida, «porque eso es el viaje desde siempre, quizás no vuelves ya a ese lugar, esa enorme tensión debido a las últimas crisis hay que plasmarla». El viajero tiene que tener «una percepción política, ética y estética, porque a mí no me interesa solo una percepción estética, y todo eso no está en la literatura de viajes de hace 40 o 50 años», entiende la autora de 'Los libros de viaje: realidad vivida y género literario' (2005), 'Ali Bey y los viajeros europeos a Oriente' (2007), 'El sentido del viaje (2014, 2º Premio de Ensayo Fray Luis de León), 'Los mitos del viaje. Estética y cultura viajeras' (2019), y también de las novelas 'El pintor y la viajera' (2011, traducida al francés y al persa) y 'La memoria del cuerpo' (2017).
A raíz de publicar 'Cuadernos perdidos de Japón' (un éxito de ventas, va por la tercera edición, y aluvión de críticas), muchos lectores han reparado en que Almarcegui no ofrece la visión tópica de un país feliz. «No es que yo hable de cosas negativas, o de crisis, sino de la realidad de Japón, que hay pobreza y desigualdad también. Y esto me lleva a pensar que el libro de viaje se ha considerado un género feliz, cuando lo cierto es que hay que hablar de todas las caras». Una mirada panorámica.
En el último año ha realizado tres viajes a Venecia. «Vuelvo porque es una delicia, porque voy a publicar en 'El País' una cosa sobre el archipiélago veneciano, y he estado leyendo mil cosas allí, en ediciones de Venecia, que es un lugar con diversos frentes: el archipiélago, la ciudad, la relación con la 'terra ferma'... de tanto ir ya veo otras cosas. He continuado yendo a Venecia porque el hecho de que no haya coches también relaja mucho, no tienes más remedio que estar allí mirando, en silencio, y reflexionando. Es otra percepción. Quizás haga algo más... ya veremos». ¡Ya leeremos!
En unos meses, en junio, está previsto que Candaya, dentro de la colección Candaya Narrativa, publique su tercera novela, 'Las vidas que no viví', sobre la reconstrucción de dos vidas y de un espacio en común, sobre la exploración de una isla y de dos países, mundos aparentemente inconexos que terminarán por colapsar. Es una de las novedades que anunciaron a primeros de 2023 los editores Olga Martínez y Paco Robles, cuyo fallecimiento a finales de enero sobrecogió a muchos lectores, también en la Región de Murcia, donde la editorial tiene un batallón de incondicionales. «Estoy muy contento con ellos, y es dramático lo que ha pasado. Eduardo Ruiz Sosa [autor mexicano afincado en Barcelona, autor de 'El libro de nuestras ausencias' y 'Anatomía de la memoria'] ha estado esta semana en Menorca, y hemos recordado a Paco públicamente mucho y en los medios. Eduardo los considera prácticamente sus padres», dice con pesar Almarcegui, que en mayo de 2021 presentó en el Huerto Lab de Murcia, invitada por el librero y poeta José Daniel Espejo (Libros Traperos), junto a los editores, aquel volumen de Japón.
«La mujer que pudo viajar sabía más cuando volvía»
«Ellas también viajan, efectivamente». Una frase de Patricia Almarcegui de esas que no se olvidan, pronunciada en 'Talleres Islados', en Binicalsitx (Ferreríes, Menorca), en el verano de 2021, en su taller 'El mundo pasado por alto. Mujeres que escriben y viajan'. «Ellas también viajan, también ven, también reflexionan, y también son vistas cuando viajan por otros hombres y por otras mujeres, que eso es también importante. Porque significa ver a la mujer en plena disposición de movimiento, de libertad, decidiendo a dónde quiere ir, y cuando llegan al espacio público son vistas por otros hombres y mujeres que se mueven libremente. Claro que ellas viajan, porque la mujer ha sido la gran olvidada también en la literatura de viajes». Para Almarcegui, el viaje es conocimiento desde siempre, «y si la mujer no ha viajado hasta ahora no ha tenido esa accesibilidad al aprendizaje, al conocimiento, y si viajaba también se la consideraba peligrosa. La mujer que viaja es también peligrosa, porque la mujer que pudo viajar sabía más cuando volvía y podía hacer tambalear el orden patriarcal. Por tanto, las mujeres que viajan y leen son peligrosas».
¿Por qué eligió Menorca para vivir? Conocemos a Menorca como «la isla de los escritores», y no solo por la iniciativa de Mariona Fernández y Josep Maria Fontserè, promotores de Talleres Islados (cursos y seminarios con estancia en Menorca y Vidrà (Girona) impartidos por reconocidos autores del ámbito de las humanidades), sino porque este también es el lugar escogido por autores del género de viajes como el poeta, novelista, ensayista, traductor e hispanista holandés Cees Nooteboom, e incluso por Albert Camus (la familia materna del escritor y Nobel de Literatura de 1957 era de Sant Lluis, Menorca). «Menorca es uno de los sitios, según mi idea, más bellos que conozco, y la relación con la naturaleza para mí es importante. Tuve la suerte de decidir dónde quería vivir, y pude venirme a Menorca. De hecho, la novela que voy a publicar en junio trata sobre Menorca, igual también he tenido que venir aquí para acabar escribiendo sobre aquí. Le he dado muchas vueltas, pero precisamente ha salido otra voz mía, y por eso tenía que venir a vivir aquí. Es un lugar pequeño, que tiene otra manera de vivir, rodeado de agua, y eso para mí es el lugar ideal para trabajar. Recorrer medio mundo para acabar en una isla de 47x17 km. está bien. Yo lo que hago aquí es pasear, bañarme y trabajar, trabajar, trabajar. Es un refugio de escritura. Y además estoy encantada con los menorquines, con la vida cultural del Ateneu Científic, Literari i Artistic de Maó, que es muy activo. Así que estoy aquí encantada de la vida».
«La primera decisión en mi vida fue dedicarme a la danza»
Colaboradora de suplementos culturales de 'ABC', 'El País', 'La Vanguardia' o eldiario.es, Almarcegui es una enamorada del aprendizaje de otras lenguas, y además sabe bailar y salir airosa de los escenarios más variopintos. La disciplina de la danza (haber bailado profesionalmente de los 5 a los 14 años en Zaragoza) la tiene interiorizada. Contó hace no tanto que cuando empezó a estudiar Filología Hispánica y tenía que examinarse oralmente «yo prefería bailar, porque es lo que de verdad me parece difícil». Esa verdad y ese movimiento (cuerpo, vida) también están en su obra literaria y en su forma de encarar su misma existencia. La primera decisión que tomó en su vida, ser bailarina, la hizo más fuerte, sin duda.
Ese movimiento que la lleva por el mundo, de Zaragoza a Italia, de Barcelona («forma parte de mi educación sentimental por muchas cosas», «donde yo me proyecto como ancianita») a Irán y Jordania, de Menorca a Japón. El mundo como una gran casa. Reconciliada con su hogar materno, destaca la «bonita relación» que tiene hoy con Zaragoza, donde ya no están sus padres, pero donde se reencuentra con su contexto cultural, viéndola ya como una exploradora que reconoce su propia casa. Y los amigos, algo que le importa mucho, también la amistad concebida como un hogar donde uno halla el máximo confort. Y tampoco olvida la universidad, donde ha conseguido centrarse en el viaje como objeto de estudio. Es feliz así.
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