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Dice Ángel Haro (Valencia, 1958), artista plástico que ilustra hoy los dos poemas publicados en los años 20 en el Suplemento Literario de LA VERDAD, ... que tal vez Antonio Machado quizás no tenga la pegada mediática de Federico García Lorca y Miguel Hernández. «No es un desconocido, obviamente, pero siempre me ha parecido un tipo que mantiene una poética de la tierra. Es un poeta político, pero en el sentido de reivindicar las cosas de la vida de las que no se hablan porque parece que no son a priori grandes temas. Y, sin embargo, para él son temas fundamentales». A Haro, Antonio Machado le introduce en el derecho a tener sensibilidad con el entorno. «Es casi un poeta ecologista. Muy plástico, y él alude, no a un sentimiento hedonista, porque Antonio Machado no lo es, pero sí hay en él una reivindicación a sentir emociones con lo natural. Y lo natural está en la vista, en el olfato, en el oído... Consigue algo muy difícil: hacerte vibrar con cosas muy simples».
Haro se tiene por «un artista paisajista», y, aunque su obra es abstracta, lo cierto es que su vocación es paisajista. «Me siento cercano a esa sensibilidad, y en el paisaje hay problemas sociales, hay conflictos, y hay un ansia de libertad evidente», afirma.
Haro desconocía el poema de Machado dedicado a Eugenio d'Ors que fue publicado en LA VERDAD en 1924. «Es muy curioso cuando desde la pintura, la poesía o la música un autor o una autora se enfrentan a la tarea de hablarle a los ojos a otra persona. Y es un tipo de ejercicio que sucede en todas las artes y que es complejo. Yo como pintor puedo hacer un homenaje a Mozart, pero cuando me enfrento a otro pintor las cosas cambian. Hay un metalenguaje que entendemos dentro del mundo de la pintura, y la cosa se complica un poco más, hay menos margen para decir tonterías», señala, sin sorna.
Según Haro, Machado al enfrentarse al poema de Eugenio D'Ors conoce bien de quién va a hablar, y sabe que está trabajando con su literatura y con la de Eugenio a la vez. «Y ese ejercicio es muy complejo, porque no es un poema frontal, sino capas que se van superponiendo. Y eso me ha parecido fascinante». Es la primera vez que Haro ilustra una obra de los hermanos Machado. «Hace unos años», recuerda el artista, «visité la 'Ruta de Machado' en Segovia y paseé por la cuenca del río, y fui a la pensión donde él vivía, y es todo de una tristeza impresionante. Te imaginas a un sevillano viviendo ahí y te dan escalofríos. Es terrible imaginar que en condiciones tan extremas escribiera cosas hermosas».
Esta semana (22 de febrero) se conmemoró el 84 aniversario del fallecimiento de Antonio Machado en Collioure (sur de Francia). Coincide además con el primer aniversario de la invasión rusa en Ucrania. «Es terrible tener que salir de tu casa con tus hijos o con tus padres mayores, las imágenes son brutales. Yo nunca he estado en Ucrania, pero tengo amigos que me cuentan que Kiev era como Madrid. Vivimos en un mundo desinformado, y yo no me puedo creer que los rusos estén a favor de la guerra, debe haber una propaganda brutal. Si te bombardean con 'información' diaria así, tú crees al final eso. Pero esta guerra la han contado muy mal, porque empezó en 2014 con la invasión del Donbás. Recuerdo un documental en Netflix, que se llamaba 'Donbass', y fue empezar la guerra y lo quitaron. Porque hablaba de las barbaridades que los ucranianos hacían a los ruso parlantes en esa región. Nada justifica una guerra, pero hay un hecho insoslayable, que Gorvachov firmó los tratados de Minsk según los cuales se hacía un cinturón de seguridad en torno a la URSS, y la OTAN decidió dar un paso adelante, y eso es como pegarle una patada a un avispero. Hay un interés clarísimo, las empresas de armamento cotizan en bolsa a lo burro. No es que Putin sea un loco, es que hay intereses económicos clarísimos».
Haro fue uno de aquellos niños que en los años 60 emigró con sus padres a Francia. «Mi padre, que era una persona con una formación importante en metalurgia, aquí en España no podía trabajar, y tuvo que irse a Francia, donde hacía los trabajos sucios a los franceses, y allí nos trataban como aquí tratamos a los inmigrantes. Yo soy sensible a las migraciones y desplazamientos, porque aunque yo no lo viví de forma dramática, mis padres sí». Vivió 15 años en Francia. En un momento en que los españoles estaban mal vistos: «Yo he oído mil veces aquello de 'españoles de mierda'. Y mira que yo soy afrancesado, ¡y me encanta su cultura!, pero cuando veo que maltratamos a los inmigrantes aquí siento empatía y vínculo con ellos».
Antonio Machado muere, con su madre, en el exilio, al poco de cruzar la frontera. De su tiempo en Francia, curiosamente, Haro recuerda las tardes en París con gente vinculada a la izquierda que venían a hablar con su padre.
Hoy, con 64 años, no piensa en la jubilación: «Los artistas no nos jubilamos. Yo tengo la sensación de empezar, con la dificultad del principiante además». Sus creaciones responden más que nada a su curiosidad: «Los pintores somos de los artistas menos ensimismados». Es su convencimiento.
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