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Como se observa a lo largo del tiempo, cuesta mucho lograr acuerdos que obliguen a los gobiernos a limitar la aportación de los gases de efecto invernadero, en particular y, en general, a tomar iniciativas que consigan revertir la agresión que hemos conseguido infringir al medio ambiente y las consecuencias climáticas que está acarreando. Las sucesivas cumbres climáticas así lo confirman. Recientemente, en Egipto, se ha avanzado en aspectos financieros relacionados con los países que han llegado tarde a la explotación del medio ambiente y no se resignan a no poder lograr algo de desarrollo que otros han propiciado al llegar antes al nivel de desarrollo que lleva asociado el maltrato a la naturaleza. Poco concreto todo y, en todo caso, ausentes los compromisos de relevancia de los mayores agresores que, ante el temor de ceder privilegios, no se someten a restricciones significativas para superar la situación. Hace mucho tiempo que andamos de crisis en crisis y ya hemos llegado a la auténtica emergencia. En contraste, nadie parece estar dispuesto a aceptar las limitaciones de una respuesta racional a la situación. Solamente quedan las declaraciones sucesivas, simultáneas y constantes que nunca acaban en algo operativo y creíble. Una auténtica pena. El Mar Menor no escapa de ser una pena. Nadie se siente culpable. Todos acusan a terceros, las declaraciones no cesan. Pero no avanzamos.
En muchas otras partes, las preocupaciones se concretan en iniciativas conducentes a alcanzar la meta de ser climáticamente neutros en torno al ecuador del siglo XXI. Las fuentes de energía alternativa son una clave muy cualificada para solventar algo de lo mucho que tenemos de carácter grave. No es nada nuevo la preocupación por las fuentes de energía. El aire es de las pocas cosas que ha sido agente pasivo y colector de las consecuencias de otros abusos, pero rara vez se le ha contemplado como entorno de donde obtener soluciones a problemas fundamentales. El denominado aire es una mezcla de gases y partículas sólidas y líquidas, desde agua en todos sus estados de agregación hasta partículas de diversos tamaños, aerosoles, la mayor parte de ellas perjudiciales para el sistema respiratorio humano. Obtener agua a partir del aire permite disponer del preciado líquido independientemente del lugar en el que te encuentres. Hay tecnología para ello. A Tesla se le atribuye que en sus conjeturas incluía producir energía a partir del aire, capturando las cargas eléctricas de la atmósfera y conducirlas como corriente eléctrica. Hoy se sabe que el vapor de agua puede transportar cargas eléctricas.
La captura de la energía de la humedad de la atmósfera se articula mediante unas células fabricadas con óxido de circonio, que es un material cerámico susceptible de presentarse en forma cristalina y frecuente en electrónica y en revestimientos de combustible nuclear gracias a sus características vítreas. Nanopartículas de óxido de circonio se depositan comprimidas formando una placa e incluyendo canales capilares. Los campos eléctricos que se generan en este material en el interior de los capilares separan la carga de las moléculas de agua absorbidas de la atmósfera. Dado que los niveles de humedad varían poco de una colocación a otra, aporta la ventaja de que no está restringida la posición como lo está en los paneles solares.
Solución a partir del próximo sábado en el blog Atanor (http://blogs.laverdad.es/atanor/).
Las restricciones vienen de la mano del nivel mínimo de humedad requerido para que funcione el sistema. Si la temperatura es baja, por debajo del cero grados centígrados y todo está congelado, el aire no contendrá agua y no será posible el funcionamiento. En el proyecto Catcher de la Unión Europea, ya se han logrado diferencias de potencial de casi 1 voltio, con niveles de humedad próximos al 50%, en placas de ocho por cinco centímetros.
Hasta ahora, el agua se ha visto como potencial fuente de energía eléctrica mediante la conversión de la energía potencial almacenada en una central hidroeléctrica, al caer por efecto gravitatorio y mover una turbina que impulsa un alternador y genera la corriente de forma convencional. Ahora es una propiedad íntima del agua, fisicoquímica, no gravitatoria. Novedoso procedimiento en el que se aborda una nueva opción para el papel a desempeñar por el aire.
Se trata de iniciativas, audacias, que desde la investigación se plantean cuando hay decisión en lograr superar los problemas. Contrasta con la pasividad en otras latitudes en las que simplemente se deja pasar el tiempo, en la creencia de que eso puede llevarnos a alguna parte.
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