Borrar
'Paisaje XIV', de Mercedes Martínez Meseguer.
Del 'Material ultrasensible',   al 'Carbón-color-tijeras'

Del 'Material ultrasensible', al 'Carbón-color-tijeras'

El recuerdo por lo ausente suele ser emotivo y amplio, hasta penetrar en la intimidad; por esto, la exposición de Mercedes Martínez Meseguer, en la segunda planta del Palacio del Almudí, recoge una variada colección de las obras que ella pintó, y que incluso muestra los estudios que hacía del color antes de enfrentarse a un cuadro.

PEDRO SOLER

Viernes, 17 de junio 2016, 07:49

El recuerdo por lo ausente suele ser emotivo y amplio, hasta penetrar en la intimidad; por esto, la exposición de Mercedes Martínez Meseguer, en la segunda planta del Palacio del Almudí, recoge una variada colección de las obras que ella pintó, y que incluso muestra los estudios que hacía del color antes de enfrentarse a un cuadro. También habría que recordar que, al margen de su ilusión por aprender cuanto pudo sobre pintura, no podrá negarse que las funciones que desempeñó, como monitora de exposiciones, en el propio Almudí -donde conocería a excelentes artistas y contemplaría obras de primera clase-, le supuso una presión capaz de acentuar la búsqueda de una técnica que la llevase a mantener una trayectoria exigente consigo misma.

Los cuadros de Mercedes -bautizados en este conjunto como 'Material ultrasensible'- parecen inmersos en un ambiente expresionista, por una parte, pero, por otra, quieren rozar el realismo. Tan dispar modo de enfocar su obra puede deberse a un deseo claro de expresarse de distintos modos, como mejor sistema para sentirse libre, a la hora de mostrar sus inquietudes. Acaso se trataba de un afán creativo e independiente.

En la exposición pueden contemplarse bodegones y paisajes, que, frecuentemente, parecen insinuaciones, como algo sin terminar, como si se tratase de reflejar una idea, que la autora ofrecía al espectador, para que este pudiera cerrarla a su antojo; como si no quisiera forzar la culminación de la obra, porque acaso le pareciera más apropiado que el espectador participara en su autoría.

Junto a esta libertad interpretativa, hay facetas que demuestran con la máxima claridad, que el interés de Mercedes radicaba en una ambición constante por el uso del color, empleado además con una fortaleza plástica, que lo convierte en uno de los pilares más llamativos de su pintura. Juega con los colores, de modo que, si al objeto representado le aplica los tonos más apropiados, el contorno se convierte en una indeterminada coloración, que solo ofrece el papel de acompañante. La recias paletadas de sus paisajes, que alternan con la finura del dibujo en los bodegones, o las umbrosas panorámicas en que se ven crecer las arboledas son también muestras indelebles de ese interés cromático, que, otras veces, queda limpiamente atenuado por los ambientes luminosos en que se desarrollan las distintas escenas. Como escribe Soli Noval, estamos ante la pintura de una artista definitivamente ausente, que «requiere una observación pausada», como mejor método de penetrar en el esa intimidad citada al principio.

Alexandra Gabriel, en la Azotea

Más que la técnica, atrae la expresividad que exhiben las figuras de la exposición 'Carbón-color-tijeras', que Alexandra Gabriel Neves presenta en La Azotea. La pintora surafricana, residente en Murcia desde hace algunos años, se ha ocupado de plasmar unas imágenes en las que la simplicidad de la línea les proporciona una inquietud, que, sin embargo, queda superada por los gestos. Parece como si, tras la adustez que ofrecen y la carencia de poses optimistas, se ocultase unas vivencias, si no dramáticas, si envueltas en una problemática interior. Es muy de sopesar la 'confabulación' que la pintora urde, para provocar ese atractivo, que parece connatural con las figuras, en la que también se halla un rasgo de profunda meditación, para superar dificultosas situaciones. La cercana presencia de esas imágenes o la grandeza que alcanzan en sus trazos sirve para hacer más patentes las motivaciones que la autora quiere resaltar. Por una parte, el predominio de unas líneas que, aunque puedan parecer, debido al uso del carbón, exentas de la limpieza obligatoria, se convierten en reclamo necesario para la configuración de esos retratos imaginarios en que convierte la figuras. Sin ese abundamiento de los negros trazos o sin la ligereza que las figuras ofrecen, casi desprovistas de cuanto no parezca esencial para su contorno, quizá no ofrecerían sensación de esa melancolía. Si se quiere, se trata de una temática y de unos modos que suelen abundar entre jóvenes artistas, pero que no pierden el interés que en sí mismo encierran, y que parecen desplegar los autores por conseguir algo diferente y personal.

Los paisajes y otras obras de la exposición ofertan otras perspectivas, en las que se impone el cromatismo y surge la crítica a las dificultades que la sociedad atraviesa en su vida ordinaria. Es el color, en planos extensos y en tonos muy variados, el que ocupa fondos, ambientes y personajes, pero con exaltación de las imágenes centrales. En conjunto, la preocupación que muestran las figuras al carbón no rompe con la amenidad visual de las obras.

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

laverdad Del 'Material ultrasensible', al 'Carbón-color-tijeras'