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El 17 de noviembre de 1944 Franklin D. Roosevelt, presidente de los Estados Unidos, escribió una carta dirigida a Vannevar Bush, director de la Oficina de Investigación y Desarrollo Científico estadounidense. En ella le pedía ayuda para reconstruir una nación que, aunque salió victoriosa, quedó asolada tras la II Guerra Mundial. Roosevelt tenía clarísimo que el progreso científico y tecnológico debería usarse tras la guerra para la mejora de la salud pública, la creación de nuevas empresas y la elevación del nivel de vida de la nación estadounidense.
En aquella misiva el presidente norteamericano hizo una serie de preguntas a Bush. ¿Puede ayudar la ciencia a reconstruir el país? ¿Cómo debe el gobierno apoyar las actividades de investigación? ¿Puede proponerse un programa eficaz para fomentar el talento científico de la juventud norteamericana?
Las respuestas de Bush pueden encontrarlas en el documento 'La Ciencia, una frontera sin límites'. Recomiendo su lectura por una razón principal. La situación por la que estaba pasando EEUU tras la II Guerra Mundial, y las soluciones que la ciencia propuso y Roosevelt aceptó, pueden extrapolarse al momento actual que estamos viviendo ennuestro país por culpa de la Covid-19.España no está luchando contra un ejército armado pero sí contra algo que puede llegar a ser mucho peor: un virus que está matando mucha gente y arruinando infinidad de familias.
¿Y podría la ciencia española ayudar a salir de esta situación al igual que ocurrió en EEUU? Hace un año mi respuesta hubiese sido negativa. Hoy soy moderadamente optimista. Me explico.
En los debates que tuvieron lugar en las pasadas elecciones generales los líderes políticos no dedicaron ni un solo minuto de su tiempo a hablar de algo tan importante como la ciencia. No me sorprendió. La ciencia no da votos porque la sociedad, desgraciadamente, no la siente como una de sus prioridades. Sin embargo, la repentina aparición del SARS-CoV-2 dio un vuelco no solo a nuestras vidas sino también a la percepción social de la ciencia. De la noche a la mañana los medios de comunicación colocaron la ciencia en 'prime time', los políticos la incluyeron en sus discursos y la sociedad empezó a valorar la importancia del progreso científico/tecnológico.
En esos momentos una idea empezó a rondarme por la cabeza.
«Una gran desgracia, la Covid-19, nos ha traído una gran oportunidad, la mejora de la percepción social de la ciencia. Y como consecuencia estamos por primera vez en mucho tiempo ante la oportunidad de hacer realidad algo que los científicos llevamos reclamando desde hace años: la firma de un gran Pacto de Estado por la Ciencia (en adelante PEC) que involucre a los gobiernos central y autonómicos y se traduzca en una apuesta contundente e imprescindible por la ciencia. Para que tenga éxito un gran PEC los políticos deben sentirse presionados por la sociedad y jamás ha existido un caldo de cultivo en la ciudadanía sobre la importancia de la ciencia como el que hay actualmente. Es el momento».
¿Y en qué consiste un PEC? No se trata un plan detallado de actuaciones en materia de I+D+i. Consiste»únicamente» en un acuerdo firmado por todos los partidos políticos y también por las sociedades científicas, el sector empresarial y diversos agentes sociales, académicos y económicos que ponga la importancia de la ciencia y su financiación a salvo de los vaivenes políticos. Es un compromiso de que, gobierne quien gobierne y se dé la coyuntura que se dé, la ciencia tendrá asegurada la continuidad de las políticas y las inversiones en ciencia a largo plazo. Una vez firmado el acuerdo deberán publicarse diferentes paquetes de medidas en materia de I+D+i para alcanzar los objetivos globales marcados en el PEC. ¿Cuáles son?
El primero es aumentar la inversión española en I+D+i pasando del 1,2 %del PIB hasta alcanzar la media europea que se encuentra en un 2%.Pero además de aumentar la asignación en los presupuestos generales del estado a la I+D+i luego hay que ejecutarla. Es incomprensible que en 2019 no se ejecutara ni el 50% de lo presupuestado.
Hay que incrementar la masa de jóvenes investigadores invirtiendo en su formación, diseñando una carrera profesional que no cambie continuamente y estabilizando profesionalmente a los mejores. También es necesario un programa de atracción de talentos efectivo y transparente.
Hay que tener en cuenta todas las áreas de conocimiento fomentando la multidisciplinariedad y la interdisciplinariedad, pero huyendo del 'chocolate para todos'.
La transferencia del conocimiento al tejido empresarial debe ser uno de los pilares del PEC. Hay que ofrecer a la industria incentivos para investigar pero las empresas también deben hacer un esfuerzo para aumentar el presupuesto propio que destinan a la I+D+i. El PEC no puede tampoco dejar de lado algo tan importante como la divulgación científica. Nos hace personas más libres, entendiendo la libertad como la toma de decisiones basada en el conocimiento.
No solo es necesario hacer «más ciencia». También es conveniente hacer «mejor ciencia». Para ello hay que evitar la discriminación de género, fomentar vocaciones científicas, buscar mecenazgos, reducir la burocracia, promover los objetivos de desarrollo sostenible...
Perola ciencia no debe «ir por libre». Solo puede ser eficaz como integrante de un equipo que tenga en cuenta aspectos sociales, económicos, jurídicos, educativos, etc. Me asombra que muchos investigadores afirmen que la única solución a la COVID-19 se encuentra en la ciencia. Es un error. Tampoco es bueno que los científicos demos órdenes a nuestros gobernantes. Nuestro papel debe limitarse a sugerirles soluciones a los problemas con las evidencias científicas existentes, pero teniendo claro que las decisiones finales no nos corresponden a nosotros.
Pero el PEC tiene un enemigo peligroso: el tiempo. Cada día que pasa el gran acuerdo está más lejos ya que la percepción social generada por la COVID-19 sobre la importancia de la ciencia para la sociedad empieza a desaparecer por culpa de confrontaciones absurdas entre políticos. Urge actuar.
Estimados lectores de LA VERDAD, ha llegado el momento de que la clase política de este país dé un paso al frente y muestre altura de miras. La maldita Covid-19 les ha brindado una oportunidad inesperada que permitirá mejorar el angustioso presente y construir un mejor futuro. O la aprovechamos lo antes posible o el tren pasará de largo una vez más. Sería imperdonable. Sigamos el ejemplo de Franklin D. Roosevelt. Hagamos realidad el Pacto de Estado por la Ciencia.
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