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Los Ramón y Cajal se alzan contra la precariedad

Los Ramón y Cajal se alzan contra la precariedad

Son muchos los contratados en este exigente programa que reivindican una mejora de sus condiciones y piden que se les valore como a otros profesionales de categoría similar

MARÍA JOSÉ MORENO

Lunes, 5 de noviembre 2018, 22:41

En el año 2001 el gobierno de España, entonces liderado por el Partido Popular con José María Aznar al frente, puso en marcha el Programa Ramón y Cajal cuyo objetivo era el de fortalecer la capacidad investigadora de los grupos e instituciones de Innovación y Desarrollo (Universidades, Centros de Investigación, etc.), mediante la incorporación de investigadores con una trayectoria de calidad.

Desde entonces, este programa de contratos se ha mantenido, pero el número de plazas convocadas anualmente se ha ido reduciendo. Mientras en su inicio rondaban las 250, ahora se han reducido a 175, por lo que la posibilidad de obtener una es muy limitada si se tiene en cuenta que el número de personas que anualmente presentan una solicitud para conseguirlas supera con creces las 2.000.

Este y otros puntos han llevado a los contratados Ramón y Cajal de algunos puntos de España a unirse para llevar a cabo acciones conjuntas que les permitan reunir fuerzas en pro de obtener mejoras y no solo una vez que han sido contratados, sino velando por los intereses del resto de científicos que, a pesar de contar con un currículo brillante, lo tienen muy difícil para conseguir un trabajo estable. Así, por ejemplo, algunos de los contratados en la Universidad de Murcia presentaron una serie de reivindicaciones a los diferentes equipos rectorales que se presentaron a las últimas elecciones a principios de 2018.

Entre otras peticiones, se encontraba la de que se les reconociesen los sexenios de investigación, tal y como ocurre con otros investigadores contratados fuera de este programa, o la garantía de un puesto de trabajo fijo tras la finalización del contrato, dado que se trata de una ayuda para 5 años que, si bien se supone que está asociada a la creación de una plaza fija para ellos dentro de la institución en ese periodo, en los últimos años han sido varias las universidades que han quebrado ese compromiso.

Y todo esto a pesar de que el contrato incluye una ayuda para la creación de puestos de trabajo de carácter permanente por parte de los organismos, que consiste en una dotación de 100.000 euros por cada plaza.

La selección de contratados Ramón y Cajal es una de las más exigentes que existen a nivel europeo. El proceso de selección está basado en los méritos curriculares de los candidatos y en base a su capacidad para liderar una línea de investigación, en función de la experiencia científica y profesional. Se establecen cuatro puntos a valorar: aportaciones, participación en actividad internacional, otros méritos y capacidad de liderazgo.

Las ayudas Ramón y Cajal, cuya cuantía anual es de 33.720 euros, se destinan a cofinanciar el salario y la cuota empresarial de la Seguridad Social de los investigadores contratados, concediendo además una ayuda adicional de 40.000 euros para sufragar gastos (viajes, publicaciones, material, etc.) directamente relacionados con la actividad investigadora de los beneficiarios. Las instituciones de acogida, por su parte, tienen potestad para complementar y mejorar estas condiciones, como es el caso de la Universidad de Cádiz, que aporta 16.280 euros anuales adicionales por cada contratado Ramón y Cajal, hasta alcanzar los 50.000 euros para cubrir todos los gastos laborales de estos investigadores.

Son los beneficiarios de la ayuda quienes pueden elegir centro de trabajo una vez que se les informa que han sido seleccionados. No en vano, mientras algunas universidades aprovechan esa posibilidad de mejora de las condiciones para convencerles de que acudan a ellas (una forma real de atracción de talento) otras se ajustan a los mínimos estipulados y aquellos que las eligen terminan trabajando en perores condiciones o ganando menos dinero que cuando trabajaban en el extranjero, lo que se justifica con el valor que para ellos tiene trabajar cerca de casa y de su familia.

Además, durante algunos de los años de la última crisis económica, fueron muchas las instituciones que dejaron de convocar cualquier tipo de plaza de profesor y/o investigador, lo que ha derivado en un cúmulo enorme de personas esperando para optar a conseguirlas.

Cabe destacar que, en la carrera universitaria y científica, la antigüedad laboral es especialmente importante, dado que puntúa a la hora de conseguir una plaza fija, por lo que, quienes trabajan en el marco del programa Ramón y Cajal, piden que esos años les sean valorados en igualdad con otros profesionales de la misma escala, puesto que ejercen las mismas funciones, algo que actualmente no se está haciendo.

En definitiva, por lo general, los jóvenes investigadores españoles se sienten desprotegidos y poco valorados. A finales de 2017 nació la Red de Científicos Españoles en el Exterior que vela por los intereses de los más de 3.500 profesionales dedicados a la investigación que trabajan fuera del país, porque son muchos los que optan por salir fuera con el objetivo de desarrollar su carrera científica antes que quedarse en España y tener que renunciar a ello.

En este número hemos querido hablar con algunos de los Ramón y Cajal que trabajan en la Región de Murcia para conocer de cerca sus perfiles y percepciones en torno a esta situación.

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