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El partido de cuartos de final del Mundial de México 1986 entre Argentina e Inglaterra es recordado por dos goles icónicos de Maradona: «La mano ... de Dios» y el mejor gol de la historia de los mundiales. Lo que poca gente conoce es el papel científico que tuvo Carlos Bilardo, el entrenador argentino, en ese crucial partido.
A menos de dos días del encuentro, Argentina carecía de camisetas adecuadas para jugar en el Estadio Azteca. Las condiciones especiales de humedad y temperatura reinantes en Ciudad de México requerían prendas especiales, pero la selección no disponía de ellas. Bilardo, con visión científica, ordenó a sus ayudantes buscar camisetas transpirables y ligeras en los comercios locales. Solamente con ellas podrían rendir al máximo nivel. Tras comprarlas en el último momento, unas empleadas del Club América de México les cosieron el escudo y los números. Argentina ganó el partido gracias a Maradona… pero también gracias al empeño de Bilardo en usar camisetas con la composición química apropiada.
¿Cómo ha influido el progreso científico-tecnológico en la evolución de las camisetas de fútbol? Cuando jugaba al fútbol de niño, mis camisetas eran de algodón. En la actualidad, el poliéster, una clase de polímeros que contienen el grupo funcional éster en su estructura, ha sustituido al algodón haciendo las camisetas más transpirables. Mientras que este puede retener hasta un 7% de su peso en agua, el poliéster solo absorbe alrededor del 0,4% de su peso. Además, el poliéster confiere a las camisetas una mayor resistencia y durabilidad.
Otro componente crucial en las camisetas modernas es el elastano, un material creado en 1958 por el químico Joseph Shivers. Se trata de un copolímero de uretano-urea que hace a las camisetas de fútbol más elásticas, lo que les permite resistir aproximadamente una elongación del 600% antes de romperse. Además, proporciona durabilidad y permite un secado rápido.
El tercer componente esencial en una camiseta de fútbol es el poliuretano, un material que actúa como aislante térmico y es resistente al agua. Aún recuerdo cuando mi madre cosía en mis camisetas el número y el escudo. Actualmente, gracias al poliuretano desarrollado por primera vez por Otto Bayer en 1937, los escudos, los números e incluso la publicidad se serigrafían en la ropa de los deportistas sin necesidad de costura.
Pero aún hay más. Las camisetas modernas poseen pequeñas esferas de aluminio que proporcionan una sensación de frescura, filamentos de titanio que contribuyen a regular la temperatura, tecnologías que mejoran la circulación del aire… son una locura científica.
Llega el momento de desvelar qué relación hay entre Maradona y el Real Murcia. En aquella mítica selección también jugaba un expeditivo central argentino llamado José Luis Brown. En la final ante Alemania, Brown, que había marcado el primer gol argentino, dejó una imagen para el recuerdo. Durante la segunda parte el jugador argentino chocó con un rival y sufrió una luxación de hombro. Para sorpresa de todos Brown decidió no abandonar el campo. Mordió su camiseta, le hizo dos agujeros para meter los dedos, inmovilizó su brazo derecho… y siguió jugando. Tres años más tarde, aquel campeón del mundo aterrizó en el Real Murcia.
Pues bien, hace uso días visité 'Legends: The home of football', un museo futbolístico recientemente inaugurado en Madrid. Allí contemplé gran cantidad de camisetas, balones y banderines pertenecientes a diversas épocas de la historia del fútbol. ¿Y qué me encontré allí? La famosa camiseta rota con la que el exmurcianista Tata Brown jugó la final del Mundial de México de 1986 junto a Maradona. ¿Y esta camiseta también está relacionada con la ciencia? Por supuesto. Sin las modernas técnicas científicas de conservación de tejidos, la camiseta de Brown no podría exponerse en este museo futbolístico. Les cuento.
Cuando los museos adquieren camisetas antiguas, sus expertos en conservación las examinan minuciosamente ya que, dependiendo de su antigüedad, estado y tipo de contaminación, pueden requerir diferentes tipos de tratamiento. A continuación, las limpian utilizando aspiradoras con baja succión equipadas con cepillos de cerdas suaves o adaptadores de malla fina. Esto permite una aspiración suave que no daña las fibras textiles. Además, emplean técnicas de limpieza en seco (el uso de agua podría provocar decoloración, encogimiento o daños en las fibras) con disolventes no abrasivos.
Para conservar camisetas antiguas como la del Tata Brown, hay que controlar la temperatura, la humedad y la luz del lugar donde se encuentran. Se considera que la temperatura óptima de conservación es de alrededor de 20ºC, mientras que la humedad relativa debe mantenerse entre el 40% y el 60%. Además, las camisetas se exhiben en áreas con iluminación controlada para protegerlas de la radiación ultravioleta, que puede degradar y decolorar las fibras textiles.
Los museos futbolísticos también emplean sistemas para prever la presencia de insectos y roedores. Para ello utilizan desinfectantes, instalan mallas en ventanas y puertas, colocan trampas con adhesivos potentes y usan feromonas. Usando guantes de algodón (para que el sudor o la grasa de las manos de los operadores no entre en contacto con las prendas) las camisetas se envuelven en papel de seda y se colocan en cajas de almacenamiento transpirables que sean lo suficientemente grandes para colocar las camisetas sin doblarlas excesivamente, reduciendo así la tensión en las fibras textiles.
¿Son todas las vitrinas adecuadas para almacenar camisetas de fútbol como la del exmurcianista? No. Deben poseer sistemas de cierre hermético, estar equipadas con sistemas de control de temperatura y humedad y proporcionar una iluminación basada en luz LED de baja intensidad (nunca luz ultravioleta), para resaltar los detalles de las prendas sin dañarlas.
Estimados lectores de LA VERDAD, cuando visiten un museo, sea de la naturaleza que sea, recuerden que sin el progreso científico tecnológico sería imposible contemplar los objetos que en él se exponen… y las camisetas de la «mano de Dios» de Maradona (por la que se pagaron 8,4 millones de euros en una subasta) y la del Tata Brown (ídolo de la afición murcianista), son dos auténticas obras de arte científicas por su composición y conservación.
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