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Estimada Tamara Falcó, en una reciente entrevista he leído que usted es embajadora de una famosa firma de nutricosméticos cuyo producto estrella ha recibido el ... Premio al Mejor Nutricosmético Antiedad del Año. Además, en dicha entrevista usted cita los innumerables beneficios de este nutricosmético, cuyo precio es de aproximadamente 43 euros por cada caja de quince viales.
Como supongo que conocerá, los nutricosméticos son una serie de productos cuyo objetivo es «embellecernos desde el interior». Se trata de cápsulas, bebidas, pastillas, tabletas o píldoras que, al ingerirlas, se supone que favorecen algún aspecto de nuestra belleza por los nutrientes que contienen. Al no ser cosméticos tradicionales (sérums, cremas, etc.) su publicidad debe regirse por el Reglamento UE 432/2012 que establece una lista de declaraciones autorizadas de propiedades saludables de los alimentos. Por tanto, si queremos conocer la efectividad de este «producto mágico» (así lo define usted en la entrevista) debemos comprobar lo que dice la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) sobre cada uno de sus ingredientes.
Seguro que usted sabe que este nutricosmético (cuya composición y seguridad se ajusta totalmente a la reglamentación vigente) está formado por siete ingredientes principales: colágeno hidrolizado de Verisol; N-Acetil L-Cisteína; ácido hialurónico; extracto de uva; glutatión reducido; resveratrol y licopeno. Lo que no sé es si usted conoce es que, según los informes oficiales de la EFSA, no hay evidencias científicas que correlacionen la ingesta de estos ingredientes con algún efecto beneficioso para la piel, articulaciones o cualquier otra zona de nuestro organismo. De hecho, ninguno de estos compuestos ha sido incluido en la lista de ingredientes con health claims (alegaciones saludables) autorizadas por el Reglamento UE 432/2012.
Por ello me extrañó leer en su entrevista y en la web que este nutricosmético que «está formulado con activos como colágeno hidrolizado de Verisol® y ácido hialurónico que proporcionan resultados visibles a corto plazo en piel, pelo, uñas y piel de naranja». También me resultó sorprendente leer que, dentro de los principales beneficios asociados al colágeno hidrolizado Verisol®, están reducir las arrugas y signos de expresión, aumentar la concentración y reservas de procolágeno en la piel o mejorar la elasticidad, estructura, tonicidad y firmeza de la piel. En la misma entrevista se refiere a otro producto y dice que «está compuesto de ácido hialurónico de eficacia demostrada con activos relajantes para descansar mejor y reparar y rellenar la piel mientras descanso. Esta fórmula es clave también para mejorar mis articulaciones».
Siento decirle Marquesa que, según la EFSA, todo esto no está demostrado científicamente y ni el colágeno ni el hialurónico tienen alegaciones saludables aprobadas. Tampoco otros ingredientes habituales de los nutricosméticos como la taurina, la carnitina, el lactobacillus casei y muchos otros... por lo que está prohibido relacionar la presencia de estos ingredientes con propiedades saludables.
Es posible, señora Falcó, que usted conozca la estrategia (legal) que emplean muchas empresas para que un nutricosmético prometa «embellecernos desde el interior» si sus componentes estrella no tienen informes oficiales que lo avalen…. pero de lo que estoy seguro es que hay mucha gente que no lo sabe, por lo que he decidido contarlo en esta carta.
Para ajustarse a la reglamentación vigente, este nutricosmético presenta en su composición una cantidad de vitaminas y minerales que hacen que la publicidad de este producto sea correcta. Me refiero a la vitaminas C, E. A, B2, B3 y a los minerales magnesio, zinc, cobre y selenio. Estos nutrientes sí han sido avalados por la EFSA. Lo que no pone en la web que comercializa el «mejor nutricosmético antiedad del año» ni usted dice en su entrevista es que la población española no necesita suplementarse de la mayoría de las vitaminas o minerales que contiene este producto. Tampoco se cita que todos estos micronutrientes están presentes en mayores cantidades en los alimentos tradicionales… y que además estos aportan otros nutrientes que no están en los nutricosméticos. Le pondré algunos ejemplos.
Según los datos de la Encuesta Nacional de Ingesta Dietética, la población no necesita suplementarse en vitamina C ya que los españoles tomamos entre un 191% y un 393% más de la vitamina C necesaria. Pero si usted quiere consumir más vitamina C (aunque no sirva para nada porque luego la eliminará) le diré que, en 100 gramos de pimientos, kiwi, fresas, brócoli, perejil, grosella, etc., hay más vitamina C que la que aporta este nutricosmético.
Algo muy similar ocurre con el selenio. Alimentos como los riñones de cerdo o cordero, las anchoas en aceite, las sardinas en escabeche, los mejillones, la sepia, el salvado de trigo, las pipas de girasol y muchos otros presentan mayor cantidad de selenio que el nutricosmético del que es usted embajadora.
¿Y qué ocurre con el famoso magnesio? Aunque en España la ingesta de magnesio es adecuada, usted no debe descuidar su consumo. Sin embargo, no es necesario suplementarse con este nutricosmético (ni con ningún otro) por su contenido en este mineral. Alimentos que forman parte de su despensa como garbanzos, guisantes, lentejas, acelgas o cacahuetes contienen mucho más magnesio que los viales de este nutricosmético.
Los casos de la vitamina A o el zinc son diferentes. Su ingesta por parte de la población española es sensiblemente inferior a la recomendada. ¿Eso significa que es imprescindible que usted consuma nutricosméticos enriquecidos en estos micronutrientes? En absoluto. Podría ponerle muchos ejemplos, pero me centraré en dos. En 100 gramos de porción comestible de zanahoria hay 1346 microgramos de vitamina A, muchísimos más que los microgramos de este micronutriente que hay en este nutricosmético. Pero si lo que quiere es «embellecerse con glamour» le diré que en 100 gramos de ostras hay 52 miligramos de zinc, cifra que quintuplica la cantidad de este mineral que hay en los viales de este nutricosmético.
Estimada Marquesa de Griñón, espero que perdone mi atrevimiento al escribirle esta carta, pero uno de los objetivos de la divulgación científica es proporcionar las herramientas suficientes para que la población, basándose en el conocimiento, tome las decisiones adecuadas… aunque no sean las más glamurosas.
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