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La ciencia del don diego de noche

La ciencia del don diego de noche

Sábado, 17 de febrero 2024, 07:41

El pasado miércoles se celebró San Valentín. A lo largo del día vi en las calles de Murcia muchos enamorados que compraban ramos de flores, preferentemente rosas. De entre todos ellos hubo un chico que me llamó poderosamente la atención. Su ramo no era de rosas, sino de don diegos de noche, una planta muy presente en la huerta murciana perteneciente al género 'Mirabilis' de la familia 'Nyctaginaceae'. Las flores de esta planta se abren cuando no hace sol, preferentemente desde el atardecer al amanecer. También lo hacen los días nublados como el que hizo en Murcia el miércoles… de ahí que, aunque su nombre científico sea 'Mirabilis jalapa', muchas personas conozcan a esta planta como don diego de noche (también se le llama dompedro, periquito, maravilla del Perú, clavellina o nochera).

Pero ¿por qué me fijé en ese chico en particular? Porque rápidamente deduje que era un científico con amplios conocimientos en botánica, alimentación, farmacología, medicina e, incluso, bioterrorismo. Les cuento.

La fuerte competencia que caracteriza a la industria alimentaria impulsa a sus departamentos de I+D+i a buscar innovadores ingredientes que cumplan dos requisitos. Por un lado, deben poseer propiedades organolépticas (color, sabor, aroma o textura) que resulten atractivas para los consumidores. Por otro lado, deben ser saludables. Unas moléculas que cumplen con ambos criterios son las betalaínas, pigmentos nitrogenados característicos de las plantas del orden 'Caryophyllales', que abarca familias como las Cactáceas o las Nictagináceas. Además de en el ramo de don diegos de noche que llevaba nuestro científico enamorado, las betalaínas están presentes en otras flores (Bougainvillea, Celosia, Gomphrena, Portulaca) y también en cactus, remolacha o quinoa. Por otra parte, los avances en fisiología, bioquímica y biotecnología han permitido recientemente sintetizar betalaínas a partir de bacterias o levaduras en los laboratorios de investigación (como los del grupo Bioquímica y Biotecnología Enzimática de la Universidad de Murcia).

Estos pigmentos se clasifican en dos grupos: las betacianinas (de color violeta) y las betaxantinas (de color amarillo) y tienen diversas funciones en las flores, siendo la principal atraer animales que actúan como polinizadores y dispersores de semillas. Pero no siempre el papel de las betalaínas en plantas está relacionado con su color. En la raíz de la remolacha roja las betalaínas desempeñan funciones de regulación osmótica y almacenamiento de compuestos nitrogenados.

Nuestro científico enamorado es muy probable que estuviera relacionado con la industria alimentaria, tan necesitada de nuevos ingredientes con alto valor añadido sensorial y funcional. El intenso color de algunas betalaínas, junto con su estabilidad y seguridad, ha llevado a que los extractos de remolacha roja (ricos también en esta familia de pigmentos coloreados) se utilicen como aditivos para dar color a alimentos y bebidas. Bajo la designación E-162, estos extractos de remolacha se encuentran en productos cárnicos, lácteos, helados o zumos. Respecto a su funcionalidad, las betalaínas tienen un gran potencial para promover la salud, tanto in vitro como in vivo. Gracias a su actividad bioactiva, basada en la capacidad antioxidante de su unidad estructural, el ácido betalámico, estudios con líneas celulares tumorales sugieren un posible papel de las betalaínas en la quimioprevención de ciertos tipos de cáncer. Otros estudios realizados en ratones, ratas y gusanos, en cuya dieta se ha añadido betalaínas, muestran una importante reducción en la progresión de diferentes tumores. Todos estos resultados sensoriales/funcionales está empujando a algunas empresas del sector alimentario a introducir betalaínas en sus alimentos para diferenciarse de la competencia.

Pero el ramo de don diegos de noche de nuestro protagonista escondía otra secreto: su potencial uso para el desarrollo de nuevos fármacos destinados a mejorar la actividad inflamatoria. Recientes estudios muestran como las betalaínas presentes en sus flores presentan un alto potencial para inhibir la acción de dos enzimas, ciclooxigenasa y lipoxigenasa. La primera está implicada la formación de prostaglandinas, prostaciclinas y tromboxanos, compuestos relacionados con el dolor, la inflamación y el desarrollo de neoplasias. Por otra parte, lipoxigenasa es una enzima que posee, entre sus múltiples funciones, la capacidad de transformar ácidos grasos en leucotrienos, moléculas que participan en los procesos de inflamación crónica. Investigaciones científicas reflejan que nuestras betalaínas podrían inhibir estas rutas, lo que evitaría muchos de estos problemas. Estos descubrimientos han provocado que la industria farmacéutica se fije en los pigmentos presentes en el ramo de 'Don Diego de noche' para el diseño de innovadores fármacos.

¿Y estos polifacéticos pigmentos que llevaba nuestro enamorado pueden ayudar a detectar enfermedades? Sí. Algunas betalaínas presentan fluorescencia en determinadas condiciones, como por ejemplo glóbulos rojos infectados por los parásitos responsable de la malaria en humanos. Pues bien, se han elaborado sondas compuestas por betalaínas que son capaces de penetrar en estos glóbulos rojos infectados y fluorecer (no emiten luz en glóbulos rojos sanos) lo que permite detectar con gran rapidez si una persona tiene malaria y administrarle el tratamiento necesario.

¿Y si nuestro enamorado era un especialista bioterrorismo? Como ustedes saben 'Bacillus anthracis', la bacteria que causa el ántrax (o carbunco), es uno de los agentes bioterroristas más usados. Pues bien, una faceta poco conocida de algunas betalaínas es su capacidad para formar una disolución acuosa de color naranja si le acoplamos iones europio (un elemento que pertenece al grupo de los lantánidos). ¿Y eso qué tiene que ver con el ántrax? Mucho. En presencia de un compuesto que hay en las esporas de 'Bacillus anthracis', el color naranja de esa disolución pasa a magenta. Por tanto, si hay sospechas de que un sobre lleva 'Bacillus anthracis', solo hay que ponerlo junto a nuestras betalaínas con europio y esperar a ver si cambian color. Si esto ocurre, no abran el sobre.

Estimados lectores de LA VERDAD, el año que viene imiten a nuestro científico enamorado y compren por San Valentín un ramo de don diegos de noche. Regalarán amor, pero también los pigmentos bioactivos más prometedores de la naturaleza, con sorprendentes aplicaciones en la industria alimentaria, la salud, la detección temprana de enfermedades y la seguridad contra amenazas biológicas.

¡Quién nos lo iba a decir!

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