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Chelo Álvarez y Rosa María Iglesias.
Cuando los dioses vivían entre nosotros

Cuando los dioses vivían entre nosotros

Hubo un tiempo lejano en el que quizá dioses y humanos convivían sobre la Tierra y compartían experiencias que, con el paso de los siglos, siguen estando vigentes como si la historia se repitiese año tras año, época tras época, independientemente de las diferencias sociales o de los avances alcanzados. Ese es el secreto y el 'milagro' que esconde la mitología y que impulsa las investigaciones sobre los textos de los autores, gracias a los cuales perdura su legado. 

MARÍA JOSÉ MORENO

Viernes, 17 de junio 2016, 07:48

Investigadores de la UMU llevan cuarenta años realizando estudios científicos sobre los textos de la mitología clásica

Hubo un tiempo lejano en el que quizá dioses y humanos convivían sobre la Tierra y compartían experiencias que, con el paso de los siglos, siguen estando vigentes como si la historia se repitiese año tras año, época tras época, independientemente de las diferencias sociales o de los avances alcanzados. Ese es el secreto y el 'milagro' que esconde la mitología y que impulsa las investigaciones sobre los textos de los autores, gracias a los cuales perdura su legado.

Cabe diferenciar entre mitología y mitografía. Mientras la primera comprende el conjunto de mitos y leyendas de una cultura o la ciencia que estudia los mitos y leyendas (por mitología clásica se entiende por tanto el conjunto de mitos y leyendas de la Antigüedad clásica); la mitografía es el conjunto de obras literarias griegas y latinas en las que se trata de mitos, bien sea de modo extenso o en alusiones. En la actualidad suele hacerse un uso más concreto del término mitografía, y se dice de ella que es el conjunto de obras que tienen como único contenido los mitos y cuyo fin es divulgarlos e interpretarlos.

En la Universidad de Murcia el grupo de 'Literatura latina y mitología clásica' lleva más de cuarenta años trabajando sobre la literatura mitológica. Al frente del mismo están Rosa María Iglesias y Chelo Álvarez, las dos únicas catedráticas de Literatura Latina y Mitología Cásica, como tal, en España. Y es que, si nos ceñimos a la Universidad, no son muchas las mujeres que se dedican a este campo. No le prestó atención especial Carmen Codoñer Merino, la primera catedrática en el área de Filología Latina en 1966, pero sí Francisca Moya del Baño, catedrática de la Universidad de Murcia desde 1970. Y solo esporádicamente toca estos temas la primera catedrática de Filología Griega, EulàliaVintró Castells, que ocuparía su cargo bastante después, en 1984.

«Yo pertenecí a la primera generación que estudió Mitología como asignatura en la universidad. En esa época bastantes mujeres estudiamos Filología Clásica, pero no éramos mayoría las que accedíamos a la enseñanza universitaria. Lo cierto es que en los años 50-80 había muchos estudiantes varones en lenguas clásicas, que provenían de los seminarios. Muchas mujeres estudiamos latín, pero tardamos en ocupar puestos de mayor relevancia. En las primeras convocatorias de oposiciones para profesores universitarios de Filología Clásica que se hicieron, solo una mujer por convocatoria conseguía plaza. Hoy en día hay muchas mujeres que son profesoras o catedráticas de esta materia, pero seguimos sin ser mayoría ni en latín ni en griego», explica Chelo Álvarez.

Tanto ella como Rosa María (y antes Francisca Moya) fueron discípulas de Antonio Ruiz de Elvira a quien señalan como «el primer filólogo español que se dedicó a hacer un estudio científico de la mitología clásica» y a quien deben su pasión por Ovidio y, por tanto, gran parte de su éxito ya que todavía hoy se utiliza en todas las universidades del país la traducción de 'Las Metamorfosis' que ellas publicaron en 1995.

Dice Iglesias que «este trabajo supuso todo un reto, ya que la mejor traducción en castellano hasta ese momento era la realizada por el maestro Ruiz de Elvira». La traducción de 'Las Metamorfosis' vio la luz por primera vez en 1995 y la décimotercera reedición apareció en 2014. «Fue una investigación con la que disfrutamos enormemente, y que se vio gratamente recompensada con la felicitación de nuestro maestro que la definió como 'trabajo titánico, cuidadosísimo, espécimen paradigmático de mi escuela'; opinión que generosamente comparten nuestros colegas, pues es un libro de consulta obligada en todas las universidades de habla hispana», añade.

Trabajos pioneros

A lo largo de su trayectoria no solo Ovidio ha visto sus obras traducidas al castellano gracias a ellas sino que uno de los padres de la lengua italiana, Giovanni Boccaccio, y el mitógrafo italiano del siglo XVI, Natale Conti, también han compartido ese honor. En 1983, coincidiendo con el primer trabajo en común de las dos profesoras, se publicó la primera traducción completa al castellano y de una lengua romance, el latín, de toda la obra de un manual de mitología de Boccaccio: 'La genealogía de los dioses paganos', compuesta por quince libros. Poco tiempo después, también del latín, llevaron a cabo la primera versión absoluta en una lengua moderna de los diez libros que componen 'La mitología' de Natale Conti, que ha servido posteriormente de base a otros traductores para llevarla a idiomas como el inglés.

Es importante señalar que traducir una obra no significa trasladar palabra por palabra el texto de un idioma a otro. «Hay que conocer la vida de los autores, el momento en el que vivían. Por otro lado, sabiendo que han pasado muchos siglos desde que la obra se escribió por primera vez hasta la actualidad, hay que considerar también a quienes las han ido trascribiendo e ir comparando mucha bibliografía para detectar cambios o errores», aclara Rosa María Iglesias.

En su caso, un claro ejemplo es el de Boccaccio: la 'Genealogía de los dioses paganos' es un catálogo de todos los dioses de la antigüedad ordenados por familias, y aunque existieron otros genealogistas anteriores a su época que trabajaron organizando los mitos en familias, él no tenía constancia de ello. Cuentan las catedráticas que «dado que Boccaccio era conocedor de la lengua y literatura latina pero no sabía griego, gracias a la ayuda de Leonzio Pilato, un huésped griego bizantino a quien alojó en su casa y que vagamente hablaba latín, pudo conocer la Ilíada en su rudimentaria traducción, lo que le permitió enriquecer su manual mitográfico y así tener una visión más amplia y completa de dioses y héroes que la que le ofrecían autores romanos como Virgilio, Ovidio o Séneca».

«Es una pena que entre los siglos IV y V d. C. la separación del mundo griego y romano diera lugar a una división histórica que llevó asociada una gran pérdida de elementos culturales», explica Álvarez.

Ya en 2008, 25 años después de su primera traducción, la reeditaron incorporando la lectura de un manuscrito autógrafo de Boccaccio. Además, la edición reprodujo los once árboles genealógicos y varios dibujos alegóricos, procedentes del escrito en el que Boccaccio trabajó hasta sus últimos días. El manuscrito se encuentra en la Biblioteca Medicea Laurenziana de Florencia. En esta nueva versión añadieron una nueva introducción, además de nuevos índices y notas.

Y es que hay que actualizar las obras porque, como aclara la investigadora de la Universidad de Murcia, «con el paso de los año algunas estructuras gramaticales quedan anticuadas y aparecen expresiones nuevas que sustituyen otras anteriores. De ahí que las traducciones tengan una vida aproximada de unos quince años tras los cuales hay que llevarlas a revisión».

Pone como ejemplo el caso del mito de Pomona en 'Las Metamorfósis' de Ovidio, en el que aparece la expresión '¡tanta potentia!' y que ellas tradujeron, en ese contexto, como '¡qué poderío!'. «En su momento fue algo muy alabado porque se ajusta a una expresión reciente que ayuda a comprender lo que el autor quería transmitir, pero hace 200 años no habría tenido sentido usarla y quizá dentro de 100 tampoco lo tenga. Es por esto que hay que revisar periódicamente las traducciones».

Ambas están convencidas de que las traducciones deben ayudar no solo a la comprensión de los textos sino también a su disfrute y eso se logra adaptando el contenido a las formas gramaticales y a las expresiones adecuadas, según cada época.

Desde 2002 forman parte de la red internacional de investigación 'Polymnia' para el estudio de la tradición mitográfica en Europa desde la antigüedad hasta el s. XVII.

Actualmente la componen más de 18 universidades de todo el mundo entre las que se encuentras algunas tan prestigiosas como Cambridge, París y Chicago; pero la Universidad de Murcia puede presumir de ser la primera de España que entró a formar parte de la misma ya desde 2004. Una unión que permite movilidad investigadora, intercambio de conocimientos y reuniones periódicas a las que acuden especialistas de todo el mundo, entre otras ventajas; de estas reuniones es una buena muestra la celebrada en la UMU en noviembre de 2010 dentro de la Semana de la Ciencia y Tecnología de la FECyT, con el patrocinio del MINECO y de la Fundación Séneca; esta última, además, financió la publicación de las ponencias y debates, recogidos en el libro Y el mito se hizo poesía (Madrid 2012).

En definitiva, tanto Chelo Álvarez como Rosa María Iglesias coinciden en que «aquel pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla y quién no conoce sus raíces y su pasado no tiene nada que hacer. La sociedad actual se sustenta en una civilización apoyada sobre las tradiciones del Mediterráneo: Grecia, Roma, gran parte del mundo árabe y el mundo semita judío». Insisten en que «es curioso que en un momento donde se deja de lado lo que tiene que ver con la cultura antigua haya muchas más manifestaciones culturales que nunca: películas como 'Troya', 'Furia de Titanes', o '300'; la pintura inspirándose en el mundo antiguo y la música; la mayor parte de los libretos de ópera barroca, clásica y romántica están basados en temas del mundo antiguo, la mitología y el 90% en 'Las Metamorfosis' de Ovidio, por mencionar algunos».

En cuanto a la importancia de la investigación científica en humanidades, defienden que «si no existe investigación básica no podrá haberla de otro tipo. La literatura es una ciencia y no solo las matemáticas, que también son básicas. Y los mitos que se transmiten en la literatura, la mitografía, permite conocer símbolos y aspectos del pasado que sin los que sería mucho más difícil el avance hacia el futuro».

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