Un país que desaparecía
PASCUAL GÓMEZ YUSTE
Lunes, 4 de noviembre 2019, 22:06
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PASCUAL GÓMEZ YUSTE
Lunes, 4 de noviembre 2019, 22:06
Si no hubiera querido el azar que viese el documental 'El mundo en el que queríamos vivir' el pasado 10 de octubre en La 2, los lectores de 'Ababol' no tendrían conocimiento todavía de la existencia de cuatro fotografías de Robert Capa tomadas en Murcia durante la Guerra Civil española. Pensé: si estuvo documentando la huida de refugiados en Cataluña, pudo haber estado dos años antes haciendo lo mismo en Murcia durante la fatídica fecha del 8 de febrero de 1937 [la masacre de la carretera Málaga-Almería], bautizada con el nombre de 'La Desbandada'. Luego me quedé meditando y me dije: sí, es posible. Para mí, aquello significaba el principio de algo.
Creo que los periodistas miramos el mundo siempre de forma diferente. Y no podemos dejar de ser periodistas ni aunque lo pretendamos. Esta actitud de curiosidad conduce a una mirada nueva sobre la vida. En esta ocasión tuve la suerte un día de vislumbrar unos documentos gráficos de cuya existencia se ignoraba en la Región de Murcia. El archivo de la agencia Magnum es una caja de sorpresas, un universo que invita a descubrir los tesoros que albergan sus fondos. Tres cuartos de lo mismo ocurre con el archivo del Centro Internacional de Fotografía. La mejor manera de describirlo es que se te secan los ojos porque te olvidas de parpadear: hay demasiado que ver y no quieres perderte nada.
Hay algo en la fotografía que no cambiará nunca: la capacidad que tiene una imagen de explicar una historia. Despojarse de ideas preconcebidas y limitarse a estar con esos refugiados es, en mi opinión, una forma más honesta de transmitir cómo es de verdad una guerra. Para Capa, la fotografía era una herramienta que le permitía documentar realidades nuevas y que le interesaban de manera muy especial. Es el caso del sufrimiento de la población. Capa plasmó en sus trabajos un país que estaba desapareciendo y lo hizo con unas composiciones en blanco y negro de una fuerza dramática que aún hoy sorprende.
Sus retratos trascienden el conflicto bélico para poner el acento en el día a día de las personas obligadas a sobrevivir, un horror que el fotógrafo de origen húngaro experimentó en su propia piel mientras cubría el conflicto desde el bando republicano. Sus instantáneas, publicadas en algunas de las revistas más prestigiosas de la época, ayudaron a comprender mejor la tragedia vivida por los españoles. En cada una de ellas hay personas con una vida y una historia que contar. Son vívidos retratos que evocan las palabras 'miedo', 'guerra' o 'muerte'. El mensaje es tan claro como inesperado y parece tan real hoy como lo debió ser en su día.
Capa convierte la guerra en el motivo absoluto y siempre visible de un ingente número de negativos y fotografías. Acuñando un nuevo estilo y una nueva manera de entender el trabajo del reportero de guerra, afirmó en una entrevista que «la verdad es la mejor imagen». Y es que nunca se limitó a realizar un reportaje; lo vivía, o mejor aún, lo habitaba, se metía en él. Conviene recordar otra cosa: sus fotos nos impiden olvidar los hechos que han marcado el mundo en el siglo XX. Más de medio siglo después de su muerte, su figura sigue cautivándonos y su legado sigue despertando admiración.
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