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Fue escultor destacado entre «la gloriosa pléyade de imagineros españoles» del siglo XVIII; artista capaz de «infundir a sus esculturas un misticismo que solo al ... genio le es dado expresar», y creador, recogía hace ahora ocho décadas el Boletín estatal, de una «obra reciamente española», «inspirada en el realismo más escrupuloso de la forma». Todos estos elogios acompañaban en 1941 el decreto de creación, sobre la ya entonces centenaria Iglesia de Jesús –«marco adecuado para tanta belleza», añadía el texto oficial–, del Museo Salzillo, célebre institución murciana de cuyo determinante impulso se cumplen 80 años el próximo 30 de mayo.
Nació con el objeto de dar a conocer, y poner en valor, la obra del imaginero murciano, y en este largo periodo de tiempo, señala su actual directora y profesora de Historia del Arte de la Universidad de Murcia, María Teresa Marín, esos propósitos «se han cumplido», aunque también reconoce que «queda mucho por hacer», sobre todo en torno a la «internacionalización» de su figura y al análisis de su obra.
«A veces pensamos que en Murcia ya está estudiado todo el Barroco, pero todavía tenemos que trabajar mucho más», sostiene Marín. Para ella, la obra de Francisco Salzillo (1707-1783) ha dado lugar al que «quizá es el museo más emblemático de la ciudad de Murcia y uno de los más importantes de la Región».
Pese a ello, la pandemia ha restringido notablemente su actividad y, en consecuencia, sus ingresos ante la falta de visitas, por lo que la celebración de su efémeride no prevé, al menos por ahora, grandes actos. Dentro de los planes para esta Semana Santa en Murcia, unicamente hay perfilada una sesión dirigida a abordar el papel desempeñado por el museo –de titularidad y gestión pública y privada– en estos 80 años de vida. Se incluirá en la undécima edición del seminario anual de la institución, previsto para mayo coincidiendo con la conmemoración del Día Internacional de los Museos. En esta jornada le gustaría a Marín que participaran antiguos directores de la institución, como Cristóbal Belda y José Cuesta, así como familiares de Juan Torres Fontes y José Sánchez Moreno, también responsables del museo en épocas pasadas.
Otro proyecto, aunque este todavía en el aire, sería una exposición sobre la iconografía de San José en la obra de Salzillo, aprovechando la declaración de este 2021 como 'Año de San José' por parte del Papa Francisco. Pero por lo pronto es solo un proyecto, que «dependerá de la disposición económica».
La situación presupuestaria «ha sido siempre», señala Marín, «el gran hándicap de este museo», financiado en un 60% con ayudas públicas y patrocinios, y en un 40% con fondos propios provenientes de la venta de entradas y la gestión de la tienda del museo, ahora cerrada.
No obstante, antes de la llegada de la pandemia, sostiene su responsable, «se estaban haciendo cosas muy interesantes. Estábamos consiguiendo mayor presencia en la sociedad a través de las redes sociales, de nuestra web y de las exposiciones temporales». También, señala, la incorporación en 2014 del Belén Napolitano, adquirido por la Fundación San Antonio de la Universidad Católica de Murcia (UCAM) para su exposición permanente en el museo, «nos permitió ahondar en las raíces de Francisco Salzillo y de su padre, Nicolás, y que hoy –dice– podamos comparar su obra con la de otros reputadísimos autores del siglo XVIII».
El conjunto belenístico es, precisamente, el último tesoro que el Museo Salzillo ha integrado en su colección, en la que figuran los pasos bíblicos que, esculpidos por el genial imaginero murciano y propiedad de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno, desfilan en la mañana de Viernes Santo de Murcia junto a la imagen de Nuestro Padre Jesús, talla anónima de 1600. También pertenecen a la colección el Belén creado por el escultor para la familia Riquelme, datado entre 1776 y 1783; y los bocetos en barro –un total de 49, de los que solo se expone una parte– que el imaginero elaboró como guía de su trabajo.
«Es muy difícil elegir», afirma Marín en referencia a las obras del escultor. «Los pasos se entienden en conjunto. Salzillo estuvo trabajando en ellos desde 1752 a 1777 y los creó específicamente para esta iglesia, muy peculiar por su planta centralizada y dedicada toda ella a la Pasión de Cristo, como se puede ver en las pinturas murales del italiano Paolo Sístori», explica la directora.
Con ellos conviven, además, varias obras «en préstamo» que el museo custodia y expone de forma temporal, como son la imagen de Nuestra Señora de Belén, talla atribuida a Salzillo y propiedad de un coleccionista privado; y un conjunto de nueve piezas de un belén procedente «probablemente del antiguo de Agustinas» y que sirve muy bien, apunta Marín, para comprender el realizado por Salzillo para la familia de Jesualdo Riquelme.
Dedicado principalmente a la exhibición, aunque también a la labor investigadora –en 2019 editó un estudio sobre el Belén Napolitano firmado por la propia Marín, así como la nueva guía del espacio, con textos de Cristóbal Belda y Marín–, sus salas viven estos días un silencio especialmente triste. «Habitualmente, en los meses de febrero, marzo y abril el museo se cae de visitas. Antes de la pandemia era normal recibir a varios grupos a la vez, pero este año las salas están prácticamente vacías», lamenta Marín, quien, no obstante, anima al público a acudir al museo esta Semana Santa. La iglesia permanecerá abierta al público el Jueves y Viernes Santo, días reservados para la Cofradía de Nuestro Padre Jesús, mientras que la visita completa al museo se podrá realizar el sábado en su horario habitual, de 10 a 17. Actualmente, el espacio abre solo de jueves a sábado.
Aunque la orden de su creación data de 1941, el Museo Salzillo de Murcia, explica Marín, no se aperturó al público hasta 1960 tras años de rehabilitación y obras. «En aquel momento era un museo más bien pequeñito, con una sola planta, y con visitas solo a la iglesia y a la parte anexa, donde se exponía el Belén [de Salzillo], pero aquella fue una etapa muy importante» que tuvo como responsable, señala Marín, al profesor Torres Fontes. A este le relevaría, en los 90, el catedrático de Historia del Arte Cristóbal Belda, bajo cuyo mandato «se restauraron casi todas las colecciones del museo y se inició su internacionalización»; «se llevó –pone como ejemplo Marín– el Belén al Vaticano y al Palacio Real de Madrid».
En el 2000, bajo la dirección de José Cuesta, el museo creció en metros de exposición con la ampliación del espacio, y también en esa etapa volvió a viajar el Belén, esta vez a Bruselas para su muestra en la sede del Instituto Cervantes de la capital belga en 2001.
Pocos años después, la muestra 'Salzillo, testigo de un siglo' marcaría, precisa Marín, un antes y un después en la contemplación de la colección con la inauguración de «un nuevo discurso museográfico» y la creación de «una sala de exposiciones temporales».
Entre sus retos de futuro, apunta Marín, figura la dinamización de su sala de exposiciones –en la que actualmente se puede ver 'Luz y tiempo', del fotógrafo Joaquín Zamora–, «con muestras de carácter nacional e internacional mucho más ambiciosas que nos permitan conocer mejor la escultura y contextualizar a Salzillo con su época». En este último año, y a causa de las restricciones impuestas por la Covid-19, el museo ha incentivado las visitas guiadas especializadas, y su actividad digital. Ejemplo de ello es el taller que imparte el pintor Rafael Fuster a niños y adultos con acogida no solo entre público de la Región, sino también de otras comunidades, apunta Marín. Asimismo, el museo espera estrenar en breve su visita virtual, que ofrecerá a grupos y centros escolares.
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