

Secciones
Servicios
Destacamos
Juan Ballester (Murcia, 1952) es un fotógrafo de reposos. Ya dedicó un año entero a un trabajo aún inédito sobre la vida en torno a ... la Catedral de Murcia –el resultado es formidable, si alguien se atreve a descubrirlo, y él está deseando mostrarlo–. Un día con otro, por ejemplo, se topaba en el cruce de la calle Arenal con Belluga con la vendedora de cupones Carmen Fernández. «Terminé siendo amigo de todos los camareros y mendigos. Fue genial porque al final yo mismo formaba parte de ese paisaje cotidiano». Un día, uno de esos mendigos, le dijo que se había hecho unas lentejas, «¡y con vinagre de Módena!».
Carmen, la lotera, es uno de esos rostros ya familiares de las calles de Murcia. «Buena gente», según Ballester, quien sin pretenderlo ha ido a lo largo de los últimos meses dando forma a un interesantísima colección de retratos de hombres y mujeres que han sobrevivido a la pandemia de Covid. Gente de todas las edades, con inquietudes diversas, de un amplio rango profesional, sin distinciones. Gente, sin más. Unos más reconocibles que otros, pero todos ellos con una historia detrás. Originalísima. Y personalísima.
Cuenta Ballester, que fue policía nacional, que la historia de Carmen, la lotera, es particularmente diferente a las de los demás porque es oriunda de Madrid, de una familia bien numerosa [su padre se casó cinco veces y tuvo nueve hijos con la primera esposa] y desde pequeña conoció los ambientes más turbios. «En cuanto pudo se vino a Murcia huyendo de ese mundo», descubre Ballester. «Llegó aquí sola, sin conocer a nadie ni tener referencia de nadie. Dormía en los jardines. Un día la vio una señora, y le dio una tarjeta, le dijo: 'Llámame el lunes'. Esa persona la ayudó y así pudo empezar a trabajar para la Organización Nacional de Ciegos Españoles (ONCE)». Dice Ballester que Carmen –tan tímida que él habla por ella, cuando pueda jubilarse, volverá a Usera con su madre. «Lo que me parece increíble de esta persona es el positivismo. Teniendo esa vida tan dura, con sus condiciones físicas, con el desarraigo... ¿cómo es posible tener esa simpatía? Le hice una fotografía en mi estudio de La Alberca, la subí a Facebook y empezaron a llegarme multitud de mensajes. ¡Resulta que es una persona queridísima! Claro, esto no es normal. Eso me conmovió».
La vida de Carmen, la lotera de las Cuatro Esquinas de Murcia, entre Platería y Trapería, es una de las que afloran en una conversación con Juan Ballester, cuya mirada no es la de un fisgón o un espía, sino la de un documentalista social. «Cuando le dije que iba a positivar su fotografía en blanco y negro me pidió que lo hiciera mejor en color, y así lo hice. Cuando la vio empezó a dar gritos en medio de la calle, y llamó a Paco Mares, un músico mexicano que también se pone en las Cuatro Esquinas. ¡Estaba feliz!».
Son, como dice Ballester, «retratos de estudio, y el retrato de estudio ya ha dejado de hacerse, porque la gente ya no lo necesita como en otros momentos de la historia. Sin embargo, el retrato de estudio es un retrato social increíble. Los retratos de Gaspard-Félix Tournachon, conocido como Nadar, en el siglo XIX, que hizo de Delacroix y toda esa gente, en el fondo te están contando una época. Por cómo posan, por cómo visten, por cómo miran, por cómo se enfrentan a la cámara. Eso es un mundo temporal. Esto no es la calle, claro. A mí me interesa el retrato de estudio por lo que supone para el retratista y el retratado mirarse, durante un tiempo, frente a frente. Yo te miro, y tú me miras. Y no quiero que sea robado, quiero que sea voluntariamente, que tú abras las puertas de tu interior». Esto, que parece fácil, es uno de los retos más difíciles. «Aunque te conozcan», dice el artista, «no es fácil. Posar mirando a una cámara es otro mundo. A mí la gente me dice: '¡Es que reflejas el alma! Pues yo realmente no lo sé, porque no sé qué es el alma. Pero sí reflejo la mirada. En el fondo lo que yo voy buscando es la naturalidad».
De esta serie de retratos ya ha superado el centenar de murcianos fotografiados. «Mañana –contaba hace unos días a LA VERDAD– tengo en el estudio a Vicente Martínez Gadea [arquitecto y artista polifacético] y una chica que he visto en Facebook y que no conozco de nada, pero la quiero fotografiar porque me ha parecido con una personalidad bellísima. Muchas de las personas que contacto ya me conocen de Facebook. La cantante María Mulero, por ejemplo, la contacté un día y se quedó tan sorprendida, le parecía un honor posar. Un día vino la hija y la nieta de un amigo, y en principio la nieta no se iba a hacer las fotos. Pero al final accedió, y la madre fue a quitarle el pelo de la frente, hasta que le pedí que no... El resultado era espectacular».
«Yo quise llevar a mi estudio a Juan Ramón Calero y a Pepe Méndez [exalcalde socialista de Murcia], y si va el obispo José Manuel Lorca Planes me encantaría, porque son gente que para mí es importante. Pero mi planteamiento con esta colección es que quiero que sea un mosaico de mi vida. En el fondo estoy haciendo un autorretrato con todos ellos, yo estoy haciendo un autorretrato de mi tiempo, de mi vida, a través de los que me han mirado. Esa gente que está conmigo. A través de esas miradas yo quiero reflejarme y estar, no en figura, sino en ellos. Eso es lo bonito del fotógrafo retratista, que parece que no se retrata, pero sí lo está haciendo».
En esa forma de mirar, en ese conjunto de miradas, está también Juan Ballester. En la percepción de los instantes, en lo que escoge de cada uno de los protagonistas. «Yo noto cuando me empiezan a definir. Empiezo a tener una especie de peso social solamente por cómo me miran esos personajes. Es curiosa esa sensación. No me importa que sean gente más o menos conocida».
Ballester empezó a hacer fotos hace más de medio siglo. «Yo descubro muy pronto esto, pero muy pronto, con 18 años. Entonces yo ya me preguntaba qué le pasaba a la imagen esta que quiere ser arte, que no me llenan como los cuadros de Almela Costa, por ejemplo. Porque yo quería hacer arte, pero mis fotos no me llenaban, me dejaban muy vacío. Yo descubrí que el verdadero interés de la imagen está en perpetuar a las personas, a lo humano, en el documento. Por eso me decanté por hacer caras, caras, caras... ¿Para qué quiero tener yo una foto de una losa en el suelo o de una farola?».
La serie de retratos de murcianos que está mostrando en sus redes sociales arrancó con el pintor Manuel Páez. «Para mí –afirma Ballester–, aunque a veces pinte de fotos, a mí me parece que tiene mucha base de lo pictórico, de los pocos artistas, junto con Araceli Reverte y Pedro Serna, que todavía conservan la idea pictórica de la pintura. Fui a su estudio, lo conocí, le estuve haciendo fotos... y le pedí que viniera a mi casa a hacerle más fotos. Y vino. Ahí descubrí que había hecho un buen retrato, y me lancé por esta línea».
El proyecto ha nacido después de las primeras olas de la pandemia. La condición era que estas fotografías tenían que realizarse en su estudio, en un espacio acondicionado en su casa de La Alberca (Murcia), donde cuenta con distintos fondos clásicos, unos fondos que imitan aquellas imágenes del siglo XIX. «Si yo tuviera un ático como tenía Nadar en París, con luz natural... sería otra cosa. Ya te digo que si me tocara la lotería –de nuevo, Carmen Fernández reparte suerte cada día–, me compro un ático, o me hago uno con suelo de madera, techos muy altos, con luz natural, como hacía Nadar. Mi estudio lo he modernizado un poco, he tenido que poner flashes, y estoy experimentando con la edición. He descubierto cosas nuevas, y, de repente, veo que hoy el lenguaje es mucho más extremo. Yo no puedo hacer un retrato hoy como se hacía hace 60 años, con todos los grises. Yo me paso con cada retrato más de media hora. Si tú tienes una cicatriz, no te la quito, pero un grano temporal, sí. En el fondo, hay una deformación óptica. Y la mirada corrige esa deformación. En los dos ojos tenemos dos cámaras, pero vemos con el cerebro, porque cuando te miro te corrijo, pero la cámara no es la que corrige, sino el ojo».
Es por eso que muchas veces no nos reconocemos en los retratos. «Porque a veces tú te idealizas, o te ves amable. Yo intento que el retrato sea amable, pero si yo te saco con un bulto, por ejemplo, ese bulto te lo arreglo. Y eso no es falso, o sí con arreglo a la objetividad que experimenta la cámara, pero esa objetividad no es verdad. La verdad está en mi mirada, no en la óptica. Esa es la diferencia. Por eso para mí la fotografía no es arte, sino un reflejo de la parte externa de la realidad».
Ante los ojos de Juan Ballester han posado en estos meses escritores, arquitectos, periodistas, deportistas, músicos... La nómina de retratados es abrumadora. Soren Peñalver, Jerónimo Tristante, Ángel Pérez Ruzafa, Fernando Vázquez Casillas, Constanza Mas, Rosario Guarino, Juan Manuel Díaz Burgos, Ignacio del Olmo, Alejandro Franco, Javier Castro Flórez, Javier Peña...
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
La sede del Reina Sofía estará lista a finales del próximo año
El Diario Montañés
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.