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CARLOS MARTÍNEZ
CRÍTICO DE CINE
Lunes, 7 de octubre 2019, 22:14
Hay un tipo singular en el cine español. Un señor feo, católico y sentimental, que es más de pajarita, Dry Martinis y neones que de lazos reivindicativos, ginebras adornadas o luces LED. Ese señor se llama José Luis Garci, y en una entrevista me dijo que si quieres de verdad cumplir un sueño, lo conseguirás si toda tu vida la focalizas en ello. Y era cierto.
Él lo logró porque consiguió el primer Oscar a una película española, y ahora ha cumplido otro con el estreno de 'El crack cero', rodada casi de milagro y con los lujos de producción de un hospicio de postguerra. Es una precuela de 'El crack', su éxito de 1981, que era un estupendo trasplante de los relatos del cine negro americano al Madrid de la santísima Transición.
u Año 2019
uDuración 120 min.
uPaís España.
uDirección José Luis Garci .
uGuion Garci y Javier Muñoz.
uFotografía Luis Ángel Pérez.
uReparto Carlos Santos, Miguel Ángel Muñoz, Luisa Gavasa, Patricia Vico, Pedro Casablanc, María Cantuel, Macarena Gómez, Belén López, Raúl Mérida, Cayetana Guillén Cuervo, Luis Varela, Ramón Langa, Andoni Ferreño, Alfonso Delgado, Jacobo Dicenta, Samuel Miró, Susana Paz, Jero García y Daniel Huarte.
uProductora Nickel Odeon Dos.
u Género Cine negro. Drama.
En la historia, que se estrenó ayer, el juego nos lleva a 1975, en el momento en que España está a punto de meter en Cuelgamuros al tipo que ahora se va a sacar, y donde Germán Areta (expolicía, detective privado, código de honor de Alatriste, certeza en los ojos de pertenecer al bando de los perdedores sean quienes sean los vencedores), tiene que investigar una muerte que aparentemente es un suicidio, lo que le mete en una canción canalla de Sabina de bajos fondos, rings de boxeo que huelen a tongo, tipos con la cárcel tatuada en la cara y mujeres fatales de Hacendado.
Como buen cine negro, lo de menos es la historia (en 'El Halcón Maltés' nunca se explicaba quién asesinaba al socio del protagonista), sino el relato moral de los personajes, el reflejo de sus contradicciones, y la seguridad de que los seres humanos tenemos un alma gris y que, a veces, lo mejor es enemigo de lo bueno.
Siendo la tercera de la saga, se da por seguro que ya conocemos al protagonista y sus coros, incluso la ciudad donde ejecuta su teatro, por lo que se ahorran las presentaciones. Garci sabe que los seguidores estarán buscando las reseñas del pasado y los nuevos espectadores no las necesitan. La complicidad la encuentra en una estupenda fotografía en blanco y negro, quizás poco juguetona, y en un gran reparto, donde destaca al desaprovechado y profundo Pedro Casablanc.
La asignatura pendiente de esta película, que se convierte en aprobada, era la sustitución del enorme Alfredo Landa por el murciano Carlos Santos, que saca sobresaliente recreando al personaje, clonando su alma, pero sin imitarle. Pero lo que más me ha sorprendido es que Miguel Ángel Muñoz actúa bien (jamás pensé que escribiría eso) haciendo de escudero de Areta. A destacar, el regalo de mostrarnos cómo se conocen.
El universo Garci es analógico, de matasellos y teléfono de rosca, por eso quedan tan bien en esta película el tapizado roto de las mesas de billar (de cuando aún se fumaba en los billares, y había billares), las paredes de papel pintado, los sofás de escay y los muebles sin nombres suecos. 'El crack cero' es una película que recuerda la solidez del mundo de hace cuarenta años a nuestra actual líquida sociedad.
Aunque hiciéramos una cata a ciegas, sabríamos que 'El crack cero' es de él. Allí están sus diálogos forzados, sus largos y estudiados planos fordianos, su excelente selección de actores, sus fundidos a negro que te dejan el regusto de los 'coitus interruptus', su ritmo irregular, sus excelentes referencias intelectuales y futboleras, sus decorados como de fondos del museo de cera, y sus rastros de humor amargo (¿o no era cómica la escena de 'El crack II' en que casi quema su propio coche para desalojar a unos indeseables?).
Pero ese es el estilo Garci. Un estilo como de viñeta de Tintín, donde se ven los trazos negros del dibujo, para que no olvidemos que nada es del todo real y aun así la nostalgia y los avatares de sus personajes nos emocionan.
Estamos ante una indudable película de autor. Si además estamos ante el testamento cinematográfico del director, solo el tiempo lo dirá. Pero si es así, recordad una frase memorable que escuché en la cinta (no había visto tanta frases apuntables desde 'El padrino III'). Es lo que se dicen dos amantes que no quieren/deben/saben amarse: «Eres lo más cercano a mí que conozco». Eso dice José Luis Garci de su 'alter ego' Germán Areta.
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