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El silencio de una ciudad desierta fue una de las sensaciones que más impactó a la periodista Nuria Cuenca Garnero (Cartagena, 1980). Para transmitir esa ... sacudida emocional tuvo que emplear palabras que describieran algo inédito en el contexto de una sociedad confinada en sus casas y con terror al virus. «Eran aquellos días en los que todo comercio no esencial tenía que estar cerrado, y la gente solo podía salir a la calle para comprar comida o medicamentos. Eran las cinco de la tarde y cruzamos en coche desde la plaza Circular por la Gran Vía hasta la plaza de Santo Domingo. Durante la conexión, debía transmitir lo que veía y lo que sentía a los ciudadanos que estaban en sus hogares encerrados. Me sobrecogió el silencio y la soledad de Murcia, y en ese momento me di cuenta de que éramos los ojos y los oídos de la gente».
Nuria Cuenca lleva 18 años pateándose las calles de los municipios de la Región como redactora de televisión. Actualmente es reportera del programa 'Murcia Conecta' de la televisión autonómica 7TV, y en todos los años que lleva trabajando afirma que la pandemia ha supuesto un punto y aparte tanto en su vida personal como profesional. «Ha cambiado cosas en mí, como tomar conciencia del presente y vivirlo con intensidad. Pero también me ha despertado fobias que antes no tenía, como a los espacios cerrados y a las aglomeraciones».
26% de mujeres frente al 74% de varones en los medios.
33% de directivos en medios de comunicación son mujeres.
1.319€ es el salario medio que cobra un periodista al mes. Según los datos del INE, las mujeres cobran un 15,9% menos que los hombres en el sector.
60% de periodistas parados en la Región son mujeres, según datos del Ministerio de Trabajo, Migraciones y Seguridad Social y Empleo Público.
Durante la época del confinamiento duro, ella y sus compañeros y compañeras del programa no dejaron de informar ni un solo día de la situación que se vivía fuera de los hogares. «Íbamos con el micrófono anclado a una pértiga, guantes, mascarilla y guardando la distancia. En la calle únicamente había policías, guardias civiles y militares garantizando el confinamiento, y periodistas informando. A veces llegaba a mi domicilio a las ocho de la tarde, la hora en la que la gente salía a los balcones de sus casas para aplaudir a los sanitarios, y me imaginaba que alguno de esos aplausos también era para nosotros», recuerda.
Fueron días duros, con coberturas complicadas, en los que el miedo a la Covid-19 rondaba en cada esquina y a cada paso que daba. «Confieso que me costaba salir cada día de mi casa y mi anhelo era acabar la jornada y encerrarme con mi familia». Sin embargo, la vocación pudo más y durante esos meses la redactora descubrió la parte más solidaria de la gente. «Hubo historias ejemplares. En una ocasión, fuimos a una empresa de colchones de Yecla. Estaba cerrada, pero los empleados acudían a la planta para hacer mascarillas con la tela que tenían almacenada en una época en la que no había tapabocas por ningún sitio. Fueron pioneros en su fabricación, e incluso grabaron tutoriales para que otras empresas hicieran lo mismo». Durante los meses más duros, también informó del insoportable goteo de fallecidos a consecuencia de la enfermedad. Fue uno de esos casos, el del fallecimiento de una mujer en una residencia de ancianos, el que le descubrió el valor de ser el altavoz para muchas personas que necesitaban contar el drama de la enfermedad. «La madre de una conocida murió en una residencia sola. Fue uno de los primeros casos que hubo y la mujer me buscó, porque necesitaba contar el drama de no haber podido despedirse de ella. Me sobrecogió».
A pesar de que los datos revelan que existe una brecha en cuanto al acceso de la mujer a los puestos de dirección de los medios de comunicación, el 67% se encuentra dominado por hombres frente al 33% que ocupan las trabajadoras, de acuerdo con los datos del INE, Cuenca indica que en su caso no ha experimentado desigualdad alguna en su entorno laboral. «Es más, en la mayoría de los programas en los que he trabajado, la responsable del espacio era una mujer. Incluso ha habido programas en los que solamente había trabajadoras, desde la operadora de cámara, pasando por la productora y la directora».
Las expresiones machistas, no obstante, las ha sufrido mientras realizaba su trabajo en la calle, el cual supone una exposición pública diaria. «He tenido que soportar comentarios y actitudes sexistas en la grabación de reportajes con expresiones que aludían a la longitud de mi vestido, por ejemplo», lamenta.
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