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«No tengo novia, pero estoy buscando»

Carlos Alcaraz

La actual estrella del tenis se sincera

«No tengo novia, pero estoy buscando»

Getty Images.

A los aficionados les preocupaba que la época dorada del tenis masculino hubiera terminado. Hasta que apareció Alcaraz. El fenómeno español que acaba de conquistar su primera medalla olímpica y su cuarto Grand Slam (Wimbledon) con apenas 21 años nos revela sus secretos en la pista y fuera de ella...

Viernes, 02 de Agosto 2024

Tiempo de lectura: 8 min

Carlos Alcaraz se muestra divertido, humilde, curioso, optimista, dispuesto a ver lo mejor de las personas y a disfrutar de la vida. A diferencia de otros deportistas de élite, el tenista murciano responde a todas las preguntas sin darse la más mínima importancia. Como si no fuera el joven que ha irrumpido como un superhéroe, ganando majors en tierra batida, hierba y pista dura antes que nadie, para ser aclamado como el nuevo líder del tenis mundial. Incluso habla del amor por su madre y su padre, con quienes vive en El Palmar (Murcia). «Cuando termino un torneo, solo quiero llegar a casa y estar con mi familia –afirma relajado–. Vivo con mis padres, mi hermano mayor y los dos menores. Para ellos no soy una estrella. Además, cuando viajo, mi padre y el mayor, Álvaro, suelen venir conmigo. Mi madre no puede porque cuida de los pequeños (Jaime y Sergio, de 13 y 15 años). Los extraño. Cuanto más estás fuera, más te das cuenta de cuánto los necesitas».

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Rutina de campeón. Alcaraz sigue una dieta estricta y entrena cinco o seis horas al día –con intensas sesiones de gimnasio–, e incluso más si lo necesita para optimizar la potencia de golpeo, la movilidad y la capacidad cardiovascular. | Getty Images.

Asegura que Virginia Garfia, su madre, es una gran cocinera. «Hace muy bien la paella. También comida andaluza; mi sopa favorita, carne... Es otra de las razones por las que me gusta volver». En las distancias cortas, uno se da cuenta de lo joven que es Alcaraz, teniendo en cuenta su descomunal impacto en el tenis actual. Empezó en el circuito en 2018, con 14 años, y ganó el primero de sus cuatro Grand Slam, el US Open, con 19.

Tenis en un club de caza

Alcaraz se crio en El Palmar. Carlos, su padre, de 53 años, fue un jugador top 40 en España a principios de los noventa y, aunque no tuvo éxito, fue nombrado director de la academia de tenis en la Real Sociedad Club de Campo Murcia. Originalmente un club de cazadores (su apodo es Tiro de Pichón), la entidad cuenta hoy con 13 canchas de tenis, una piscina, gimnasio, campo de fútbol y canchas de baloncesto.

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La familia lo es todo. El campeón de Wimbledon de 2024 posa en el All England Lawn Tennis and Croquet Club junto con el trofeo, sus tres hermanos y sus padres. De izquierda a derecha: Virginia Garfia, Sergio, Carlos, Álvaro, Jaime y Carlos Alcaraz padre.

Allí creció Carlitos, presencia permanente desde niño, tal vez como Mozart, que pasó su tiempo libre aprendiendo piano con su padre. Alfredo Sarria, un amigo de la familia, cuenta que una vez llegó al club para una reunión con el padre de Alcaraz: «Fui a buscarlo y allí me encontré a Carlitos viendo un partido de veteranos. Les explicaba los errores que cometían: 'Debes servir así'. El tenis es su pasión».

Le pregunto a Alcaraz por su primer recuerdo y vuelve a sonreír. «Con 4 años sostenía una raqueta más grande que yo. No la podía levantar sobre mi cabeza y golpeaba el suelo sin parar». Dada esta precoz e intensa dedicación, le pregunto si alguna vez se aburre de golpear una pequeña pelota peluda una y otra vez, como le pasó a la estadounidense Jennifer Capriati, profesional desde los 13 años y retirada por agotamiento a los 28. La pregunta lo desconcierta. «Oh, no, nunca me he aburrido –aclara–. Mi padre nunca me obligó a jugar. Con 6 años ya jugaba en un grupo cuatro días a la semana; y los domingos por la noche, cuando ya no quedaba nadie y las luces de las pistas estaban apagadas, iba con mi padre para jugar más. Y, si él no podía, golpeaba solo contra la pared. A esa edad uno no sabe lo que quiere en la vida, pero yo sabía que me encantaba el tenis».

En su segunda final de Wimbledon, derrotó a Djokovic, siete veces campeón en Londres y el tenista con más Grand Slam de la historia. Tras el partido, Nole admitió haberse sentido inferior al murciano

Dice la psicóloga Ellen Winner, estudiosa de prodigios que triunfan sin que el aburrimiento ni el agotamiento les hagan mella, que los deportistas como Alcaraz no practican tenis (o violín o ajedrez) para complacer a un padre o a un entrenador, sino porque lo aman. Y son autodidactas. De nuevo piense en el pequeño Wolfgang Amadeus componiendo obras maestras con pantalones cortos. Winner lo llama la «rabia por ser el mejor». Justo lo que rezuma Alcaraz por cada poro.

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La presión de la excelencia. La búsqueda de la perfección y la presión de los premios en su carrera deportiva no impiden que el tenista enfrente sus sentimientos más humanos. «También tengo mis momentos de estar triste», confiesa Alcaraz, aquí celebrando sobre la hierba de Londres su segundo Wimbledon.

«Si quieres ser el mejor, debes hacer las cosas diferentes al resto de los jugadores. Los pequeños detalles marcan la diferencia. Pero, sobre todo, pongo mi corazón en cada entrenamiento. Y, en los días que te despiertas y no tienes ganas, lo multiplico todo por dos. Y lo mismo fuera de la pista. 'Acuéstate temprano, come bien, descansa bien, no hagas cosas peligrosas...'. Todavía estoy aprendiendo: tengo 21 años y hago muchas cosas mal, pero cuando las hago bien aprendo». Maduro, pero también inocente y candoroso, sensato, cortés y atento, sus padres deben atribuirse gran parte del mérito.

«También tengo mis momentos de estar triste. Cuando estoy fuera, por ejemplo, echo de menos a mis hermanos»

Cerca de nosotros aparecen varias cazadoras de autógrafos que han visto al campeón, lo que me da pie a hacerle la pregunta inevitable: «¿Tienes pareja?». Se sonroja ligeramente, pero responde. «No, estoy soltero. Es difícil conocer a la persona adecuada porque viajas todo el tiempo, pero estoy buscando». «Dudo que le falten admiradores», aventuro. «Eso espero», concluye.

Alcaraz saltó a la fama en el momento perfecto, cuando la época más brillante de la historia del tenis daba sus últimos coletazos con el ocaso de Roger Federer, Rafael Nadal y Novak Djokovic, los tres tenistas con más títulos de Grand Slam (en total, 66). Con Federer retirado en 2022, Nadal sufriendo constantes lesiones y Djokovic mostrando signos de desgaste, Alcaraz ha irrumpido como una nueva luz dispuesta a iluminar el juego.

Palabra de Djokovic

Lo dice el propio Djokovic, de 37 años, que ha perdido ante Alcaraz las dos últimas finales de Wimbledon: «Va a liderar nuestro deporte en los próximos diez o quince años. El tenis está en buenas manos». Federer, de 42, le augura un «futuro excepcional». Y Nadal, de 38, con quien jugará en el dobles en los Juegos de París, añade: «Es un jugador increíble». Alcaraz, sin embargo, todavía no se siente un campeón a la altura de los tres grandes: «Aún me pongo nervioso cuando hablo con Rafa; es mi ídolo y todo un modelo para mí».

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Entrenador y casi padre. Con Juan Carlos Juanki Ferrero. El que fuera número uno del mundo y ganador de Roland Garros en 2003 es su entrenador y una especie de segundo padre desde que Alcaraz empezó a jugar en el circuito, cuando apenas tenía 16 años.

Entre las cualidades más sobresalientes de Alcaraz destaca su audacia bajo presión: coquetea con la línea y lanza tiros atrevidos cuando a otros se les encogería el brazo ante la magnitud del desafío. ¿Acaso nunca se pone nervioso? «¡Por supuesto que sí! Antes de empezar la final de Wimbledon del año pasado pasé un rato realmente difícil. Se lo dije antes del calentamiento a Isabel Balaguer, la psicóloga con la que trabajo: '¡Estoy increíblemente nervioso!'. Desde el desayuno. Dos horas antes de la final me puse los auriculares, música tranquila, respiración lenta y me tumbé sobre la mesa del fisio. Podría parecer dormido, pero solo estaba controlando mis emociones, tratando de calmarme la mente y los músculos. Estuve así más de media hora. Y al saltar a la pista todavía estaba nervioso. Pero había calentado bien, me había planeado bien y eso ayudó a mi confianza durante el partido».

«Mi padre nunca me obligó a jugar. Con 6 años ya jugaba cuatro días por semana y los domingos por la noche»

Y, al final del partido, ¿cuál es la clave para mantenerse tan fuerte mentalmente? «En la final de Roland Garros, por ejemplo, acabé temblando –confiesa–. Y en la del año pasado en Wimbledon igual. Mis piernas, mis manos; es un momento difícil y debes confiar en ti. Todo lo que pienso es: 'Adelante'. Si pierdes, pierdes. No te reprimas. No te arrepientas. Juega positivo. Sé agresivo. Juega tu juego. No pasa nada por fallar. Incluso a Federer, que estaba 40-15 y con el servicio a favor en el quinto set y perdió contra Djokovic en 2019. Los mejores también fallan en momentos importantes. Pero aprendes. Si no hubiera perdido los partidos que perdí en 2022, nunca habría logrado lo que logré. Aprendo de cada derrota, de cada momento».

La sabiduría de Federer

Mientras escucho a este joven triunfador, no dejo de pensar en el motivador discurso de Federer a los estudiantes del Dartmouth College, en New Hampshire, poco antes del inicio de Wimbledon. La leyenda suiza no habló de su juego, sino de lo que se necesita para desarrollar el temple necesario para alcanzar la gloria. «La mayoría de las veces no se trata de poseer un don, sino de tener coraje –dijo el campeón de veinte grandes–. En el tenis, una gran derecha puede considerarse un talento, pero, como en la vida, la disciplina también lo es. Y la paciencia. Y confiar en ti mismo. Y amar el proceso. Y gestionar tu vida y gestionarte a ti mismo. Algunas personas nacen con estos talentos, pero todo el mundo puede trabajar en ello».

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En la pista. «En la final de Roland Garros acabé temblando. Y en la de 2023 en Wimbledon. Es un momento complicado», recuerda Alcaraz sobre los partidos. | Getty Images.

Alcaraz da la impresión de no ser el tipo de persona fascinada por codearse con celebridades, de que no desperdiciará su tiempo en las zonas vips de los clubes de moda, de que no perderá el hambre ni la disciplina a pesar de ganar millones. Lo demostró al irse un par de días a Ibiza con amigos para celebrar su victoria en París y ganar su segundo major del año poco después en Londres. «Claro que me gusta conocer gente famosa. Disfruto en esas fiestas –admite–, pero solo voy si es el momento adecuado. Hacer eso a diario sería muy aburrido, pero hay encontrar cosas con las que disfrutar de forma ocasional».

Las cosas que de verdad importan

Para terminar, lo someto a un rápido cuestionario. ¿Música favorita? «No tengo. Un mes estoy enamorado de una canción y luego cambio a otra». ¿Película favorita? «Las de Rocky. Sobre todo, Rocky IV, en la que Balboa vence a Iván Drago después de que Drago venciera a Apollo Creed. Es una película en la que se ve coraje». ¿Eres una persona emocional? «No lo parece, pero también tengo mis momentos de estar triste. Lloré en Roland Garros, pero no por ganar, sino al ver llorar a mis padres. Y también viendo películas». Y, por último, ¿qué es lo que más le importa en la vida? Se lo piensa unos largos momentos antes de responder: «Me encanta el tenis, pero sobre todo me gusta ser el mayor de mis hermanos pequeños. Ser un modelo para ellos, no como tenista, sino como persona. Eso es lo más importante: ayudarlos a aprender sobre las cosas que de verdad importan en la vida».


© The Sunday Times