![Taxidermistas, unos artistas bestiales](/xlsemanal/wp-content/uploads/sites/5/2024/02/los-garoz-taxidermistas-tres-generaciones-esculturas-cientificas-a.jpg)
Un oficio con 8000 años de historia
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Un oficio con 8000 años de historia
Viernes, 01 de Marzo 2024, 13:00h
Tiempo de lectura: 2 min
Creamos esculturas científicas», recalcan los miembros de la familia Garoz. Lo hacen para cazadores y para museos, como el de Ciencias Naturales, en Madrid, uno de los más antiguos del mundo, creado por Carlos III en 1771. En la foto anterior, los hermanos Juanjo y José Ramón Garoz (centro), tercera generación de taxidermistas, con su equipo y sus obras.
El proceso comienza con la limpia de la cabeza y de la piel. En la taxidermia artesanal se mantiene el cráneo original del animal. Primero se cuece para limpiarlo de restos; luego se blanquea, bañándolo en agua oxigenada mientras el hueso está caliente. Es importante eliminar toda la grasa para que el hueso no amarillee con el tiempo.
La piel del animal se extrae de una pieza (desuello). Se limpia superficialmente y luego se sala; con ello se extrae toda el agua retenida y se evita su descomposición. Una vez seca, se procederá a la rehidratación y al curtido, que permitirán después recolocarla en el molde que reproduce la forma del animal.
En la actualidad, la taxidermia es un arte ligado sobre todo a la actividad cinegética. Son los cazadores los que hacen que este oficio sea rentable. Los precios varían, pero giran en torno a los 1500 euros por un corzo o 3000 por un cocodrilo. Un trofeo de cabeza de venado con su cornamenta ronda los 600 euros.
Doscientos años atrás, la taxidermia desempeñó un papel clave en los museos de ciencias naturales. Su finalidad era mostrar al gran público animales a los que no era posible observar de otro modo. Más tarde también sirvió para concienciar sobre la necesidad de conservar la fauna salvaje.
Una vez que se ha blanqueado el cráneo, se lija para eliminar rugosidades y se coloca la piel. Las técnicas que se usan han mejorado con los años, pero son ancestrales. Hace unos 7800 años, en el desierto de Atacama, Chile, la cultura chinchorro ya preparaba cadáveres utilizando las técnicas de los taxidermistas.
Además de la piel, hay que colocar los ojos y la boca del animal, si no la tuviera. Los taxidermistas cuentan con catálogos de ojos y lenguas. Su correcta adaptación exige conocer el ecosistema, los gestos... En Estados Unidos, donde este negocio mueve unos 600 millones de dólares al año, hay incluso un Campeonato Mundial de Taxidermistas.
En muchos casos, la piel se coloca sobre moldes prefabricados de poliuretano. Pero el taxidermista artesanal moldea el cuerpo a partir de un bloque de poliestireno. Los mejores suelen pertenecer a familias que llevan generaciones en el negocio, pero para dedicarse a ello basta con una licencia de Medio Ambiente y cumplir con la normativa de tratamiento de pieles y retirada de residuos.
Una vez colocada la piel, se realzan los colores que el animal tenía en las zonas sin pelo y se restaura alguna imperfección. Para recomponer un animal completo, los taxidermistas deben tener gran variedad de conocimientos: anatomía, escultura, pintura, disección, química, biología...