Inés Gil Broceño, protegida con mascarilla, en la consulta de Geriatría del hospital del Rosell de Cartagena. ANTONIO GIL / AGM

Inés Gil: «Las consecuencias de la soledad serán dramáticas para nuestros mayores»

La Presidenta de la Sociedad Murciana de Geriatría y Gerontología y jefa de Geriatría del Rosell asegura que «no es cierto que las cosas se hagan mal en las residencias de ancianos, pero en una situación de caos como la actual todo se complica»

Lunes, 13 de abril 2020, 01:13

Los geriatras reivindican su «importante papel» en la actual situación de crisis sanitaria por la pandemia de coronavirus y abogan por que las residencias de mayores, tan en el punto de mira por la elevada cantidad de muertes registradas a causa de la Covid-19, ... se conviertan en centros con personal y medios sanitarios. «Espero que hayamos aprendido la lección con todo lo que está ocurriendo», desea Inés Gil Broceño (Elche, 1964), jefa del servicio de Geriatría del Rosell de Cartagena y presidenta de la Sociedad Murciana de Geriatría y Gerontología, quien asegura que en la Región «se adoptaron medidas preventivas» en los asilos desde antes de que empezara a haber casos en estos centros.

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–Tras hacerse cargo de las residencias de mayores de la Región, la Consejería de Salud ha destinado personal sanitario del SMS, en el que también hay geriatras, a varios de estos centros. ¿Qué trabajo están llevando a cabo los profesionales de la geriatría?

–Cuando se empezó a hablar de la Covid-19, de una enfermedad tan contagiosa, los geriatras teníamos claro que un punto caliente eran las residencias. En los geriátricos hay mayores que presentan mucha pluripatología y que, en caso de sufrir la infección, podían tener complicaciones. Y por el hecho de vivir en una comunidad cerrada, como es una residencia, tenían mayor riesgo de contagio, entre ellos y también con los profesionales. Tanto el Servicio de Geriatría como la Unidad de Pacientes Crónicos Complejos del SMS hicimos una labor preventiva desde el fin de semana antes de que empezara a haber casos en las residencias. El problema de estos centros es que no todos tienen los mismos recursos: en unos no hay médico, en otros no hay enfermera; unos disponen de más personal, otros de menos... Son un mundo muy complejo. Tuvimos entonces un contacto telefónico con todas las residencias para ver qué estaba pasando, para comprobar si había algún caso sospechoso y, si era así, si tenían previsto un lugar adecuado para aislar a esas personas, si habían planificado contratar a personal por si fallaba el que había, si contaban con médico para poner tratamientos, etc. Mientras tanto, en Murcia se creó el grupo regional Covid Residencias y comenzaron a hacer lo mismo que habíamos avanzado en Cartagena. Ahora estamos actuando todos en conjunto. Hacemos dos cosas principalmente. Por una parte, una evaluación primaria de qué recursos se disponen y ahí se establece una escala para ver la prioridad a la hora de intervenir. En las residencias donde ha habido brotes, el SMS ha intervenido activamente con un equipo que ha hecho labor de limpieza, prevención, establecimiento de normas... y ha dotado de más recursos humanos necesarios para que las cosas vuelvan a funcionar. Los geriatras hemos hecho una valoración de todos los usuarios establecimiento cuáles debían ser trasladados al hospital en función de su situación basal y de sus patologías.

–¿Cuentan ustedes con suficientes medios de protección para realizar su labor con garantías?

–En este momento los profesionales somos prioritarios: si nosotros fallamos, el sistema se va a pique; nuestra protección es lo primero. El equipo de expertos del grupo regional Covid-19 nos está instruyendo, tanto a los facultativos como al personal de las residencias. Ahora se va a empezar a dar formación también a personal sanitario de Atención Primaria. En cuanto a las medidas de seguridad, llevamos equipos de protección completos aunque no haya casos de coronavirus detectados.

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–¿Qué situación se han encontrado en estas residencias afectadas por la Covid-19?

–Me gustaría subrayar, lo primero, que esa percepción de que en las residencias de ancianos las cosas se hacen mal no es cierta. Los profesionales de estos centros hacen su trabajo lo mejor que saben y lo mejor que les permite el sistema; eso es así. Lo que es verdad es que en una situación de caos como la vivida con motivo de la epidemia todo se complica. Las residencias son un caldo de cultivo por el tipo de personas que acogen y el tipo de relación que se establece entre los usuarios y los profesionales que los atienden. Hay que tener en cuenta que en una situación de caos uno ha de priorizar. Tienes que reordenar la ubicación de los residentes, reorganizar las funciones del personal, habilitar nuevas zonas para trasladar a los enfermos... Todo lo preestablecido no te vale. Este cambio radical ha provocado situaciones de tensión. Por ejemplo, yo no creo que ningún profesional haya ocultado información a los familiares de los internos, como se ha denunciado. Entiendo perfectamente a los allegados de los residentes cuando se enfadan porque pasan los días y no tienen noticias de sus parientes, a los que además ni siquiera pueden ver, e incluso pueden llegar a pensar que están pasando cosas de las que no quieren que se enteren. Pero pienso que nada de esto ha ocurrido de forma intencionada, sino que la situación de emergencia obliga a esos profesionales a dedicarse totalmente a sus nuevas ocupaciones derivadas de la crisis y ya no tienen ese tiempo del que antes disponían para llamar a los familiares. Se ven obligados a priorizar, y lo primero es asistir a los pacientes.

«Los geriátricos de la Región no estaban preparados para esta epidemia; es así y no hay vuelta de hoja»

SITUACIÓN EN LOS ASILOS

–El coronavirus se está cebando con los usuarios de los asilos. En la Región, aproximadamente la mitad de los fallecidos se encontraban en residencias de ancianos. Especialmente grave ha sido el caso de la residencia Caser, en Santo Ángel (Murcia). ¿A qué achaca esta situación?

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–Hay que tener en cuenta que la mayoría de los ingresados en residencias son dependientes y suelen padecer muchas patologías. Cuando una persona de estas características sufre una infección, el problema es que se descompensan otras patologías y, por tanto, las posibilidades de fallecimiento aumentan.

–¿Se podía haber evitado esta alta letalidad?

–Si a todos nos hubieran confinado en el mes de enero, pues probablemente no hubiera pasado esto. Es verdad que en el momento en que se decidió confinarnos fue cuando ya empezó a haber casos, pero sigo pensando que si aquí, en la Región, no estamos tan mal como en otras comunidades es porque hemos tenido tiempo para adaptarnos a la situación aprendiendo de lo que ha ocurrido en otros lugares. Pero el virus está ahí y, una vez que te infecta, las complicaciones surgen.

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–¿Se debió actuar y aplicar controles más estrictos en las residencias antes de decretar el confinamiento de la población?

–Quince días antes del decreto de alarma, las residencias de la Región ya estaban aplicando protocolos de control de familiares. Se actuó mucho antes que en otros ámbitos estableciendo medidas de seguridad, lo que ha evitado unas consecuencias mucho peores, infinitamente peores.

–¿Cree no se le ha prestado hasta ahora a los asilos la atención que se debería por parte de los poderes públicos?

–Las residencias de ancianos no se consideran centros sanitarios, sino centros sociales. Así ha sido hasta que la pandemia ha obligado a intervenir a las autoridades sanitarias. Estos centros dependen del IMAS y como servicios sociales que son están dotados de los recursos que se estiman para una comunidad de personas que están sanas. Pero la realidad es que las personas que hay en los geriátricos no están sanas, ya que presentan muchas patologías y un alto nivel de dependencia. Es cierto que las residencias no estaban preparadas para esta epidemia. Es así y no hay vuelta de hoja. Esto debe servir para que la Administración se dé cuenta de que los geriátricos no son centros de mayores a los que se va a jugar al parchís, no. Son lugares en los que hay gente con dificultades para andar, para vestirse, para pensar y razonar... En definitiva, que son muy dependientes. Y además padecen muchas patologías de base de toda índole: cardiacas, renales, digestivas, vasculares, etc.

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«Es el momento de la asistencia sociosanitaria de la que tanto hablamos y no hemos puesto en marcha»

SANIDAD Y POLÍTICA SOCIAL

–¿Qué inquietudes les trasladan los residentes?

–Ellos se sienten seguros y tranquilos porque están en su ámbito. El único anhelo que tienen es que no pueden ver a sus familias. No son ajenos a todo lo que está sucediendo.

–Las dificultades que ha habido al principio de la pandemia para poder conocer la realidad de los geriátricos, sobre todo en los privados y concertados, por parte de las autoridades han puesto de manifiesto, entre otros desajustes, que separar las competencias de Salud de las de Política Social, como ocurre actualmente, no está resultando operativo ni se corresponde con las necesidades reales del sistema. ¿Qué opina sobre este debate?

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–Ahora es el momento de replantearse esta cuestión. Las necesidades de los usuarios de las residencias no son solo sociales, sino también sanitarias. Sin embargo, los geriátricos no están dotados de medios sanitarios. Por tanto, habría que replantearse otra vez la asistencia sociosanitaria que tantos años llevamos hablando de ella y no se ha puesto en marcha todavía. Pese a ello, los servicios sanitarios han estado a la altura de las circunstancias y han actuado rápido y bien en las residencias. Pero esto nos tiene que servir para haber aprendido la lección y actuar en consecuencia.

–¿Tiene la percepción de que nuestra sociedad arrincona a los mayores, sobre todo a los dependientes, de que los aparta cuando ya no le son útiles?

–No lo creo así. Una cosa es lo que emocionalmente uno quisiera como familiar y otra lo que realmente es posible, tanto desde el punto de vista económico como de capacidad para poder ofrecer los cuidados que una persona de estas características requiere. La realidad es que las familias desean hacerse cargo de sus mayores, pero quieren atenderlos bien. Pero nuestra actual forma de vivir, nuestro sistema social y laboral no nos permite atender a los mayores como se merecen y nos gustaría. Nadie quiere deshacerse de sus mayores, salvo casos puntuales, pero esa es la realidad. ¿Qué haces con una persona mayor dependiente si tú te tienes que ir a trabajar? Alguien la tiene que levantar, asear, vestir, darle el desayuno..., alguien tiene que vigilar que no se levante por la noche si tiene una demencia y le da por deambular de forma errática por la casa para evitar un accidente... Todo eso es inviable en un domicilio a no ser que tengas una persona las 24 horas dedicada a ello.

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–¿Qué precauciones deben tomar nuestros mayores para evitar contagiarse de coronavirus?

–Las mismas medidas generales que tomamos todos, principalmente el confinamiento. Hay gente que piensa que por salir un rato de casa a dar una vuelta no va a suceder. Pero resulta que cuando uno sale de su vivienda toca el agarrador de la puerta, el botón del ascensor, vas dentro de este mismo ascensor, que es un sitio cerrado donde el virus puede estar; si bajas andando tocas la barandilla de la escalera, abres la puerta de tu edificio... Y nadie se imagina la de 'bichos' que puede haber por ahí pululando y que pueden infectarte.

«Es importante que los mayores salgan al balcón o se asomen a la ventana para que les dé el sol»

CONFINAMIENTO

–¿Qué medidas de seguridad y de protección se aconsejan para los cuidadores de ancianos en domicilios particulares?

–Desde luego que estas personas pueden ser una fuente de transmisión del virus, porque salen a la calle, van a sus respectivas casas, se relacionan con otras personas... En estos casos se deben extremar las medidas de prevención porque si estos mayores se quedan sin sus cuidadores en sus domicilios, entonces sí que nos enfrentaríamos a un nuevo caos.

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–Muchos mayores llevan solos desde el inicio del confinamiento. ¿Qué secuelas puede tener para su salud esa soledad?

–Las consecuencias van a ser muy importantes, van a ser dramáticas. Tenemos que intentar mitigar esa soledad haciendo uso, si es factible, de las nuevas tecnologías con videollamadas, enviando 'whastapp', fotos... Y en el caso de aquellos que no son capaces de usar estas tecnologías, pues les llamamos por teléfono 25 veces al día, y también ellos deben hacer por comunicarse con familiares que quizás llevan tiempo sin saber de ellos. Muy importante también es que salgan a su balcón o se asomen a su ventana para que les dé el sol y respiren aire de la calle. Y suponiendo que tengamos que ir un rato a hacerles compañía presencial, debemos extremar las medidas de protección poniéndonos guantes, mascarilla y guardando las distancias de seguridad.

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