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Tráfico congestionado en Ronda Sur. Nacho García / AGM

Las rondas de Murcia y sus accesos concentran los atascos diarios que atrapan a miles de conductores

El último cuello de botella es el generado por la entrada a la capital desde la nueva autovía del Reguerón: la avenida de la Azacaya

Miércoles, 20 de octubre 2021

Introducción, nudo y desenlace. Son las tres partes en las que se divide una novela. Pero si la ciudad de Murcia fuera un libro, constaría únicamente de la segunda de ellas. No se conoce con exactitud el inicio, ni tampoco se vislumbra el final. Lo ... evidente es que, cada día, en hora punta, se producen atascos en sitios clave de la ciudad que afectan a miles de conductores y les impide llegar a tiempo a sus lugares de estudio o trabajo.

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El reloj marca las 7.28 de la mañana, aunque bien podría decirse que son de la noche, pues el sol no ha hecho acto de presencia y la oscuridad continúa siendo la única dueña del cielo. Sobre el asfalto de la A-30 en dirección Cartagena, a la altura de El Palmar, un ejército de luciérnagas rojas avanza con lentitud hasta alcanzar el desvío del hospital Virgen de la Arrixaca. El tráfico es denso, aunque todavía se puede circular a una velocidad aceptable.

Al coger la salida del mencionado centro sanitario, la situación comienza a empeorar. Como abejas obreras que entran y salen de un panal, los coches orbitan alrededor del enorme complejo hospitalario, que parece tener gravedad propia. Con la construcción del nuevo campus de Ciencias de la Salud, el parking está más solicitado que nunca y se forman largas colas para acceder a una de sus codiciadas plazas. En las avenidas, los autobuses compiten por un carril con los turismos y se producen los primeros toques de claxon del día.

Regresando a la autovía, esta vez en sentido opuesto, la afluencia de vehículos que se dirigen a la ciudad genera un efecto embudo que tiene su primer cuello de botella justo antes de llegar al barrio del Carmen. Las señales de emergencia advierten de que se avanza a un ritmo extraordinariamente lento. La aguja del velocímetro sufre por alcanzar los veinte kilómetros por hora hasta que finalmente el motor se detiene. La marcha continúa a trompicones. Los maleteros de los coches parecen rostros cuyos ojos son los faros traseros, que simulan un perezoso pestañeo cuando las luces de frenado se encienden y se apagan alternativamente.

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Nudo marinero en la autovía

El atasco prosigue durante toda la circunvalación de Murcia y los carriles de aceleración se transforman en carriles de detención. Los intermitentes hacen las veces de peticiones de asilo a los conductores de la vía principal ante la inminente finalización del tramo para incorporarse a la carretera. Algunas son aceptadas, otras no. Más desesperación. Más bocinas. Más estrés.

Al llegar al conocido como nudo de Espinardo, la ampliación del número de carriles resulta completamente inútil. Ni siquiera el radar es necesario en estos momentos, pues se avanza a una velocidad que, en condiciones normales, sería ilegal por reducida, no por excesiva. En Juan de Borbón la situación es casi idéntica: sobrepasada la primera redonda, la circulación alcanza picos de gran congestión. Especialmente a la altura de Los Cubos, donde cada conductor hace del lema 'sálvese quien pueda' su mejor aliado.

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Rebasadas las ocho de la mañana, la avenida Miguel Indurain se convierte en la enésima concentración de automóviles. Los semáforos tratan de poner orden dentro del caos existente en las glorietas partidas, pero solo consiguen formar impresionantes caravanas. De hecho, la avenida de la Azacaya se asemeja a una gigantesca serpiente mecanizada cuyas escamas son las decenas de vehículos que aguardan a que la luz del cruce se torne verde. Aquí se acumula gran parte del tráfico procedente de la recién estrenada autovía del Reguerón, que finaliza a un par de kilómetros de distancia.

Ronda Sur tampoco se libra de este problema: desde el Media Markt hasta el monumento a los dentistas del extremo opuesto, el tránsito circula con dificultad. Un par de agentes de la Policía Local se esfuerza por agilizarlo en el enlace circular de la mencionada avenida con la de Los Dolores, pero sus intentos resultan en vano, más allá de evitar algún que otro accidente. Una situación que se repite en la calle Pintor Sobejano en su cruce con la calle Juan de la Cierva y la incorporación a la autovía que existe a escasos metros de esta intersección del barrio de San Antolín.

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La velocidad media entre La Arrixaca y Juan de Borbón no alcanzalos 35 km/h a primera hora de la mañana

Hora y media de congestión

En completar todo el recorrido, de unos 47 kilómetros en total, se demora más de una hora y media. Un tiempo totalmente desproporcionado, teniendo en cuenta que gran parte del mismo se realiza por vías rápidas que, precisamente, están diseñadas para poder desplazarse de un punto a otro de la ciudad sin tener que afrontar el tráfico de la manzana central.

De hecho, al calcular el tiempo empleado en el tramo que parte de La Arrixaca y finaliza en la salida de Juan de Borbón, 12,5 kilómetros que discurren íntegramente por autovía, el reloj refleja un resultado de 22 minutos. Es decir, que la velocidad media en este intervalo es ligeramente superior a los 34 km/h, cuando la máxima permitida es de 80 km/h. Esto supone menos de la mitad de lo que sería posible en condiciones normales.

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Si la ley de Murphy afirma que el carril contiguo siempre avanzará más rápido que en el que uno se halle, hoy en día la ley de Murcia le lleva la contraria: ningún carril conseguirá avanzar en las horas punta.

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