El mejor UCAM de siempre consigue una victoria para el recuerdo contra el Barça

Quien estaba delante como último villano para el desafío era el gigante Barça, segundo clasificado de la Liga Endesa. Ante el mismo equipo contra el que Sito Alonso ganó su primer partido como entrenador del UCAM, ayer los universitarios escribieron una página dorada en sus libros de historia mientras se desataba la felicidad en un Palacio de los Deportes de Murcia que continúa invicto.

Ayer, ganando por nueve puntos de diferencia, el UCAM no solo llegó mejor que un equipo diseñado para aspirar a todo en Europa. Es que en los minutos finales hizo del Barça un juguete en sus manos, un equipo reducido al capricho ganador de la sociedad formada por Howard Sant-Roos, puntal defensivo y base del equipo en los últimos minutos, y un Rodions Kurucs que es siempre el hombre más fuerte sobre el parqué. Suyo fue el final de partido: volvió a pista cuando quedaban 3:11 de partido (68-72) y, en solo este tiempo, sumó 6 puntos, 3 rebotes, 2 asistencias y 11 de valoración. Y, su equipo, 14 puntos por solo uno del Barça. Estuvo también enorme Dylan Ennis.

El Palacio vivió el final soñado en una tarde para la historia. Una en la que vencer el factor emocional de ser el equipo que hace sudar a uno de los mejores conjuntos de Europa, sino que le plantea un partido de tú a tú porque se cree que está a la altura. Un día para demostrar que el sueño de la Copa del Rey no cuestión solo de ilusión, sino de ambición.

Con la mejor entrada de la temporada, desde el comienzo el UCAM se mostró como un equipo que pudiera dar respuesta continuada a las múltiples variantes de un Barça en el que toda opción ofensiva era la acertada. En el UCAM, Ennis generaba para sí y para todos, pero más especialmente a partir de la entrada de uno de los mejores jugadores españoles del momento, Willy Hernangómez. Y es que la estrella del Barça, al tiempo que mostraba un indudable talento ofensivo, no pasaba la prueba del algodón defensivo. Sito quiso jugar contra él casi en cada jugada, sobre todo a partir de bloqueo directo. Si había cambio, el exterior con balón jugaría el uno contra uno en aclarado para ganar por velocidad. Si no, la rápida caída hacia el aro del pívot, aprovechando la lenta recuperación defensiva de Hernangómez, permitiría la asistencia (29-24, minuto 13).

Pero las soluciones contra el Barça son de corta duración. Pronto hay que encontrar nuevas vías. Especialmente cuando el UCAM estuvo huérfano de Ennis, un Barça muy físico puso el candado a su canasta y martilleó en la otra con los mejores minutos de Parra y Satoransky. Pero, aun anotando solo una canasta en juego en más de la mitad del segundo periodo, el equipo de Sito seguía ahí llegado el descanso (35-38).

Quiso salir también de vestuarios con energías renovadas un Barça que jugaba su tercer partido en cinco días, y un triple de Satoransky encendía las alarmas (38-45, minuto 22), hasta que una antideportiva aprovechada por Hakanson y el triple de Ennis en la posesión extra encendía un Palacio que había caído en temperatura, pero que enervaba cuando un rifirrafe entre Kurucs y Kalinic era saldado con antideportiva para ambos.

El partido bajaba al barro. Sleva y Parker también se las tenían tiesas. Pero nadie en el UCAM se sentía intimidado, y el escurridizo Ennis lo empataba (47-47, minuto 24). A partir de este momento, el partido quedó en un pañuelo en que el mayor talento del equipo visitante permitió a los de Grimau moverse en diferencias de entre dos y tres posesiones, mirando con optimismo al final del partido con una vuelta a pista de Hernangómez más solvente (58-62, final del tercer cuarto).

Con el Barça enfrente el UCAM también demostró dejar en el pasado los problemas rotatorios, pues hombres salidos del banquillo como Radovic y Diagne contuvieron las ganas de escapada de los catalanes. Y, cuando con Radovic se preparaba para unos tiros libres a 3:11 del final y solo había cuatro puntos de diferencia, en la banda aguardaba el factor diferencial del choque. Kurucs pedía el cambio.

Después de evitar canasta tras los libres de Radovic, Kurucs fue el primero en llegar al ataque para llevarse a Laprovittola hasta debajo del aro y clamar por el pase largo a Sant-Roos, que la subía sin ánimo de atacar rápido. Partido empatado. En la siguiente defensa, otra negación y otro contraataque de Kurucs. A partir de ahí, un monólogo que se repetía hasta la victoria. Con 36 segundos, el tiempo muerto de Grimau valía para el regocijo colectivo de 6.860 privilegiados espectadores testigos de la historia del baloncesto de esta ciudad.