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Zucchero, durante su actuación en Cartagena. Pablo Sánchez / AGM

Tormentas de verano en La Mar de Músicas

El festival inicia su nueva edición con cinco espléndidos conciertos que funcionaron a las mil maravillas desde sus respectivas coordenadas sonoras

Sábado, 16 de julio 2022, 08:17

¿Cómo empezó la vigésimo séptima edición de La Mar de Músicas? Con una sucesión de tormentas, claro. Cualquier otra posibilidad habría sido válida y digna de celebración, pero se entiende que un regreso de estas características, donde la imposibilidad de levantarse a bailar, las ... distancias impuestas y la anulación del abrazo laten como gris recuerdo, merecía un regreso con el que acabar empapado hasta los huesos de música. Desde el primer momento a la última nota, la primera jornada de este imprescindible festival, el cual continúa agrandando su leyenda año tras año basándose en la práctica del acierto constante, se movió sobre las coordenadas de lo torrencial, ya fuera desde la palabra, la fusión, la sensibilidad, la grandilocuencia o la tradición actualizada. Y en ese mismo orden se fueron sucediendo los afortunados acontecimientos, por lo que convendrá explicarlos desde el orden cronológico.

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Calificaciones

  • Laura Sam & Juan Escribano Muy bueno

  • Xiomara Fortuna Notable

  • Ed Maverick Notable

  • Zucchero Muy bueno

  • Vicente García Muy bueno

Abrieron el viernes Laura Sam, poeta y rapera totanera, y Juan Escribano, conocido por su destacada labor en WAS (We Are Standard), quienes hicieron del Real Club de Regatas el escenario ideal para su característico vendaval de verso libre, desprejuiciado, comprometido y arrebatador. Partiendo del reciente 'La voz en contra', uno de esos debut cargados de sorprendente madurez, el dúo se revolvió sobre las tablas (y entre el público) con la confianza que otorga el entendimiento total y la firmeza de quienes tienen claras hasta sus dudas. En esa contundencia, tanto escénica como musical, destacaron canciones como 'Búnker', 'Agurra' y su fuerza intrínseca, la magnífica dupla formada por 'Canción de amor' y 'España' o una 'Siempre en guerra y siempre sin morirnos' que funciona como cierre de altura. Puntos altos de un primer concierto con el que La Mar fijó las estupendas bases sobre las que se desarrollaría su primera jornada.

Xiomara Fortuna Pablo Sánchez / AGM

Una sensación que se convirtió en alegre certeza unas horas más tarde con Xiomara Fortuna, primera representante de República Dominicana, país invitado de esta edición del festival. Apodada como 'La Reina de la Fusión', título que casi obliga a elevar las expectativas al límite del infinito y más allá, la artista de Monte Cristi apareció frente a la hermosa fachada del Ayuntamiento de Cartagena para desplegar su arsenal de estilos, inquietudes, géneros y talentos, haciendo del suyo un espectáculo realmente memorable. Músicas que van y vienen, que acarician y agitan, que incendian y empapan, que aúllan y suspiran con admirable equilibrio.

Y así nos marchamos hasta una de las citas más esperadas de esta edición: el concierto de Ed Maverick. Tras recibir el Premio 'Paco Martín, artista revelación de las músicas globales', galardón que se inauguró el pasado año con la maravillosa María José Llergo, el joven cantautor mexicano demostró en el deslumbrante Patio del Antiguo CIM las razones que le han llevado a convertirse con poco más de cuatro años de trayectoria en uno de los fenómenos más potentes de la actual escena musical latinoamericana. Con solamente tres trabajos discográficos a sus espaldas, la de Maverick es una propuesta anclada en las profundidades de la melancolía folk, en la gravedad de la pérdida de roce acústico y en el abrumador resplandor de los recuerdos que acumulan billetes de ida. Desde la apertura con 'Hola, ¿cómo estás?, el concierto transitó por la senda de la congoja y el exorcismo eléctrico, casi como si estuviéramos presenciando una confesión cosida a base de preciosas melodías y letras que se clavan en el pecho. Instrumentación mínima pero contundente y una voz que desarma al primer impacto fueron los principales ejes de un concierto que encontró su momento más destacado en un dueto improvisado con una joven que se acercó al escenario con un cartel en el que pedía compartir micrófono con su ídolo. Deseo concedido. Y así, lo que podría haber sido una simpática anécdota, terminó convirtiéndose en una memorable interpretación de 'Ropa de bazar'. Era el primer día y ya teníamos uno de los momentos de esta edición, sensación que se repetiría al escuchar las hermosas 'Del río' y 'Mantra II' o cayendo rendidos a los distorsionados pies de una tremenda '3 vete – todo lo que miras'. Canciones con las que se comprende el éxito de Ed Maverick, sí, pero también de dónde nace su latido artístico. Un lugar repleto de melancolía y fantasmas, sí, pero también de belleza en carne viva.

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Ed Maverick. Pablo Sánchez / AGM

Tiritando de emoción llegamos al escenario de escenarios, un Auditorio 'Paco Martín' que nos recibió con su característica brisa marina y luna de brazos abiertos para disfrutar de Zucchero, otro de los grandes nombres del festival. Había ganas de ver al italiano y se notaba en el estupendo ambiente generado por un público dispuesto a disfrutar desde el comienzo con cada tema, energía correspondida desde el primer minuto con un trepidante arranque protagonizado por 'Spirito nel buio' y 'Soul Mama'. Trallazos de alma góspel, fuego rock y ascendencia soul en los que Zucchero, cantante cuya voz rota recuerda incesantemente a la del añorado Joe Cocker, supo sacar músculo y actitud, contando con la inestimable ayuda de una enorme banda, tanto por el número de componentes, diez, como por su valor artístico, y un sonido sencillamente perfecto. Así, y pese a contar con momentos donde el nivel de azúcar subió peligrosamente a causa de baladas excesivamente almibaradas, el italiano conquistó sin reservas en un concierto donde además de sus clásicos más celebrados, 'Senza una donna' y la irresistible 'Baila (Sexy thing)', dejó instantes tan brillantes como 'Partigiano reggiano', 'Diavolo in me', el pop contagioso de 'Chocabeck' o el delirio de soul en una 'Facile' en la que brilló con luz propia una espectacular Oma Jali, corista de profesión y diva de alma. La cima de un concierto tan grandilocuente y excesivo como eficaz y disfrutable.

Y por último, Vicente García protagonizó el feliz regreso del escenario del Castillo Árabe tras su ausencia del pasado año con un directo de esos que te empujan a la pista de baile incluso cuando la lucha se está librando con los párpados. Imposible no dejarse llevar por esa inteligentísima combinación de la música dominicana tradicional con sonoridades contemporáneas cercanas al urbano o al dub más accesible que marca piezas tan solventes como 'Carmesí', 'Merengue de enramada' o 'Ahí ahí'. Canciones que sobresalieron en una tormenta artística final que nos hizo despedir esta primera jornada saltando sobre océanos de música con el inconfundible sabor de La Mar.

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