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Zahara, en el concierto de este sábado en el Warm Up. Javier Carrión / AGM

Lecciones de rock, reinvenciones y despedidas el sábado del Warm Up

Miles Kane y Zahara reinan en una segunda jornada del festival donde The Vaccines convencieron sin reservas e Izal protagonizó un aclamado adiós

Domingo, 1 de mayo 2022, 00:13

Aprender no es, precisamente, el primero de los objetivos que uno se plantea cuando acude a un gran festival. Cada cual organizará en ese sentido el orden de sus preferencias y metas personales, pero está claro que puedes terminar llevándote encima más de una lección. Y si es de rock and roll en su estado más vigoroso, frenético e inspirado, oye, pues muchísimo mejor. En el caso que nos ocupa, tras los primeros compases de la segunda jornada del Warm Up 2022 en un sábado de radiante sol, asistencia masiva y alta expectación, apareció en el recinto de La Fica un profesor del género especializado en la vertiente británica llamado Miles y apellidado Kane. Saludo rápido al respetable, sonrisa cómplice y traviesa, guitarra cargada al hombro, banda advertida de la intensidad que requieren los aluviones y puertas abiertas de par en par al inigualable universo de la electricidad enfatizada, el estribillo glorioso, los solos febriles, la energía desatada y, por encima de todo, el saber melódico de un tipo que sabe lo que quiere, el modo en el que lo quiere y la manera en la que hacerlo llegar al público sin intermediarios, trampas ni cartón.

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Segunda jornada del Warm Up 2022

  • Artistas Nunatak/Pájara Rey/Morreo/Miles Kane/The Vaccines/Izal/Zahara

  • Dónde y cuándo La Fica, sábado 30 de abril

  • Clasificación Muy bueno/Bueno/Correcto/Excelente/Notable alto/Bueno/Sobresaliente

Repasando su intachable discografía en solitario tras su paso por The Little Flames y The Rascals, Miles Kane abrió fuego de la mejor forma posible, es decir, combinando la inspiración de su pasado y presente. Y es que, tanto 'Don't let it get you down', una de las muchas piezas sobresalientes que se acumulan en su disco más reciente, 'Change the show', como la inmensa 'Rearrange', seria candidata a canción definitiva de su trayectoria, conforman una dupla de bienvenida adherida al triunfo instantáneo. Imposible empezar mejor un concierto que, lejos de rozar el freno, vivió en un permanente estado de aceleración, calculando con precisión milimétrica lo que necesitaba la actuación en cada momento para que la bajada de nivel o intensidad brillara por su ausencia. Un objetivo que el británico cumplió con creces aupado por una banda en perfecta sintonía con su discurso artístico y un repertorio cinco estrellas en el que, te detengas donde te detengas, te encontrarás siempre con un tema de notable para arriba. Sirvan como ejemplos mayúsculos las excelentes 'Don't forget who you are', canción que da nombre a su disco más redondo hasta la fecha; 'Nothing's ever gonna be good enough'; 'Colour of the trap'; la soberbia 'Never get tired of dancing' y su brutal saxofón; el recuerdo a los esenciales The Last Shadow Puppets, banda que lidera junto a Alex Turner, a través de 'Aviation' y 'Standing next to me'; el delicioso corazón Motown de 'Caroline'; la tremenda versión de la inoxidable 'Don't let me down' en preciosa comunión Beatle entre artista y público; o la irrefrenable 'Come closer', fin de fiesta para el recuerdo. Pues eso, lo de Miles Kane en el Warm Up fue una lección de rock en estado puro. Palabras mayores.

Y si bien no alcanzó este mismo nivel, el directo de The Vaccines se quedó bastante cerca. Los compatriotas de Kane apuestan mucho más por la épica, el dramatismo, la grandilocuencia y los fuegos artificiales que su ilustre vecino, pero la suya es una propuesta que funciona especialmente bien en ese terreno tan arriesgado en el que más y más nunca es suficiente. Por eso, y aunque los temas de sus últimos discos se sitúan a bastante distancia de los logros de sus dos fabulosos primeros trabajos, los de Justin Young, cantante cuya particular voz sigue originando un impacto automático, se mantuvieron firmes en los límites de su reconocible zona de confort, triunfando con rotundidad cuando proponían un emocionante viaje al pasado con temas como 'If you wanna', 'Wreckin' bar (Ra ra ra)', 'I always knew' o 'Post break-up sex', la joya de la corona, y sorprendiendo gratamente con la fuerza que demuestran en directo algunas de sus nuevas canciones ('Wanderlust', 'XCT', 'El paso'). Un estupendo concierto que vibró entre el ayer y el hoy de la formación inglesa y que ofreció argumentos de sobra para seguir deseando con ilusión un próximo reencuentro con The Vaccines.

Más complicado se intuye un nuevo abrazo colectivo entre Izal y su abrumadora parroquia de fieles tras el sorprendente anuncio de pausa indefinida que realizó la banda hace unas semanas. Un shock en toda regla para su público que, sin embargo, ha beneficiado a sus directos por el comprensible aumento de emotividad que los rodea en esta gira de despedida. Se trata, por lo tanto, de recordar, echar la vista atrás con satisfacción y lágrimas, revolver las maletas que acompañaron a un viaje acostumbrado al triunfo desde casi su estación de salida y repetir por última vez lo irrepetible. Poco importa que los temas de su último trabajo, el interesante 'Hogar', terminen jugando un papel tremendamente secundario. El peso real de su concierto se sostuvo sobre los hombros de un pasado que sigue palpitando con la emoción del primer día. Puedes entrar más o menos en su propuesta, claro, pero negar el potencial en directo de canciones como 'La mujer de verde', 'Pánico práctico', la encantadora 'Qué bien', interpretada entre el público, 'Pequeña gran revolución' o 'Copacabana', como quedó ampliamente demostrado en su paso por el Warm Up, sería lanzarle un estúpido pulso a la evidencia. Y aquí hemos venido a agradecer los servicios prestados, aplaudir lo mejor de su repertorio y desear buena suerte en lo que venga. Eso es lo que hicimos en un concierto que, en sus momentos más destacados, tuvo la destreza de sumar a la celebración incluso a las personas más reticentes. Un adiós a la altura de las circunstancias, vaya. Y del festival.

Momentos emotivos que también se vivieron, aunque sin el dramatismo implícito de las despedidas, en la primera de las actuaciones de esta jornada. Una casa reconocible nada más cruzar la puerta. Una hoguera con la que refugiarte del frío externo. Un momento de pausa en mitad del caos. Un rayo de luz cruzando la penumbra infinita. Un abrazo de ternura y encanto. Estas son algunas de las imágenes y sensaciones que despierta un concierto de Nunatak, banda que cumplió con la complicada tarea de prender la mecha del sábado. Tanto en sus momentos más enérgicos como en los paréntesis de intimidad, el grupo cartagenero trazó las melodías más representativas de su trayectoria con delicadeza, naturalidad y química contrastada, construyendo instantes de embriagadora y poderosa belleza como los protagonizados por 'Todas las campanas', 'Viento del sur', una debilidad personal, la preciosa carta de amor al Mar Menor que es 'Sol y sal', o la fantástica 'Aún respira'. Y ojo con un tema nuevo de toques caribeños que el grupo estrenó en primicia y apunta a un nuevo e ilusionante horizonte.

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Un cálido comienzo de jornada que encontró una afortunada continuidad en esa sesión doble de pop firmado en el escenario Ellesse por Pájara Rey y Morreo. En el primero de los casos, la banda murciana acentúa su propuesta en un nervio punk que dispara sus canciones al compás de la urgencia, como ocurrió de forma especialmente acertada en 'La vida son cosas', la pieza más lograda de su repertorio. Son en esos momentos de refrescante arrojo donde uno puede escuchar con nitidez la llamada de un futuro más que prometedor para la formación local. Mismo destino al que parecen dirigirse Morreo, dúo andaluz que presentaba su debut, 'Fiesta nacional', y que entregó un buen concierto con canciones de evidente inteligencia melódica, psicodelia accesible, arreglos imaginativos y una colección de melodías que parecen nacidas en el seno del pop español más clásico. Lástima que la banda no brillara especialmente en lo vocal, algo que terminó afectando más de lo deseado a unos temas que, en su versión de estudio, funcionan con mucho más brío.

Todo lo contrario a lo que ocurrió en el impresionante concierto de Zahara pasada la medianoche, un ejemplo muy cercano a la perfección de lo que es trasladar el poder de una grabación al escenario. Estrenando un nuevo formato de directo bautizado 'La Puta Rave', la ubetense desplegó en el Warm Up un espectáculo de electrónica hipnótica, sudorosa, febril, impactante y extrañamente conmovedora. Acompañada por un entregado cuerpo de baile y una banda en la que destacó el talento del gran Martí Perarnau, además de estar apoyada por una deslumbrante puesta en escena donde cada detalle jugaba un papel fundamental dentro del conjunto, la artista se sirvió de la práctica totalidad de temas de su último trabajo, esa obra maestra titulada 'Puta', para confeccionar un directo que retumbó en el pecho, sacudió las entrañas y activó todos y cada uno de los sentidos, facilitando así la mutación de cada uno de sus momentos en experiencia personal e intransferible. Ya fuera a través de la rabia de 'Joker', el poderosísimo eco emocional de 'Merichane', la estremecedora 'Dolores' o la dupla ganadora formada por 'Hoy la bestia cena en casa' y 'Berlín U5', hits que parecen haber nacido para ser tocados de seguido y sin respiro, Zahara cautivó al público desde la vibración compartida del sudor, la lágrima, las heridas y las cicatrices. Transformó la madrugada en paisaje de reinvención, delirio y reflexión. Propuso la electrónica como maniobra de liberación. Y acertó. Nos hizo gritar con los ojos cerrados hacia el cielo el pacto firmado entre la libertad y la valentía. Derribó miles de prejuicios y superó cualquier expectativa con un rebelde y extraordinario acto de pasión musical. Se confirmó, en definitiva, como una artista única, felizmente imprevisible, inquieta y esencial. Nunca un exorcismo en público había sido tan conmovedor, ni una confesión tan inspiradora, como en la madrugada donde Zahara conquistó el Warm Up.

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