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Concierto de Amaral en Molina. Javier Carrión / AGM

Amaral e Iván Ferreiro engrandecen el B- Side Festival 2024

El dúo originario de Zaragoza y el artista gallego se coronan con dos fantásticos conciertos en un notable B-Side 2024 completado por Cala Vento, Siloé y Samuraï

Domingo, 15 de septiembre 2024, 07:35

Cuando uno atraviesa la entrada del recinto de eventos de Molina de Segura, REMO, reconoce el logotipo del B-Side, detecta el murmullo general, la forma en la que los ánimos se van caldeando, la complicidad de quienes se acercan con atención al escenario y ... la energía colectiva que se va transmitiendo en la brisa de septiembre, esa que coquetea con las lágrimas de lluvia y el borrón dibujado en las hojas marchitas, siente que está ante algo más que un simple festival. Las coordenadas temporales, siempre útiles para comprender este tipo de electricidad emocional, tienen la llave que abre el cofre de los motivos: el otoño empieza a mostrar su rostro al otro lado de las orillas. Se acerca esa estación vilipendiada por quienes adoran acumular postales estivales en las que la luna resulta la última invitada y adorada hasta la extenuación entre quienes encontramos en ella ese halo de melancolía que, lejos de helarnos la piel, se despliega como el más cálido abrigo. Y esa dualidad, optemos mejor por este término antes que usar una metáfora bélica, es la que marcó la jornada principal de un evento musical que no se puede separar de su ubicación en la agenda. En términos estrictamente musicales, el B-Side Festival 2024 se movió entre el calor que todavía aguanta un último tirón, que sacude, agita y remueve el sudor de la frente y las rozaduras de los talones, y la nostalgia de lo vivido, de los estribillos que llevamos clavados en la garganta del corazón.

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Fue en este último paisaje donde aterrizaron tanto Iván Ferreiro como Amaral, quienes, finalmente, terminaron entregando los dos mejores conciertos de la jornada, cumpliendo así con su justificada y comprensible condición de grandes cabezas de cartel de esta edición.

Compartiendo inspiración

Con Ferreiro sucede que, incluso conociendo de memoria los recovecos, señales y cofres escondidos que conforman sus composiciones, perderse en ellas resulta siempre un auténtico placer, ya sea en la escucha doméstica, en los paseos nocturnos, en los viajes de carretera camino al norte, en la revolución y la calma o en la aceleración y el descenso. Una sensación que termina de alcanzar su clímax definitivo en el hervor de un directo que, con el paso de los años, ha equilibrado todos y cada uno de sus elementos hasta revelarse como una experiencia fascinante e imponente. Hablamos de una ruta paralela a la de su trayectoria solista, la cual llegó a su punto más alto con 'Trinchera pop', un último disco que marcó gran parte de la actuación del artista gallego en el B-Side 2024. Así, temas como 'Canciones para no escapar', 'En el alambre' o la vibrante 'La humanidad y la tierra' rayaron a un nivel fabuloso, dejando claro con aplastante rotundidad que, pese a su esencia de novedad, no tienen nada que envidiar a joyas ilustres como 'Turnedo', 'El pensamiento circular', 'El dormilón' o las coreadísimas 'Eme', 'El equilibrio es imposible' y 'Años 80', saludos inevitables a su etapa al frente de Los Piratas. Acompañado por una magnífica banda que transitó con idéntica maestría los tramos más calmados e introspectivos y aquellos cercanos al desenfreno, ambos unificados por el manto electrónico, Iván Ferreiro ofreció un espectáculo deslumbrante a todos los niveles con el que demostró que, más que un momento dulce, lo suyo parece un pacto firmado con el estado de inspiración permanente.

Una situación similar a la de Amaral, banda que sacó a relucir en Molina de Segura sus armas de conquista más apabullantes y contundentes. De acuerdo, es evidente que cuando cuentas en tu catálogo con temas de la talla de 'Moriría por vos'. 'Estrella de mar' o 'Toda la noche en la calle', los cuales forman parte de la partitura vital de un buen puñado de generaciones, como quedó demostrado en el ensordecedor recibimiento que se le dio a cada una de ellas cuando sonaron (a lo grande) en el recinto, todo es, o debería ser, más sencillo, pero el mérito está en lograr que reaparezcan en la actualidad con una fuerza que conecte el huracán nostálgico con la impresión de permanecer única y exclusivamente a un presente que desearías guardar para siempre. Y Eva Amaral, imperial en cada nota y arrebatadora en cada gesto, y Juan Aguirre, guitarrista que hace de su instrumento un lenguaje propio, así como el estupendo grupo de músicos que los respaldan sobre el escenario, lo lograron con creces. Llevamos toda la vida cantando a pleno pulmón canciones como 'Días de verano', 'Cómo hablar' o 'Marta, Sebas, Guille y los demás', pero Amaral consiguió que nos atraparan como si nunca hubiésemos estado dentro de ellas y que nos identificásemos con sus versos como si la tinta nos cayera por primera vez sobre la mirada. Desde la conmovedora balada ('Salir corriendo', 'Sin ti no soy nada') al rock revolucionado ('Resurrección', 'Kamikaze') pasando por las armonías más radiantes ('El universo sobre mí', 'Ruido'), sin olvidar el coqueteo reggae de 'Rompehielos' y la intensidad de 'Ahí estás', dos anticipos de su próximo disco que se han sumado a la liga de los clásicos de una manera fulgurante, Amaral dejó claro en el B-Side Festival que su directo y repertorio siguen siendo de los más espectaculares y completos de nuestro país. Inmensos.

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Hijos del siglo XXI

En comparación con el aluvión de recuerdos que nos asaltaron con estos conciertos, algo ineludible cuando se trata de artistas que llevan varias décadas a nuestro lado, el resto de la jornada estuvo impregnada por el ímpetu de los recién llegados. Y es que, tanto Cala Vento como Siloé y Samuraï son propuestas surgidas en el siglo XXI, hijas de su tiempo, cómplices de sus inquietudes, víctimas de sus incertidumbres y enamoradas de sus posibilidades artísticas.

Abrió fuego el proyecto musical de la madrileña Aroa Lorente, quien resolvió con acierto el reto de inaugurar la jornada antes de que el dúo catalán Cala Vento repasara con su característico arrojo una discografía que alberga un total de cuatro discos y cero fallos. Su debut homónimo, 'Fruto Panorama', 'Balanceo' y 'Casa Linda', su trabajo más redondo hasta la fecha, cuentan con un número de canciones tan potentes que casi cualquier opción que escogiesen para conformar el repertorio hubiera salido bien, pero la satisfacción es todavía mayor cuando, como sucedió en Molina de Segura, salen a tu encuentro torbellinos imparables como 'Ferrari', 'Un buen año' o 'Teletecho'. Melodía y urgencia. Atronadora base rítmica y versos que se clavan con la punta del reflejo. Crepúsculo y reinicio. La elasticidad de géneros como el rock, el power pop o el punk. El temor, la esperanza, la amistad y el amor encadenados por una guitarra y una batería llamadas, respectivamente, Aleix Turon y Joan Delgado.

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Cierre por todo lo alto con Siloé

Por último, cuando la madrugada ya nos había alcanzado, los vallisoletanos Siloé se propusieron acabar la fiesta por todo lo alto. Y lo consiguieron. De la banda liderada por Fito Robles, fantástico frontman, uno se puede quedar con la manera en la que ponen toda la carne en el asador del primer segundo al último, la complicidad que muestran, la destreza con la que conectan con el público, el conocimiento que tienen del pop/rock nacional o la contrastada eficacia de canciones como 'La verdad', 'Esa estrella' o 'La niebla', pero, puestos a elegir, puede que lo más valioso que tengan sea la verdad y pasión que transmiten, la ilusión con la que se agarran a cada estribillo, el compromiso con el que se lanzan a cada estrofa y el sudor innegociable con el que rocían cada asalto a la épica. Es una banda que te crees, que no alberga artificio, que se la juega a todo o nada, que saborea cada paso, que sabe que cada concierto es único. Así entienden su oficio. Así lo viven. Así se entregan. Y así vencen y convencen, verbos que conviene situar también a cada lado de esta última y notable edición del B-Side Festival que nos dejó cantando las canciones que formarán parte de la banda sonora de ese otoño que espera impaciente a la vuelta de la esquina del calendario.

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