José Parra
Domingo, 18 de agosto 2024, 07:33
Emplazado en una bahía protegida por la isla del Ciervo, el club da la espalda a una colina rocosa, abriendo todo su frente meridional hacia una explanada ligeramente elevada sobre el nivel del mar. Los ambientes se suceden a lo largo de dos ejes perpendiculares ... de circulación. Desde el aparcamiento, una escalera desciende hasta un vestíbulo vigilado desde la conserjería.
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El área de estar se comunica directamente con una sala y patio de juegos y con el restaurante, desde el que se accede a un bar exterior. En otra terraza algo más baja, dos paraguas de hormigón armado proporcionan un agradable espacio de sombra durante del día, a la vez que permiten acotar, resguardado del viento del levante, un recinto para los eventos nocturnos. En el extremo occidental, un patio de servicio organiza la cocina y la zona de aseos y vestuarios. Completan el programa los almacenes y los terrenos deportivos.
Todos los espacios del edificio están unificados visualmente por una cubierta plana sostenida por delgados pilares metálicos que responden una trama modular. La horizontalidad de esta cubierta blanca y del plano del agua, en contraste con el perfil sinuoso de los montes lejanos y con el contrapunto de los grandes parasoles de hormigón, contribuye a enmarcar las extraordinarias vistas del Mar Menor que Bonet quiso incorporar a todas las dependencias del edificio, induciendo así al disfrute sensorial desde cada uno de los ambientes del club.
Este edificio está incluido en el registro Docomomo Ibérico.
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