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El Buenaventura X, un barco de piratas donde se puede dormir. A.S.
El sueño de ser marino por un día
Verano | Calmas y quimeras

El sueño de ser marino por un día

En la costa regional es posible navegar en goletas clásicas, dormir en un barco pirata o conocer artes de pesca ancestrales

Domingo, 18 de agosto 2024, 07:32

Quien sueña con sentirse como un personaje de Patrick O'Brian o un temible tripulante de La Perla Negra, puede hacer realidad su deseo en la costa murciana.

De Águilas a San Pedro del Pinatar, es posible navegar en goletas clásicas o barcos que fueron escenarios de cine, dormir en una nave pirata, dejarse llevar en yates con visión submarina o conocer artes de pesca ancestrales en el Mar Menor.

Pasar una noche en el Buenaventura X, amarrado en el puerto de Cartagena, será lo más cercano que podrá estar de la vida pirata que, según los marineros del capitán Garfio, es la vida mejor. Su propietario, Antonio Maestre, compró esta réplica de un barco del siglo XVIII fabricado en Normandía porque su hijo se encaprichó de él. «Era de un psiquiatra parisino, pero lo tenía abandonado», cuenta el armador. Esqueletos y fantasmas de bucaneros habitan esta nave de madera de 24 metros, ideal para planear un alojamiento divertido con los peques de la casa.

Para vivir una experiencia cinematográfica en el mar, es posible salir a navegar en grupo en el Buenaventura I, del mismo dueño. El actor Carmelo Gómez lo pilotó en el rodaje de 'La carta esférica', el filme basado en la obra homónima de Arturo Pérez Reverte. Al escritor cartagenero le hirieron su corazón marinero cuando el equipo de Imanol Uribe le dio una capa de pintura a la tierra para envejecerlo. «Se enfadó porque dijo que eso no se le puede hacer a un barco, así que lo volvieron a restaurar», cuenta Maestre. El armador se negó a cambiarle el nombre por el de 'Carpanta' que figura en la novela, debido a una de esas supersticiones marineras. Lo había comprado a un suizo que viajaba de paso a la Guayana francesa, pero que al ver el Mar Menor se sintió como Gauguin en Tahití. Sus 14,50 metros se convierten a menudo en escuela de navegación o en barco turístico para grupos.

A la izquierda, el Buenaventura I, que pilotó Carmelo Gómez en la película 'La carta esférica', basada en la novela de Pérez Reverte. A la derecha, el Isaura do Mar, una goleta construida en Malasia para hacer rutas por la costa regional. A.S.

Como un 'old money'

Otro romántico de los barcos clásicos, Antonio Lorente, tiene dos bellezas clásicas este verano a flote para que pequeños grupos de familias o de amigos vivan la sensación de ir en volandas del viento y sentir el tacto de la cubierta de teca como un auténtico 'old money'. Su nuevo amor es una goleta construida en Malasia en 1991 con el onírico nombre de 'Isaura do mar'. Con las cinco velas de cuchillo infladas desfila como un espejismo hasta Tabarca, Isla Grosa o Cabo Tiñoso, según el plan del día, que siempre incluye baño, caldero a bordo y puesta de sol. Su armador fue reportero de documentales de fauna africana y rodó la sangrienta captura de ballenas en Groenlandia.

La otra novia de Lorente se llama 'Tamaris', un yate de lujo de 1938 que el diseñador Ralph Laurent utilizó para rodar su video de promoción de su colección en 2016. Es la elegancia intemporal de estilo americano en movimiento por el Mar Menor y las costas próximas del Mediterráneo. En el solarium de sus 24,30 metros de eslora se broncearon los Kennedy, aunque también desempeñó funciones bélicas como detector de submarinos alemanes en la Segunda Guerra Mundial. Su interior clásico está decorado con un sofá capitoné y cuadros de escenas marinas. Posee su propia vajilla y cristalería.

Un espectáculo inagotable

Un barco con suelo de cristal transporta a grupos de pasajeros a diario desde el puerto deportivo de Juan Montiel hasta la isla del Fraile, en Águilas. El trayecto se hace corto con el espectáculo inagotable de la visión submarina. Bajo la nave Nuevo Amanecer atraviesan bancos de peces, algún pulpo viajero y todo aquel habitante del Mediterráneo aguileño. En una excusión de una hora y media da tiempo a baño y sorpresas bajo los pies.

Del puerto de Lo Pagán zarpa el Sparus, un estable catamarán que el pescador Juan Tárraga pilota hasta el islote del Farallón para que los pasajeros hagan snorkel. «Es un fondo con mucha vida y el encanto de la cueva», explica el experimentado navegante. Para darse el baño de oro, ese que resbala en forma de luz con el ocaso, traslada el Sparus hasta la orilla de La Manga. En septiembre reanudará las demostraciones de la pesca artesanal del Mar Menor, donde los turistas pueden tirar de las redes para descubrir doradas, lubinas y, aunque nunca son invitados, cangrejos azules.

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