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Francisco Javier Martínez 'El Largo' muestra las redes en su barco 'Yessica'. .

La llamada del abejorro

Francisco Javier Martínez 'El Largo', conocido por sus grandes capturas, pesca de oído en el silencio de la madrugada: «¿Envidias? Me queman las redes»

ALEXIA SALAS

Lunes, 22 de agosto 2016, 12:01

Hay personas a las que les precede la fama, como a 'El Largo'. No hay corrillo de pesca que glose una colosal captura nocturna donde no se mente el nombre de este pescador espigado, de sonrisa fácil y ojos achinados de satisfacción. Un festín plateado de doradas rebosando las cajas o una lubina de talla Gargantúa que llega a la lonja de Lo Pagán y surge la pregunta del curioso de turno, que suele tener la misma respuesta: 'El Largo'. ¿Suerte? «Salgo a la mar cada día a las nueve de la noche todo lo más y vuelvo a las 11 de la mañana», responde el patrón del barco 'Yessica', que este año llevó a la Virgen del Carmen en la procesión marítima por el Mar Menor. 'El Largo' sube a bordo consigo cada anochecer ese tipo de ventura que le hace convertir las horas oscuras en pescado fresco, como el poeta transforma la 'pesambre' en verso.

  • Quién.

  • Francisco Javier Martínez Castejón.

  • Qué.

  • Pescador.

  • Dónde.

  • Muelle de Lo Pagán (San Pedro del Pinatar).

  • Valores.

  • En el muelle de Lo Pagán, los pescadores desembarcan cada día las capturas del Mar Menor, que este año vive una temporada de enorme producción, con 20.581 kilos de langostino solo en la campaña de primavera, el doble que la suma de las capturas de 2015. La Cofradía de San Pedro del Pinatar agrupa a todos los pescadores de la laguna. Comparten la bahía de Villananitos con la creciente invasión de barcos de recreo en amarres flotantes y en un puerto deportivo recién ampliado.

  • Pensamiento.

  • «Hay que pillar el pescado gordo, que es el que vale dinero».

Las horas de insomnio al relente las mitiga 'El Largo' con esa risa de complacencia de buena mañana, tras una noche que le ha llenado once 'copos' -la red rectangular que forma parte de la pantasana- de galupe, aunque en los tres últimos días le ha arrancado a la mar 3.000 kilos de dorada él solito.

No lo llama suerte este pescador de tercera generación, al que no le pesa el sueño cuando sale el sol para confirmar que la generosidad del mar no fue una alucinación de la noche. Lo llama método, y lo aprendió en cientos de madrugadas a solas sobre un bote en medio de la laguna, poniendo la oreja al mar. «Empecé de marinero en barcos de otros armadores, después salía solo, en un bote de cinco metros que me hizo mi abuelo, y luego me eché un marinero», resume su trayectoria, que lo llevó a una técnica depurada por la práctica cotidiana, la insistencia tenaz, el instinto despierto. 'El Largo' pesca a la pantasana, arte de pesca tradicional del Mar Menor que apenas continúan cinco barcos. Su secreto mejor guardado es una mezcla de oído e intuición. «Navegamos despacio para ver dónde saltan los peces. Donde hay muchos, ves salir alguno hacia arriba como un cohete», señala con el dedo hacia el cielo. Ahí cercará al banco de doradas o galupes este pescador con oído gatuno. Solo queda apagar las luces y esperar con paciencia de semilla. Una hora, dos horas, tres horas en silencio. «No se me hace largo. Estoy concentrado y escuchando, no pienso en nada más», sorprende el aplomo del pescador. Todo depende de elegir el momento preciso para saber si los peces se han reagrupado. 'El Largo' lo sabe. Ha escuchado la respiración de la laguna cada noche -«me gusta salir solo», afirma como buen cazador- y aguarda esa señal tan sutil que ya conoce, tan familiar: «Yo le llamo el abejorro. Es un aleteo de las colas al rozarse, que te dicen que hay muchas juntas», revela el pescador.

Al santo y seña del zumbido, sabe que tiene su pieza, y que no será pequeña. ¿La mayor? «Para la Virgen del Pilar cogí 8.500 kilos de doradas gordas enfrente de La Ribera», sonríe guiñando los ojos desvelados. 'El Largo' no quiere piezas chicas. «La pantasana es una red para pescado gordo. Es el que vale dinero. Coger el pequeño es tirar piedras sobre tu tejado, porque hay que dejarlo que crezca y se haga un buen magre sanjuanero», enseña el maestro, dispuesto a pagar el alto precio del éxito. «¿Envidia? Hay días que me encuentro las redes rotas o quemadas», asume pérdidas en el dorado balance del triunfo. Ya lo compensa el pescador con unos calderos bien cocinados con amigos. La vida le ha dado hijos dispuestos a seguir su estrella: «Cuando me jubile vendré a ver si solo 'garbillan' agua», decide, y no se le borra la sonrisa.

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