¿Y si el verano no te hace sentir bien?

Es posible que, en determinados casos, el factor socioeconómico y la exposición a las redes sociales influya directamente en ese estado de ánimo durante la época estival. En Internet, las personas se proyectan pletóricas, disfrutando de viajes de ensueño y momentos inolvidables con familias (aparentemente) perfectas, con amigos (aparentemente) no tóxicos, con parejas (aparentemente) enamoradas, felices y ajenas a la dependencia emocional. Y, todo ello, por supuesto, se vive con cuerpos (aparentemente) ideales, no enfermos, sin celulitis y exentos de flacidez, trabajados (aparentemente) a base de entrenamiento de fuerza y suplementos de proteínas. Es como si una muerte, un duelo, una ruptura, un trauma o una decepción no pudieran tener cabida ahora. Pero, aun cuando las redes sociales y el consumismo condicionan y configuran hoy la experiencia del dolor, la vida y sus catástrofes cotidianas siguen ahí. Cuando el sufrimiento no te permite actuar como un miembro funcional de la sociedad o dentro de una clase social ya eres un fracasado. Esa es otra de las mierdas contra las que hoy luchamos.