¿Preparados para aceptar?

En algunas circunstancias, este mecanismo puede ser útil. Podemos recurrir al engaño para garantizar nuestra supervivencia y, en ese proceso, deformamos la información que recibimos. En situaciones de absoluto estrés y sufrimiento funciona como un comodín cognitivo. Sin embargo, cuando el autoengaño se prolonga o se abusa del mismo, la persona puede experimentar dificultades en su vida y en sus relaciones.

Hay personas que arman sus mentiras con tanta minuciosidad que olvidan acontecimientos clave sobre lo que ha pasado o están viviendo. Por ejemplo, distorsionan o restan importancia a evidencias que muestran que su relación de pareja está fracasando o que su trabajo no es tan idílico como cuentan. Cuando tales situaciones se convierten en situaciones límites, la ansiedad les desborda y la autoestima se ha convertido en un débil esqueleto. La actitud ante la vida influye en quiénes somos ahora y quiénes podemos ser en el futuro. Si nuestra vida pesa, hay que tomar decisiones. Si nuestra vida se sostiene en la mentira, es fundamental reconocerlo y ponernos a la altura de los demás: nadie es perfecto y todos cometemos errores. Tenemos derecho a cambiar, pero sin aceptar lo que no nos respalda difícilmente podremos aprender y construir una nueva versión de nosotros mismos.