A cierta prensa le gusta romantizar la pobreza con términos en inglés casi siempre acabados en -ing: coliving, carsharing, coworking...

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El último intento lo han bautizado como «Staycation: quedarse en casa en agosto durante las vacaciones es cada vez mas cool». Mátame camión. Así se ... enmascara que la gente tiene sueldos precarios que no dan para viajar en vacaciones.

Y luego estás tú, Jose Luis, que no te gusta viajar en agosto, pero quedarse en casa no son vacaciones, son días sin trabajar. Y estoy segura de que las amas de casa me entenderán, pero ¿qué vacaciones son esas si tengo que seguir cocinando, limpiando o ir a la compra todos los días?

Que sí, que en agosto es insoportable viajar por el calor y la masificación turística, que debería darnos vergüenza ir en avión porque contamina y no es sostenible, como afirma Greta Thunberg, y que lo 'trendy' es quedarse en casa encerrada como una de las monjas cismáticas de Belorado. Pero yo lo que quiero es veranear de verdad. Y el verano no es para pobres, ni para adultos con responsabilidades.

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Existen muchas formas o estilos de viajar y ninguna es mejor que otra. Está el turista selecto, el procrastinador, los del alma aventurera y el turista tradicional. Y luego estoy yo, que quiero irme unos días a un hotel de la Costa Amalfitana, empadronarme en una tumbona junto al mar, dar vergüenza ajena en el buffet del desayuno, y no hacerme la cama durante una semana. Creo que no pido tanto.

Y con ese espíritu de vivir a yerno de rey, de dormir poco y reír mucho, de no tener prisa y a la vez querer vivirlo todo, hago planes para mis vacaciones y pienso en la maleta que este año va vacía. Es el primer viaje al que me voy sin remordimientos y sin huir de la realidad.

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Click. Ya me he comprado el billete de avión.

Lo siento, Greta.

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