Dice mi amiga Begoña que en el último mes y medio no se ha enterado que tiene marido, entre la Eurocopa y los Juegos Olímpicos de París, que hoy terminan, los hombres de este país han estado pegados a la tele. Bueno, no sólo los ... hombres, muchísimas mujeres como yo han disfrutado con nuestros deportistas.

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El domingo pasado nos levantamos con la gravísima lesión de Carolina Marín; pocas veces el llanto de alguien ha sido tan compartido. Su desgracia nos recuerda que a veces, aún poniendo todo, las cosas no salen, y que querer no siempre es poder. También vimos llorar a Carlos Alcaraz tras perder habiendo hecho todo lo posible para ganar. Mal día para los defensores del 'coaching' y el pensamiento positivo.

Pero no todo han sido desgracias para nuestros representantes. Saúl Craviotto, 'aka' el yerno perfecto, se ha convertido en el deportista español con más medallas olímpicas de la historia; la Rojita se ha colgado el oro en un partido épico contra Francia; medallas también para nuestro equipo de natación artística y las chicas del baloncesto femenino 3x3, o el salto a la gloria de Jordan Díaz.

Pero también, cómo no, han sido las Olimpiadas de las polémicas, desde la participación del jugador de voleibol de playa condenado por la violacion a una niña de 12 años, la cuestión genética y de identidad de género con el lío cromosómico de la boxeadora argelina o el asunto de la mala calidad del agua del Sena, donde algunos atletas han asegurado haber enfermado tras sus pruebas. Esta gente se queja por nada, si hubieran venido a entrenar a Los Urrutias se habrían inmunizado ante todo tipo de virus y bacterias conocidas y desconocidas.

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Ha sido una oportunidad para ver grandes gestas y logros deportivos realizados por los mejores atletas del planeta, los que han ganado y los que no, porque hay mucho mérito, esfuerzo y sacrificio solo para estar ahí.

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