Casa junto al mar, en Mojácar

Buscar la inspiración fue fácil… tan sólo había que mirar alrededor. La arquitectura tradicional de fachadas blancas, cúpulas, calles estrechas en pendiente y las buganvillas asomando por las tapias, han hecho que Mojácar esté repleto de rincones encantadores para fotografiar.

Como consecuencia de la forma de la parcela, la huella de la casa se adapta y forma un trapecio, donde en la zona más amplia se sitúa la vivienda, y la zona estrecha se aprovecha para almacenamiento y garaje. La planta baja está destinada a las reuniones familiares y zonas privadas de los abuelos. La planta primera se reserva para los hijos y los nietos con acceso y uso independiente.

Todas las estancias miran al mar, orientado al norte, por lo que se aprovecha la zona sur, en la que existe una gran pinada. Aquí abrimos grandes ventanales y aprovechamos la iluminación directa del sol. En la planta superior, dos terrazas nos permiten coger altura y contemplar el mar.

Probablemente la planta baja sea la que más rincones esconde… Un paso trasero que recuerda a las calles estrechas de Mojácar, un porche con techo en bovedilla cerámica para pasar las tardes de verano, y un rincón de lectura en el que sumergirte en libros interminables.

Viviendo en esta casa, el verano pasa con más calma.