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Anabel Alonso, en el Auditorio Parque Almansa. GUILLERMO CARRION / AGM
Festivales | Teatro de San Javier

'Tiresias': Anabel Alonso, danos tu carisma y tu don de profecía

Viernes, 23 de agosto 2024, 23:19

De nada serviría. Es uno de los mensajes que emana del personaje de Tiresias, el adivino ciego de la mitología griega: por mucho que advierta a los humanos de los desastres por venir, volvemos a caer con las mismas cáscaras de plátano, semejantes desamores, idénticas ... guerras. Anabel Alonso fue, para bien y para mal, Tiresias en la última noche del 54 Festival de Teatro, Música y Danza de San Javier. Es el suplicio del profeta tebano, nunca ser escuchado y, cuando los poderosos le prestan oídos, como no les gusta lo que les revela, lo castigan. Ejemplos de la vida real tenemos a mantas. El médico chino que activó la alarma sobre el coronavirus, investigado y amenazado por propagar rumores, es solo un caso de la terca ceguera del género humano. Los Tiresias que avisan de desastres ambientales, de crisis bursátiles, de fenómenos atmosféricos, no son los ciegos de la historia. La tremenda ironía es que el tebano lo ve todo, menos lo que tiene delante de su nariz, al revés que el común de los mortales. Otras verdades dolorosas, como advierte el profeta, «se guardan en arcones de mil llaves para no levantarnos la tapa de los sesos». «¿Es mejor no saber?», le preguntan al vidente. «No, pero a veces ayuda», responde.

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La actriz vasca, habitual de la comedia, destaca imponente en este espectáculo decepcionante importado del Festival de Teatro Clásico de Mérida y Producciones Draft.inn. Es de esas actrices que ocupa más espacio del meramente físico en el escenario. Su voz tiene autoridad, y tanta soltura en sus registros que cuela una ironía en medio de un monólogo trágico. Habituados a verla en 'El club de la comedia', en series de entretenimiento (multipremiada por '7 vidas') y en 'MasterChef', olvidamos su capacidad dramática, como demuestra en 'La Celestina' (2023) y en 'Tiresias', estrenada este agosto en Mérida.

Una Anabel andrógina, cavernosa y con poderío, una especie de Orlando que es hombre y mujer, víctima y verdugo de su poder profético, temerosa de los dioses, pero también paternal y sabia, otras veces gamberra, brilla en esta función liosa, a veces incoherente y tan larga. A medida que avanza la narrativa engorrosa, se echa de menos la frescura de la primera parte, la más mitológica, en la que se explica cómo adquiere Tiresias el don de la adivinación. Dónde encierran después el encanto de Ana Fernández-diosa Hera y su orgasmo en directo, se pregunta uno.

La actriz vasca, habitual de la comedia, destaca imponente en este espectáculo decepcionante importado del Festival de Teatro Clásico de Mérida y Producciones Draft.inn.

La obra transita hacia una segunda parte supuestamente más sobria para encadenar algunas de las historias en las que han intervenido los vaticinios de Tiresias, de Dionisio a Antígona, pero de pronto se marcan un karaoke griego para hacer cantar al público, un baile infantil o un solo de guitarra eléctrica, sin sospecha de congruencia con el hilo narrativo. El texto de Joan Espasa, José Manuel Mora y Carlota Ferrer ensambla varios capítulos clásicos en los que intervino el sabio tebano, como 'Las Bacantes', de Eurípides, o 'Antígona', de Sófocles, ya que el personaje es un clásico con tirón literario. Apollinaire dio por inaugurado el Surrealismo con él en 'Las tetas de Tiresias' (1917) y T.S. Elliot le dio un rol simbólico en 'La tierra baldía' (1922).

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La voz de Paula Mendoza

La directora Carlota Ferrer (premio Max por 'Los nadadores nocturnos') deja para el final –ya ansiado– la tragedia de Edipo, quizás el papel más crucial del profeta tebano, que según Sófocles, reveló la verdad sobre el origen del rey, casado con su madre tras asesinar al padre. Destaca la versatilidad y la fuerza interpretativa de Alfredo Noval-Narciso/Edipo/Hemón/Penteo. La voz de la soprano y actriz Paula Mendoza se agradece cuando le dejan espacio para brillar. Suma magnetismo a las premoniciones del adivino el inquietante fondo musical de Tagore González. La escenografía, también de Carlota Ferrer, se presenta libre de elementos y logra una hermosa composición visual al inicio, con Manto, la hija de Tiresias, tirando de un árbol seco. Otra escena que suma belleza escénica es la de Alberto Velasco-Cariclo/Cadmo/Creonte/Pastor sosteniendo el espejo en el que se autoenamora Alfredo Noval-Narciso. Otros momentos restan.

Luego está el toro de Osborne, omnipresente a lo largo de la función, que al final se une al reparto como uno más, ese espíritu del fiero bovino muerto a manos del profeta, lo que provocó su transexualidad, según algunas versiones. El espectáculo inspirado en los mitos grecolatinos puso el remate final al Festival, que se despidió con fuegos artificiales. El nuevo Teatro de Invierno da esperanzas de que no será un fin de fiesta teatral, sino la continuidad de una programación para los próximos meses. Hasta Tiresias lo reclamó: «Que no decaiga la tragedia».

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