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En la Catedral del cante se respira admiración. Van ya 63 ediciones del Festival Internacional del Cante de las Minas, y si para Miguel Poveda es casi religión, para el resto es devoción. La noche del sábado 3 de agosto, el Ballet Nacional de ... España (BNE) regresaba a las tablas del Antiguo Mercado Público tras catorce años sin pisarlas. Se podría decir que el BNE regresaba a La Unión como el hijo pródigo, una vuelta a la que siempre fue su casa, como afirmaba Joaquín Zapata, alcalde de La Unión y presidente de la Fundación Cante de las Minas, durante el fin de fiesta. No hubo cordero, pero sí placa en la Avenida del Flamenco, y una gran expectación.
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La noche fue un intercambio de obsequios: el BNE homenajeaba el estilo de Antonio, el bailarín; el Festival conmemoraba el regreso del BNE; y Rubén Olmo le regalaba un taranto al pueblo de La Unión. Y así, a semejanza de las dos columnas que enmarcan las tablas de la Catedral del Cante, se unieron festival y compañía, dos pilares del flamenco nacional.
El BNE presentó 'Estampas flamencas': cinco cuadros, coreografiados por Rubén Olmo, actual director del BNE, y Miguel Ángel Corbacho, creados a partir de los palos más representativos del que fuera director del BNE en 1980, Antonio, el bailarín: martinete, zorongo, seguiriya y taranto.
El bullicio de un Mercado lleno se hizo silencio cuando Gabriel de la Tomasa inauguró el martinete. Un repiqueteo metálico marcó el compás, y las voces se persiguieron en una fuga similar al eco que inunda una cueva: ya estamos en las minas. Al centro en penumbra, la figura de José Manuel Benítez, firme y esbelta, invoca con cada giro de muñeca la energía del que en su momento bailara por primera vez un martinete. Al poco, se unió el resto del elenco masculino, en un despliegue de filas que se fusionan y se contorsionan, con piruetas infinitas y rodillas al suelo. Los bailarines del BNE se movieron al unísono, en braceos precisos y amplios. Como si la estela de Antonio Ruiz Soler se multiplicara en cada nuevo cuerpo; como si el pasado aún resonara en la cúpula de esta catedral. Le siguió el zorongo de Enrique Bermúdez, bailado por Inmaculada Salomón y Matías López Navas, a semejanza de la dupla de Rosario y Antonio; aquella pareja que en palabras del propio Cyril W. Beaumont, crítico e historiador de danza británico, consiguió en 1951 lo que Felipe II no logró en 1855: conquistar Londres.
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Al son del «cómo reluce» llegaron los caracoles a colorear el escenario. Y cómo relucieron. Fue un festival de color y texturas. Las bailarinas del BNE entraron con bata de cola y mantón, que sobre el telón rocoso de la Catedral del Cante, dibujaban espirales del blanco de la bruma del mar. Es de especial mención Noelia Ruíz, quien en solitario, a puños, pellizcos y quiebros, le quitó el aire al público.
La seguiriya, con Irene Correa al abrigo de cuatro compañeros de elenco, llegó con arrebato, rapidez y formas que se cruzan y se deshilvanan, igual que los flecos de un mantón que con naturalidad dibujan en el aire nuevos cuerpos.
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Días antes de la gala, Rubén Olmo adelantaba la especial estima que sentía por bailar en La Unión. Y no es menos hacerlo por un taranto que ya no era tan Antonio, pero sí muy Olmo. Entró al baile minero con manos de rezo, serio y guardado, pero enseguida dejó brotar el desparpajo con el que se le notaba gozar del ambiente que le acogía.
La Almoraima de Paco de Lucía, el mismo que se encuentra al inicio de la Avenida del Flamenco de La Unión, cerró la gala. Los treinta y cinco bailarines del BNE se encararon al público con la energía de una estampida, en un trabajo incansable de tacón y palmas que se preguntan y responden de un grupo a otro, enfrentados pero en sintonía.
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El público de La Unión acabó en pie ante el BNE, y el BNE ante el público que le vio desvelar la placa en la Avenida, con un Rubén Olmo siempre agradecido a la acogida del Festival y su organización, y a todos aquellos que han formado el Ballet Nacional de España en sus 45 años de vida. Un cierre de temporada para el BNE, y un gran arranque para la 63 edición del Festival Internacional del Cante de las Minas.
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