Teresa Rabal: «Tuve la brillante idea de hacerme amiga de los amigos de mis hijos, y la verdad es que me fue muy bien»
Estío a la murciana ·
«Mi padre era de tal forma que se lo perdonabas asolutamente todo»Estío a la murciana ·
«Mi padre era de tal forma que se lo perdonabas asolutamente todo»Nacida en Barcelona en 1952, Teresa Rabal es hija del actor aguileño Paco Rabal y de la actriz catalana Asunción Balaguer. Actriz, cantante, viuda del ... también cantante y compositor Eduardo Rodrigo, madre de dos hijos y abuela de tres nietos, giró por España durante diez años con El Circo de Teresa Rabal y ha vendido siete millones de discos destinados a los niños. Este año ha regresado al cine, interpretando una monja y siendo elogiada por la crítica, con la película 'Tin&Tina', de Rubin Stein, junto a Jaime Lorente y Milena Smit y arropados todos ellos por la banda sonora original de Jocelyn Pook.
Publicidad
-¿Acabó de niños hasta el epicentro de su organismo?
-No, pobrecitos, los niños son mi pasión y les estoy muy agradecida a ellos y a sus padres. Ni se puede imaginar la cantidad de hombres y mujeres que hoy se me acercan con cariño para recordarme que ellos fueron niños a los que yo hice felices. Pero, claro, llegó un día en el que ya no me veía más tiempo pegando saltos, sin hacer el ridículo, y se acabó. ¡Menuda palizas me he pegado!
-Su primer vez delante de una cámara.
-Con 9 años trabajé en 'Viridiana' (1961), nada menos que a las órdenes de Luis Buñuel. Estaba acompañada por su hijo, que se ocupaba un montón de mí, y por mi padre, por Fernando [Rey], por Silvia [Pinal]... Así era muy fácil hacerlo bien, amparada por todo el equipo.
-La niña que fue.
-Desde muy niña yo quería ser actriz, y desde muy niña por mi padre sentía un fervor grandísimo; por mi madre también, por supuesto, pero nadie me tiraba tanto como mi padre. Éramos muy parecidos de carácter y nos entendíamos muy bien, siempre fue así hasta el final.
Publicidad
-¿Qué recuerda usted de la casa familiar?
-Que era una niña feliz porque, realmente, en mi casa disfrutábamos siempre de muchísima libertad y, además, por ella pasaba mucha gente interesantísima. De la importancia de la gente que conocí me empecé a dar cuenta más de mayor. En mi casa se hablaba de todo delante de mi hermano [Benito Rabal, cineasta y escritor actualmente afincado en Águilas] y de mí. Recuerdo cada uno de los viajes que hacíamos con mis padres, los recuerdos son todos maravillosos.
-¿Sólo se imaginó siendo actriz?
-Bueno, durante una época me dio por querer ser farmacéutica, pero la razón era que me gustaban las Pastillas Juanola, nada más. Yo es que me crié entre bambalinas de teatro y entre sillas de rodaje; era muy lógico que lo de ser actriz me fuese calando, pero como mis padres nunca me obligaron a nada, cuando les dije ya en serio que quería ser actriz para ellos fue una alegría, se emocionaron mucho.
Publicidad
-¿Ellos qué le enseñaron?
-Un aprendizaje maravilloso. Ellos practicaban aquello que querían transmitirnos: ser buenos compañeros de nuestros compañeros, amar a la familia y ser buena gente. Mis padres nunca miraban a nadie por encima del hombro, no dejaban de ser sencillos por mucho que tuviesen fama o popularidad o que recibiesen premios. Han sido un ejemplo de vivir la vida procurando dejar a la gente en paz y siendo hospitalarios y buenas personas.
-¿En qué le ayudaron?
-[Sonríe] Ellos me ayudaban a prepararme los personajes de teatro y los guiones de cine. No solo me enseñaron a algo tan importante como memorizar bien, sino también a interpretar sin engolamiento, con naturalidad. Tuve dos maestros a los que no hay escuela que pueda superar.
Publicidad
En tragos cortos
Un sitio para tomar una cerveza. En Calabardina, en Águilas.
Una canción. 'Mediterráneo', de Serrat.
Un libro. 'Reina Roja', de Juan Gómez-Jurado.
Su héroe o heroína de ficción. No tengo.
¿Qué le gustaría ser de mayor? Actriz.
¿Lo que más detesta? Ahora, las peleas entre políticos.
Un baño ideal. En Calabardina.
Una copa. No tomo alcohol.
¿Tiene enemigos? No creo.
¿Le gustaría ser invisible? No.
Un consejo. Procura hacer felices a los demás.
-¿Mimada estuvo?
-Mi padre me mimó mucho, mi madre fue más rígida conmigo, algo que también le agradezco. Mi madre me enseño a ser fuerte en la vida y a intentar no crearme problemas con nada. Y el resultado es que creo que he sido incluso más fuerte todavía que mi madre. He sabido, en los momentos difíciles, salir hacia adelante, no quedarme paralizada.
-¿Por qué da usted las gracias?
-Tuve un compañero de vida excepcional, Eduardo, a cuyo lado el aprendizaje era constante. Estuve con él desde muy jovencita. Era muy familiar, muy cariñoso, teníamos la misma profesión y nos entendíamos perfectamente. Casi siempre coincidía que lo que pensaba el uno lo pensaba también el otro, con lo cual fuimos unas compañeros maravillosos.
Publicidad
-¿Arrepentida de muchas cosas?
-Nunca he pensado en arrepentimentos, he tenido una vida muy plena y muy llena en todos los sentidos, tanto con mi propia familia como con la que pude formar con Eduardo. No he pensado en eso de 'qué habría sido de mi vida si...'.
-La muerte del compañero [Eduardo Rodrigo falleció en 2017].
-Sientes que te parten por la mitad. Durante muchos lo compartimos todo, incluido el trabajo, y esa pérdida es muy difícil de superar. La vida sigue y ahí están tus hijos y tus nietos, que no merecen estar viéndote sufrir, pero no pasa un día sin acordarme de él, porque nos pasábamos el tiempo hablando y riéndonos muchísimo; tampoco me olvido de mis padres. He tenido la suerte de que mi marido y mis padres eran también mis amigos.
Noticia Patrocinada
-¿Morimos y se acabó?
-No lo sé, ojalá no; lo que puedo decirle es que a mis padres y a Eduardo los llevo en mi corazón, y que muchas veces, cuando estoy sola en casa, me pongo a hablar con ellos y le pregunto a Eduardo '¿tú qué harías con esto o con lo otro?', o les pido a mis padres que me echen una mano...; mientras yo viva van a estar vivos en mis recuerdos.
-¿Religiosa?
-No tengo ese consuelo de la religión, pero respeto mucho a los que sí creen.
-¿Qué sigue siendo?
-Una mujer con mucho carácter que ha sabido defenderse muy bien en la vida, aunque es cierto que ese carácter se ha ido suavizando con el paso del tiempo porque cada vez menos te quieres crear problemas o creárselos a los tuyos. Y tampoco he cambiado en que siempre espero de la vida cosas buenas.
Publicidad
-¿De qué está satisfecha?
-He sido tremendamente generosa con la gente que he trabajado y con la gente que ha estado a mi cargo, y yo he tenido a mucha gente a mi cargo durante mucho tiempo; incluso le diría que he sido demasiado generosa, lo que pasa es que cada uno es como es.
-¿Cómo llevó que su padre fuera un donjuán?
-Fenomenal. A mi padre le gustaban las mujeres y no se ocultaba. Era un hombre muy divertido y un ligón; incluso le divertía y le gustaba gastar bromas haciéndome pasar por su novia cuando era jovencita [ríe]. Mi padre era de tal forma que se lo perdonabas asolutamente todo, y mi madre nos enseñó siempre a quererlo y a respetarlo como era. Y así ha sido. La muerte de mi padre fue un antes y un después en mi vida.
Publicidad
-¿Cómo se divierte?
-En estos momentos de mi vida, trabajando disfruto y me divierto muchísimo más que cuando era joven. Cuando trabajo disfruto una barbaridad, estoy pletórica. Tengo mono de trabajo.
-Sus nietos.
-Afortunadamente viven abajo de mi casa, con lo cual los veo todos los días. Tengo tres nietos de Luis. Cada uno tiene su forma de ser, pero los tres son buenísimos y el niño, que tiene cuatro años y es el pequeño, me tiene loca.
Publicidad
-¿Qué madre ha sido?
-Yo sí he tratado siempre de ser amiga de mis hijos, incluso de serlo también de sus propios amigos. A ver, todos los padres pasamos una época complicada cuando nuestros hijos, llegada la pubertad, se despistan un poco y sufren y todas esas cosas que parecen ser ley de vida. En esos momentos, tuve la brillante idea de hacerme amiga de los amigos de mis hijos, y la verdad es que me fue muy bien. ¡Incluso los contrataba para que vinieran conmigo a las galas! Por otro lado, creo que a los hijos hay que darles libertad, se tienen que enfrentar al mundo y no los puedes proteger de todo y siempre. De hecho, mi hija María se fue a estudiar a Salamanca con 16 años y luego, cuando volvió a Madrid, me comentó que quería vivir en un piso ella sola y le dije: 'Perfecto, pero yo no te voy a pagar ni el piso, ni los gastos, ni nada; tú tienes aquí tu casa para cuando necesites algo'. Y fue lo mejor que pude hacer porque hoy en día es una directora de casting con mucho éxito y trabajo. Tanto Luis como María han sido, y siguen siendo, dos chicos supertrabajadores.
-La belleza.
-Siempre he pensado que era mona, pero la verdad es que no era consciente de que era mucho más que una chica mona. Ahora veo fotos mías de joven y digo, '¡caramba, qué guapa era!'. Nunca me he creído yo una mujer especial. Que he sido guapa, porque lo he sido, pues muy bien, ha sido un placer del que no me he enterado [risas].
-¿Y ahora?
-Yo el paso del tiempo lo llevo con total naturalidad, que creo que es como hay que llevarlo; el tiempo pasa, cambias físicamente, cambia en parte tu carácter, pero hay que saber disfrutar de cada momento teniendo el físico que te toque tener. Yo no me he agobiado por tener arrugas, y de hecho ni me he hecho ninguna operación, ni pienso hacérmela.
-¿Se contiene en algo?
-A veces me tengo que sujetar porque reconozco que soy excesivamente cariñosa con la gente que quiero, y todo el mundo no es como yo.
-¿A qué no se acostumbra?
-A ver un grupo de gente reunida, tomando una cerveza o lo que sea, y que cada uno esté pendiente de su móvil. Creo que se está perdiendo el gusto por la conversación. Yo también uso el móvil e internet y tengo redes sociales, pero tengo claro que todo en la vida hay que hacerlo con medida y, sobre todo, que el contacto humano es lo más importante y lo que no se debe perder.
Publicidad
-Sus 'hobbies'.
-Antes me encantaba bordar y coser, pero ahora ya hacerlo me da mucha pereza. Me encanta cocinar y me encanta leer, y de vez en cuando irme a desayunar con mis amigas para contarnos nuestras cosas y, también, para chismorrear un poco, que también es algo lógico entre amigas.
-¿Hablan de hombres?
-¡Qué va! Desde que me quedé viuda de Eduardo no me he planteado volver a enamorarme. Así estoy feliz, hago lo que quiero, me levanto a la hora que quiero, como cuando quiero. Eso no viene mal, sobre todo cuanto has estado muy pendiente de los demás. A ver, que yo daría la vida por seguir ocupándome de esas personas que ya no están, pero como es imposible...; recuerdo cuando desayunaba todas las mañanas con mi padre porque vivíamos al lado; de hecho, me decía: 'No te cambies más de casa porque yo no me cambio ya más' [Risas] Siempre iba detrás mío. Después, los últimos años de mi madre los he pasado con ella hasta el final. Y lo mismo con Eduardo, que estuvo al final muy, muy malito. Llegó un momento en que me dije que ya me tocaba descansar, aunque insisto en que haría lo que fuera por poder volverlos a tener.
-Águilas.
-Disfruto muchísimo cada vez que voy, y aprovecho para mantener larguísimas conversaciones con mi hermano. En verano no voy porque hace mucho calor y lo llevo fatal, pero en cuanto me es posible llego allí y disfruto de esa sensación de sentirte en casa, con tu gente. Todavía se acercan muchas personas a hablarme de mis padres, y también de mi boda [risas]. Yo me casé en la Cuesta de Gos [donde nació Paco Rabal]. ¡Ay, madre mía! Duró una semana, aquello fue tremendo, fue todo el pueblo. Una boda que no se olvida [risas].
-Usted y la política.
-Soy una mujer de izquierdas, algo que cada vez veo más necesario ser.
Primer mes por 1€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.